En una jugada de alto impacto político y social, el Gobierno federal ha anunciado el Plan Integral para la Zona Oriente del Estado de México, una estrategia con inversión histórica de 75 mil 786 millones de pesos que busca transformar una de las regiones con mayor rezago urbano y social del país; el anuncio, sin embargo, no solo tiene implicaciones técnicas o presupuestales: se dirige a una zona que concentra el 34.9% del padrón electoral del Edomex.
Municipios como Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Chalco e Ixtapaluca —donde se concentra buena parte de los votos que en 2023 llevaron a Delfina Gómez a la gubernatura y en 2024 a Claudia Sheinbaum a la presidencia— serán intervenidos con obras de movilidad, educación, salud, vivienda y agua potable.
Lejos de reducirlo a una estrategia electoral, el plan ha sido presentado como un acto de “justicia social” para saldar una deuda histórica con municipios donde el crecimiento urbano fue caótico, los servicios públicos escasos y la violencia cotidiana. La pregunta que queda en el aire no es si el plan es necesario —lo es—, sino si llegará a tiempo para transformar vidas antes de las siguientes urnas.
¿Por qué importa tanto esta región?
La respuesta está en los números. De acuerdo con el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), los diez municipios contemplados en el plan concentran 4 millones 617 mil 815 personas en el padrón electoral. Esto equivale a:
- 34.94% del total estatal (13.2 millones de personas registradas en Edomex)
- 12.85% del total nacional, tomando como referencia los 35.9 millones de votos que recibió Claudia Sheinbaum en 2024
- 1.26 veces los votos con los que Delfina Gómez ganó la gubernatura en 2023 (3.35 millones)
El municipio más poblado es Ecatepec, con 1.29 millones de personas en el padrón, seguido por Nezahualcóyotl (699 mil) y Chimalhuacán (524 mil). Solo estos tres concentran más de 2.5 millones de votantes, el equivalente a todo el padrón electoral de entidades como Morelos o Zacatecas.
Este corredor urbano del oriente mexiquense —históricamente olvidado en términos de planeación y servicios— se ha convertido, al mismo tiempo, en una bomba demográfica, una bisagra electoral y un símbolo del desequilibrio urbano del Valle de México.
¿Qué incluye el plan?
El Plan Integral para la Zona Oriente beneficiará a Chalco, Chicoloapan, Chimalhuacán, Ecatepec, Ixtapaluca, La Paz, Nezahualcóyotl, Texcoco, Tlalnepantla y Valle de Chalco, todos con rezagos estructurales que comparten problemáticas similares: déficit en servicios básicos, inseguridad y precariedad urbana.
Movilidad. Se ampliará el Trolebús Santa Marta–Chalco y la Línea 3 del Mexibús, se construirán 1,000 km de Senderos Seguros y 20 nuevos puentes. Además, vialidades serán repavimentadas y los municipios recibirán un tren de pavimentación.
Agua. La Conagua realizará 101 obras hidráulicas, 21 ya iniciadas, con una inversión de 9 mil millones de pesos, para prevenir inundaciones y garantizar abasto de agua potable.
Vivienda y desarrollo urbano. Se prevén 140 mil acciones urbanas, entre ellas la regularización de 32 mil escrituras y más de 77 mil apoyos de vivienda por 40 mil pesos cada uno.
Educación. Se construirán 10 universidades y 10 bachilleratos tecnológicos, uno por municipio, con más de 10,200 nuevos espacios de nivel medio superior.
Salud. El IMSS y el IMSS-Bienestar levantarán 180 unidades médicas, 17 hospitales y 10 centros de cuidado infantil, además de salas de hemodiálisis y nuevas unidades familiares.
Programas sociales. Se estima que 1.1 millones de personas serán beneficiadas con pensiones, becas y programas de empleo.
¿Cuánto se invertirá y quién paga?
El financiamiento será tripartito:
- 60% Gobierno federal
- 30% Gobierno del Estado de México
- 10% municipios
Entre las dependencias participantes destacan:
- Conagua: 9,000 mdp
- Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes: 11,800 mdp
- Secretaría del Bienestar: 30,688 mdp
- IMSS: 12,438 mdp
- IMSS-Bienestar: 4,190 mdp
- SEP y otras secretarías: más de 7,000 mdp adicionales
¿Qué sigue?
La ejecución de este ambicioso plan representa una oportunidad inédita para dignificar la vida de millones de personas. Pero también supone un reto logístico y político de gran escala: transformar promesas en realidades visibles. El tiempo, la transparencia y la continuidad institucional serán claves.
El Plan Integral para la Zona Oriente no puede reducirse a un cálculo electoral, pero tampoco puede ignorarse el contexto en el que se despliega. En una región históricamente marginada y electoralmente decisiva, el desarrollo y la política se entrecruzan. La vigilancia ciudadana será esencial para que el dinero invertido se traduzca en justicia social y no solo en rentabilidad política.
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