Corre la segunda mitad del segundo mes del año y la economía del Estado de México no arranca, está en su segundo mes en recesión y el tema está fuera de la agenda pública, del análisis académico y de los medios de comunicación. De todas las crisis que padecemos al mismo tiempo esta es quizá la mas grave y la que peores calamidades produce, junto con la de inseguridad. Si la economía no crece y se distribuye de mejor manera no habrá bienestar. Estamos en un hoyo negro y profundo, pero nadie dice ni hace nada.
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De acuerdo con las cifras del Inegi, el crecimiento económico del Estado de México en 2017 fue de 4.5 por ciento; en 2018 bajó a 2.6 y, en 2109, fue prácticamente de cero. No son nada buenas las cuentas del delmacismo; lamentablemente -aunque habría que decir que en el mal desempeño influyen factores internacionales y nacionales- hay datos muy preocupantes, por ejemplo: que 52 por ciento de la población ocupada está en la informalidad, que la creación anual de empleos no llega ni a la mitad de los que se necesitan y que el número de personas en el desempleo se mantiene por encima de 300 mil.
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La Tarjeta Rosa, el programa estrella de asistencia social a las mujeres, cumple dos años. Como paliativo a profunda desigualdad es efectista: no resuelve el problema de fondo. Las cosas no van a mejorar en la entidad a fuerza de tarjetazos. Capacitación y proyectos productivos serían mas útiles y eficaces. Así, las mujeres pobres seguirán siendo pobres pero con un poquito de dinero para gastar.
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Llegan al correo de esta columna al menos media docena de denuncias con nombre y apellido de personas a quienes se les está coaccionando para renunciar a su empleo en el ayuntamiento de Toluca. Algunos de base y otros con contratos temporales. Son más de mil 200 -calculan ellos mismos- a quienes no se les ha pagado la última quincena como medida de presión. Por elemental decencia el gobierno municipal tendría que dar una explicación; si no el alcalde, los síndicos y regidores, que los hay de todos los partidos. Fascismo laboral tiempos de la 4T.
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Ha pasado casi una semana del asalto a AD y las investigaciones no avanzan. Se ha consignado al presunto conductor del taxi detenido fortuitamente en un retén, no por las pesquisas. Sobre los otros perpetradores, nada, se los tragó la tierra. Mejor una de las reporteras violentadas ubicó en la Plaza de la Computación de Toluca, vía geolocalización, el móvil y la computadora de que fue despojada, antes que los agentes investigadores de la Fiscalía. Por cierto, no pudo recuperar sus cosas porque los mandos a los que se acudió excusaron la falta de una ubicación exacta. La impunidad es la peor forma de violencia.