La pandemia de covid-19 ha sido el evento de salud global más trascendente del último siglo. Debido a ello, las consecuencias que ha traído consigo no son menores. En varios rubros y niveles es posible ver los impactos. El rubro de la salud es el primero, porque el exceso de mortalidad (del que ya hablamos aquí hace un par de semanas) es notable. Pero también se pueden ver secuelas en los ámbitos económico, educativo, social, entre otros. No nos ocuparemos de ellos ahora, pero hay ahí una serie de agendas pendientes que no solo se deben evaluar pronto sino diseñar medidas para atenderlas.
Regresando al ámbito de la salud, la estricta vigilancia epidemiológica emprendida en el mundo por la presencia del SARS-Cov-2 ha hecho que en los últimos meses se detecten enfermedades, padecimientos o síndromes que siguen sorprendiendo al mundo. En las últimas semanas hay dos casos que han cobrado mucha relevancia: la hepatitis aguda infantil y la viruela de mono. En ambos casos ha habido una atención muy especial por parte de los medios de comunicación y las ha colocado como dos temáticas urgentes.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha tenido que pronunciarse; incluso ha convocado a reuniones urgentes para generar una respuesta unitaria que dar. Las publicaciones científicas también han dedicado atención a estos padecimientos y hay algunas cosas que deben conocerse porque –ya lo hemos visto- la infodemia es también muy frecuente.
Hepatitis aguda infantil
En el caso de la hepatitis aguda infantil, los especialistas se inclinan a aceptar como más certera la siguiente hipótesis: el virus del SARS-Cov-2 podría dejar algunos reservorios a nivel intestinal y los mismos derivarían en una infección que ataca el sistema hepático. Ya se cuentan por centenares los casos en varias partes del mundo y se han presentado varias muertes. Los análisis y estudios preliminares precisamente se inclinan a la hipótesis que dicha en palabras llanas indicaría que los niños que tuvieron contacto con el virus (y que no necesariamente se enfermaron de covid-19) estarían sufriendo las secuelas de esas partículas que quedan en sus intestinos y la razón por la que algunos se enferman ahora de hepatitis aguda es el estado en que se encuentra su sistema inmunológico.
La comunidad científica se inclina también a sugerir que las medidas a tomar para evitar la multiplicación de los casos en todo el planeta es asegurarse de vacunar contra covid a la población infantil y retomar medidas como las implementadas durante las etapas más duras de la pandemia: uso de cubrebocas, evitar aglomeraciones y no permanecer mucho tiempo en lugares cerrados, aseo constante, sana distancia, etc.
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Viruela del mono
Por lo que respecta a la viruela de mono, lo que las publicaciones científicas se han apurado a señalar es que no se trata de enfermedad nueva. Es un padecimiento que ha circulado por décadas en la parte central y occidental del continente africano (a donde no solemos poner mucha atención de lo que pasa), pero ahora lo que llama la atención es su circulación en otros países. Al igual que el virus que causa el covid-19, el que causa la viruela de mono es producto de zoonosis (o sea que “brincó” de una especie animal hacia el ser humano en algún punto de la historia). Es infecciosa, su transmisión, sin embargo, es mucho más difícil, pues se requiere contacto más estrecho y prolongado para contagiarse.
La OMS tendrá que dar algunas indicaciones sobre este padecimiento cuyos brotes históricos se cuentan en varias latitudes. Sin embargo, el revuelo causado en medios informativos ha derivado en que varios países se apresuren a comprar vacunas contra la viruela tradicional, porque se sabe que protege contra esta variante. Sobretodo son países europeos los que se han dado prisa a anunciar compras y campañas de vacunación.
Debemos acostumbrarnos a que “nuevas” enfermedades surjan, reaparezcan o rebroten. Por varios años más seguiremos con mucha atención en los problemas de salud, porque el tsunami que representó el covid-19 todavía no nos ha dejado ver del todo los efectos.