Ocuilan y Joquitzingo A un año del 19s

Las puertas y ventanas en las casas de los pueblos están abiertas una vez más. Los municipios del Estado de México, que la tierra cimbró hace un año, "están de pie", como alguien que abre sus ojos al mundo –por segunda vez–, dicen los párrocos de sus iglesias.  Y de los 12 municipios  que fueron […]

Las puertas y ventanas en las casas de los pueblos están abiertas una vez más. Los municipios del Estado de México, que la tierra cimbró hace un año, "están de pie", como alguien que abre sus ojos al mundo –por segunda vez–, dicen los párrocos de sus iglesias.  Y de los 12 municipios  que fueron afectados; irónicamente las iglesias  se resisten a caer, por la fe de sus pobladores o por decisión del INAH, son los lugares que no se han podido restaurar o reconstruir en el caso de las pérdidas totales. 

 

El 19 de septiembre de 2017, marca un hito en la historia de México

6 mil 768 viviendas afectadas, 464 escuelas que quedaron fuera de servicio,  178 templos afectados
y 14 personas fallecidas, el mensaje de la tierra fue duro y contundente:

estamos a merced de los fenómenos de la naturaleza. 

 

Ocurrió exactamente a las 13:14:40, tuvo su epicentro al suroeste de Axochiapan en el estado de Morelos. Es por eso que las comunidades vecinas de Morelos fueron las más afectadas dentro del Estado de México. Joquicingo, Ocuilan  Tenancingo, Malinalco, Villa Guerrero, Atlautla, Nezahualcóyotl, Amecameca, Ecatzingo, Tepetlixpa, Tianguistenco y Zumpahuacán fueron los municipios que se llevaron el plato fuerte del temblor. 

El caos comenzó los días siguientes porque no se conocía el padrón de damnificados, Félix Alberto Linares, presidente municipal de Ocuilan comenta que las diferentes brigadas de arquitectos e ingenieros no se ponían de acuerdo en los dictámenes sobre las edificaciones y viviendas afectadas. “Es por eso que a un año del sismo, los trabajos de reconstrucción no han concluido en su totalidad”

La ayuda humanitaria que acudió al auxilio de los damnificados fue grande,

en las calles de la capital mexiquense, los ciudadanos comenzaron colectas de víveres inmensas.

 

La carroñería comenzó a los días siguientes del sismo,  por los mismos pobladores que no fueron afectados o por algunos gobiernos municipales que acapararon los víveres para condicionarlos a la hora de la entrega como lo constataron las brigadas universitarias de la UAEMex que finalmente decidieron ir a dejarlos personalmente a los pobladores. 

Las clasificaciones de verde (sin afectación), amarillo (daños parciales) y rojo (pérdida total), como explica el alcalde de Ocuilan, oscilaban  por el paso del tiempo, las réplicas del sismo y otros factores como el tránsito de transportes de carga pesada por las viviendas afectadas, hacían pasar un edificio de amarillo a rojo. 

Escuela improvisadas en el municipio de Ocuilan

A un año de  la catástrofe, 
quienes siguen sufriendo los estragos del sismo son los estudiantes de las escuelas afectadas.

Claro ejemplo el de Ocuilan, donde los alumnos de primaria y secundaria  toman clases en refugios implementados donde las condiciones de estudio no están al cien por ciento. La temporada de lluvias es el factor principal que afecta la situación en las escuelas improvisadas para los alumnos.

 

 

 
Las iglesias, dicen pobladores de Joquicingo, están quedando en el olvido, pues el INAH ha dejado de asistir a los templos con mayor frecuencia, situación que no sorprende, pues de los 178 templos afectados, algunos de ellos tienen daños irreparables y han quedado sin acceso. 

 

Lo irónico escribí anteriormente; es que la esperanza de los pobladores no se derrumbó como lo hicieron sus templos que siguen en estado deplorable, como si su fe hubiese sido puesta a prueba, ya que en Joquicingo, sus dos iglesias principales: la de la Virgen de la Asunción  y la del Calvario del Señor del Huerto siguen inoperables y los feligreses asisten a misa en carpas improvisadas donde sus sacerdotes trabajan con lo que se tiene a la mano: algunas cruces rescatadas e imágenes de sus santos patronos. 

Las oficinas de Obras públicas de los municipios ahora tienen mayor certeza del número de damnificados, no obstante, los trabajos de reconstrucción como en el caso de Villa Guerrero, con 400 casas afectadas  con pérdida total sigue realizándose. 

En otros casos, como el de Joquicingo, ya se cumplió el trabajo de reconstrucción con la implementación del BANSEFI, quien determinó que una tarjeta de débito sería la solución, con limites operativos para reducir los riesgos en beneficio del tarjetahabiente, cargadas con 90 mil pesos para material de construcción y 30 mil para mano de obra para 81 viviendas afectadas, situación que contrasta con las 400 de Villa Guerrero que fue el municipio con más viviendas afectadas. 

Por otro lado, las iglesias y las escuelas, dicen los pobladores, son apoyadas por donantes externos al gobierno, ya que la primaria y secundaria del primer cuadro del municipio de Ocuilan, fueron sustituidas por bodegas implementadas por la asociación privada Fondo Unido México de la red global United Way Worldwide, que sigue operando en 7 estados de la República Mexicana desde los dos sismos de 2017. 

Es verdad que los trabajos de reconstrucción por parte del gobierno y ONG tienen un avance significativo, pero la realidad, como lo constatan las imágenes, es que falta mucho por hacer en estas comunidades, rurales en su mayoría, cuyos pobladores, muchos de ellos de escasos recursos, perdieron todo lo que tenían.