Sálvese quien lea

  La sangre de los libros   Santiago Posteguillo es un “prestigioso referente de la narrativa histórica”, vertiente literaria que me produce menos sugestión que somnolencia. Pero su holgado conocimiento de los libros (es profesor de lengua y literatura inglesa; tiene un doctorado “europeo”, lo cual no tengo idea qué signifique, y estudió literatura creativa, lingüística, análisis del discurso y traducción) le va bien si de chismógrafo literario hablamos. En “La sangre de los libros”, descubrimos muchos misterios y entuertos de notables autores de la historia universal. Obviamente, no quiero echar abajo las sorpresas que depara este libro, pero me
septiembre 2, 2018

 

La sangre de los libros

 

Santiago Posteguillo es un “prestigioso referente de la narrativa histórica”, vertiente literaria que me produce menos sugestión que somnolencia. Pero su holgado conocimiento de los libros (es profesor de lengua y literatura inglesa; tiene un doctorado “europeo”, lo cual no tengo idea qué signifique, y estudió literatura creativa, lingüística, análisis del discurso y traducción) le va bien si de chismógrafo literario hablamos. En “La sangre de los libros”, descubrimos muchos misterios y entuertos de notables autores de la historia universal.

Obviamente, no quiero echar abajo las sorpresas que depara este libro, pero me imagino que casos como el de la muerte de Pushkin, a consecuencia de haber sostenido un duelo; el enigma que rodea la muerte de Poe, encontrado en la calle delirando, o el de Quevedo, cuando fue capaz de hacer notar la cojera de la reina española, no son muy novedosos. En cambio, sí hay muchas cosas que no tenía ni idea: cómo llegó Bram Stoker al nombre de Drácula, o el hallazgo que hizo Petrarca en un monasterio perdido en la Bélgica francófona, por citar un par de esclarecimientos.

La verdad, los textos son breves y muy amenos, y nunca está de más conocer lo que hay detrás de esos grandes escritores que cambiaron el rostro de la literatura desde tiempos inmemoriales.

Sólo una desavenencia: por más que Posteguillo sea amigo de Ángeles Mastretta, colocarla al lado de James Joyce y Edgar Allan Poe le hace flaco favor. Pero bueno, nunca falta un prietito en el arroz (y la historia de Mastretta y su libro sí es conmovedora, eso ni dudarlo).

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