Toluca, México; 1 de noviembre de 2019. Desde la carretera que va hacia Ixtapan de la Sal, se distinguen las tierras floridas que preparan el camino de San Francisco Putla, localidad de Tenango del Valle.
“Cuando voltea una y ve todo el sembradío precioso, me imagino que así debe estar el paraíso”, dice Margarita Gutiérrez, compradora de estos manojos coloridos, mientras corta un ramito de alelías moradas.
Dispersos en todo el campo están las y los cortadores de flor, encargados de seleccionar los ejemplares más bonitos con los que se adornarán ofrendas de Día de Muertos.
Las manos que cultivan el paraíso
Para sembrar las más de tres mil 500 hectáreas de cempasuchil, crisantemo, gladiola, terciopelo, rosa, nube y alhelí que salen del Estado de México, es necesario el trabajo de personas como Francisco Manjarrez, Clara y Adela Gómez, José Alfredo García… quienes cuidan el crecimiento de las flores en distintos momentos del proceso.
En Putla, Tenango del Valle, hay manos que cultivan el Paraíso/Foto: Víctor Castillo
En junio comienza la siembra, “primero echamos la alelía de color porque necesita un poquito más de tiempo… por ahí del 24, 25 de junio. Luego a inicios de julio ponemos la blanca”, cuenta a AD Noticias el agricultor Francisco Manjarrez. “¡Ah sí! También el cempasúchil se siembra temprano, como las de colores".
Después de la siembra, hay que cuidarlas, abonarlas, fumigarlas para prevenirles enfermedades y que se vayan desarrollando sanas; además, toda la hierba se quita a mano, dice.
Este año, las lluvias no fueron aliadas confiables para los cultivos porque en el verano estuvieron un poco escasas.
La inestabilidad del clima afectó la producción floral/ Foto: Víctor Castillo
Sin embargo, los constantes aguaceros de septiembre y octubre marcaron la producción floral de San Francisco Putla: unas pequeñas manchas blanquecinas contrastan con el tono morado de las alelías y de algunas crisalias. “Tendría que verse parejito el color”, precisa Margarita, que desde hace varios años es clienta de Francisco Manjarrez, quien la ha asesorado en el asunto de las flores.
Los atípicos torrenciales también han modificado los horarios de corta. “Si por la noche o en la madrugada llueve, no podemos recoger la flor a las ocho de la mañana porque hay mucho rocío”, explica Manjarrez a AD Noticias.
La "corta" de flores puede empezar a las 8 de la mañana, pero depende del clima/ Foto: Víctor Castillo
Cuando se hacen los manojos, generalmente la gente se los lleva acostados (“estibados”), pero si estos van mojados, se empiezan a calentar en el camino y se pudren; por eso si en las mañanas amanece con rocío, hay que esperarse para que se sequen los pétalos.
La corta puede empezar a las 8 de la mañana, pero depende del tiempo: si hay sol, ayuda a que el agua se evapore; “si no, comenzamos a las 10 y vamos terminando a las seis, o hasta que esté oscuro porque hay clientes que llegan (en la) anoche porque antes trabajan”, cuenta Adela con medio cuerpo sumergido entre las flores.
La rutina en el Edén
A las ocho de la mañana ya está listo para salir al campo. José Alfredo García Maya es uno de las docenas de cortadores que en la época de Día de Muertos va a los sembradíos a trabajar de manera temporal. En esta ocasión, su labor comenzó el 29 de octubre.
Docenas de cortadores trabajan en los sembradíos en la época de Muertos/Foto:Víctor Castillo
"Los clientes vienen de diferentes lados del Estado y hasta de lugares más lejos… se llevan de la alelía blanca y de la de color", platica a este medio informativo mientras corta unos ramos de alelía morada. Su jornada se extenderá hasta las seis de la tarde, aproximadamente.
Dice José Alfredo que el manojo se lo pagan a cinco pesos. “¿Y cuántos levanta?” “Pues sí somos buenos hasta 200 al día”, se ríe y después cuenta que la paga ha mejorado con el tiempo, ya que hace un par de años les daban cuatro pesos por manojo.
El manojo de flores lo pagan en 5 pesos, un peso más que hace un par de años/Foto: Víctor Castillo
“Parece que aumenta un poco con el tiempo, como que cada dos años le suben un peso”. Y aunque sí le gusta este trabajo, se alivia un poco porque es temporal, para ayudar con los gastos de la casa, por eso se apura: para juntar un manojerío considerable por el que reciba una paga proporcional.
Año con año, José Alfredo y otros pobladores de Putla tienen esta actividad en la semana de Día de Muertos. El resto de los días los dedican a otras labores lejos del campo: trabajos en oficinas, en construcciones, en casa, o sí en la tierra, pero cultivando hortalizas, como Francisco.
Desde el 31 de octubre y durante el 1 de noviembre, la venta florece/ Foto: Víctor Castillo
Todo lo relacionado con cultivar se sintetiza en los manojos que se llevan los clientes. “Ahorita las ventas no han estado tan altas, pero el 31 y el 1 son los días fuertes”, dijo Clara Gómez, hermana de Adela.
La alelía blanca está en 35 pesos y la morada cuesta 10 pesos más; “el manojo de cempasúchil anda en 40 pesos y también el de crisalias”, nos enlista José Alfredo. El precio de la nube es de 25 pesos, pero como se oferta todo el año, su costo varía mucho.
Un pueblo lleno de flores
Además de que en esta época tienen la posibilidad de obtener un ingreso extra para nutrir sus salarios habituales, las y los cortadores se emocionan también por los colores y el movimiento que inundan las calles de San Francisco Putla.
Putla, un pueblo lleno de flores/ Foto: Víctor Castillo
“El pueblo en la tarde noche se pone bellísimo", expresa Adela con una emoción que se contagia, “gente entrando y saliendo, camionetas llenas de flores. No se puede ni pasar por toda la verbena que hay”, narra una de las responsables de que cada Día de Muertos, el cempasúchil, las nubes, los alelíes y crisalias coloreen las ofrendas con las que se espera la visita de los difuntos.
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