Otra vez el consejo

Cada día es más difícil ser maestro, ahora nos alejan del trabajo escolar y nos obligan asistir a los consejos, en donde nos tratan como tontos, nos exigen llenar las bitácoras, cumplir con los programas que mandan, dar los informes de cada uno, que ya el número de libros, el número de palabras que leen, […]

Cada día es más difícil ser maestro, ahora nos alejan del trabajo escolar y nos obligan asistir a los consejos, en donde nos tratan como tontos, nos exigen llenar las bitácoras, cumplir con los programas que mandan, dar los informes de cada uno, que ya el número de libros, el número de palabras que leen, las evidencias del día de la paz, el día internacional de la lengua materna y más y más; los temas del programan cada día están más relegados, la verdad, esto no nos enseñaron en las normales, dicen algunos profesores.

 

El Consejo Técnico escolar del 28 de febrero, no varío en nada, su lógica no escrita se repitió, lejos de ser un espacio de análisis y construcción de aprendizajes colaborativos, que pudieran servir de ejemplo en la implementación de otro estilo de docencia en apoyo para mejorar los resultados de los alumnos, no se cumplió, nuevamente se redujo a procesos donde el profesorado se vuelve vigilante del propio profesorado.

 

El liderazgo pedagógico de directores y supervisores quedo en el olvido, se observan extremos en donde hay directores escolares que les da pánico conducir estos consejos, por su bajo perfil en muchos casos, relegando la responsabilidad en otras figuras escolares, para muestra muchos ejemplos que las autoridades se niegan a reconocer.

 

Los denominados rasgos de normalidad mínima, son el arma perfecta para que los propios docentes busquen desprestigiarse, es lamentable en algunos casos que el personal docente de una escuela estén unos contra otros, se ha vuelto prioridad y de interés colectivo en estas reuniones ver cómo van vestidos, quién llega tarde, quiénes faltan, quiénes dan clases “aceptables, quiénes no, los que no tienen tantos reprobados, no para documentar los planteamientos pedagógicos exitosos, si para colocar en tela de juicio el proceso de obtención de dichos resultados. 

 

En la orientación que ha adquirido el desarrollo de éstas reuniones, lo pedagógico pasa a segundo término, el rasgo referido a “las actividades que propone el docente para lograr que todos los alumnos participen en el trabajo de la clase” es desconocido o evadido, predominando la ausencia de discusión didáctica que induzca a la construcción de una cultura pedagógica, para dar identidad al profesorado y transformar a la escuela pública.