Se dice que

César Gómez Monge y su entonces jefe, el hoy senador Eruviel Ávila, deben ser llamados a cuentas.

La inconformidad de los trabajadores del sistema estatal de salud con las condiciones de trabajo son justificadas, nada nuevas y generalizadas. Desde hace años son obligados a prestar servicios en condiciones de precariedad inaceptables. Los hospitales públicos están colapsados desde hace años, la pandemia de coronavirus lo único que ha hecho es visibilizar un problema añejo y desatendido. Las clínicas del IMSS, Issste, Issemym e ISEM funcionan con muchísimas deficiencias y carencias, sólo el recurso humano les salva. Si este gobierno es verdaderamente sensible, debería escucharlos y atenderlos de inmediato.

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Parece que la corta memoria ha provocado el pronto olvido de la marcha multitudinaria que aconteció en Toluca en octubre 2018, fecha en la que miles de trabajadores de la sanidad –algo nunca antes visto- denunciaron públicamente los abusos, corrupción, saqueo e incompetencia de la alta burocracia. El sistema de salud está descompuesto desde hace muchos años y los avisos han sido tan constantes como ignorados

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Con lo que se han robado, alcanzaría para que todos en el Estado de México tuvieran cobertura médica y atención hospitalaria de primer mundo. Para darse una idea, la cuantificación hecha por las actuales autoridades del ISEM sobre los recursos malversados nada más durante 2016 y parte de 2017, es por más de 11 mil 800 millones de pesos. Fueron rapaces, insaciables. César Gómez Monge y su entonces jefe, el hoy senador Eruviel Ávila, deben ser llamados a cuentas.

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Quizá pocos lo sepan, pero la del Estado de México es la economía 64 del mundo, por encima de la de muchos países europeos, asiáticos y latinoamericanos. Es la segunda economía más grande del país y aporta 9% al PIB nacional, pues así, de ese tamaño se espera sea el ramalazo por el coronavirus. La cosa es mucho más seria de lo creen o parece. El plan de recuperación debería empezar a prepararse, ganar tiempo, dar un paso mas allá de la coyuntura.

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Muchos de los 125 gobiernos municipales continúan en manos de incompetentes o corruptos, o ambas. La alternancia política no ha resuelto esa desgracia. Los pillos, expulsados a fuerza de votos que expresaban el repudio popular, lamentablemente fueron remplazados por especies peores, impostores, falsarios, igual o peor de ladrones. No, la realidad en muchos municipios no ha cambiado.