Genio y figura hasta la sepultura. Con su cuarto matrimonio en camino a los 73 años de edad, Arturo Montiel se consolida como el Mauricio Garcés, el Hugh Hefner, de la política mexicana. El ex gobernador tiene debilidad por las mujeres jóvenes, guapas y va de casorio en casorio. Es un hombre en la búsqueda permanente de la felicidad y el no sosiego. Paula Yañez, Maude Versini, Norma Meraz y ahora Karla Cortés. Casó en su rancho de Atlacomulco, Misión del Fresno.
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Quien haya acompañado a Montiel a su cuarta boda es irrelevante, el ex gobernador sigue siendo una figura relevante en el priísmo del Estado de México. Es un hombre que influye, al que muchos recurren buscando apoyo económico o político. El formó y dio las grandes oportunidades a Peña, Eruviel y muchos más, hombres y mujeres que empoderados en la administración federal o estatal, en el senado, diputaciones y alcaldías. Hizo millonarios a muchos, el mismo fue uno de ellos. Montiel es símbolo, emblema, icono nítido de la clase política del Estado de México. Montiel es el papá de esos pollito aunque hoy por interés, rencor o ingratitud, de él renieguen y lo desairen.
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Bernardo Gómez, el operador político de Emilio Azcárraga, el hombre de las maletas de dinero que los gobiernos entregan en efectivo a Televisa, es el señor feudal de Valle de Bravo. El municipio es para él su principado. La propiedad que allí tiene es tan insultante para un país y un estado con más de la mitad de la población en la miseria como inexplicable a la luz de sus ingresos como ejecutivo, empleado al fin y al cabo, de una empresa. Allí la farándula de Hollywood se reunió el fin de semana para la boda de otro de los Golden Boys de televisa, José Bastón, con la actriz Eva Longoria. Este México surrealista de boatos imperiales, guerra, masacres y desaparecidos.
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Obviamente, nadie del gobierno del gobierno del Estado de México fue convocado en calidad de invitado a la boda. Valle de Bravo fue el fin de semana tierra gobernada por Televisa.