Las bandas criminales se han dado cuenta de que la explotación sexual es una actividad de bajo riesgo que da grandes beneficios.
Flor nunca olvidará el día en el que con 17 años, mientras esperaba el autobús en la ciudad de Puebla para regresar a casa de sus padres, un hombre se le sentó al lado y le empezó a hablar.
«Me dijo que quería que lo acompañara a ver a su hermana para que la conociera y porque estaría más segura allí que en la estación de autobús».
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