Noche de miércoles en Toluca, una fiesta entre semana con todo el sabor a fútbol que el Nemesio Diez estaba por regalar. La cita: Toluca contra Rayados, un duelo llamado a ser el mejor de la jornada, y quizá del torneo.
Horas antes del silbatazo inicial, la lluvia se soltó con fuerza sobre la capital mexiquense. Era el preludio perfecto del espectáculo que se avecinaba. ¿Que era miércoles? No importaba: la afición escarlata acompaña al campeón los siete días de la semana, llueva, truene o relampaguee.
El arranque se retrasó 20 minutos por la tormenta. Lo bueno se hace esperar, y vaya que valió la pena. Con impermeables, boleto y taco en mano, los feligreses del Infierno entraban impacientes, listos para ver a Alexis Vega frente a Sergio Ramos.
El inicio fue torpe, atropellado por la cancha mojada. Berterame aprovechó un error defensivo y adelantó a Rayados. Toluca se tambaleaba, más aún cuando un penal absurdo de Gallardo le daba la oportunidad a Ramos. El excapitán del Real Madrid se perfiló, pero Hugo González se plantó firme para atajar y encender al Nemesio.
La reacción del Diablo fue inmediata. Dos zarpazos que cambiaron todo: primero Jesús Angulo, con un disparo desde fuera del área que venció a Mele; después, apenas dos minutos más tarde, el portugués más amado de Toluca, Paulinho, firmaba el 2-1.
¿No hay tercero malo? Nico Castro, con un zurdazo cargado de clase y pasión, rompió la meta regia. Era un vendaval escarlata que apedreaba sin descanso el arco de Monterrey. Oliver Torres recortó al 39, pero cuando Torrent apenas daba indicaciones para buscar el empate, Paulinho volvió a aparecer y vacunó al guardameta uruguayo: 4-2 al descanso, y el Infierno en llamas.
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El segundo tiempo no cambió el guion. Toluca salió decidido a no aflojar y borró por completo a unos Rayados irreconocibles, que se desdibujaban en cada jugada. El campeón, encendido en su casa y arropado por su gente, no tuvo compasión: dos goles más sellaron la fiesta y dejaron un 6-2 definitivo. Ni la presencia de Martial pudo apagar las llamas de un Diablo inspirado, que hizo arder el Infierno en una noche mágica.
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