A Enrique Vargas le fascina la escenografía del poder, aunque nunca entienda el guion. Esta vez decidió intervenir en la política internacional, condenando los ataques de Irán contra Israel desde la comodidad de su cuenta de Facebook. Nada dijo de Palestina, ni del contexto, ni del derecho internacional. ¿Ignorancia? ¿Conveniencia? ¿Ambas? Su mensaje no busca la paz, sino el aplauso fácil: habla más a los electores de Interlomas que a la conciencia colectiva. Pero no debe olvidar que no es influencer global ni presidente de comité de relaciones exteriores: es senador por el Estado de México. Y en ese encargo, se le exige prudencia, respeto y visión de Estado, no ocurrencias con tinte propagandístico. Usar una tragedia humanitaria como escaparate político es, además de torpe, profundamente inmoral. Ni siquiera el oportunismo le salió bien: lo leyeron más emojis de risa que votantes serios.
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Couttolenc vs Bonilla: dos rutas para ser la alternativa
Mientras el viejo PRI se achica y Morena se fragmenta en facciones de poder, hay dos partidos que aspiran a capitalizar el desencanto sin quemarse en la hoguera de las grandes alianzas: el Verde y MC. Sus rostros en Edomex son Pepe Couttolenc y Juana Bonilla, dos estilos con objetivos similares: construir una opción política distinta sin necesidad de gritarlo. Couttolenc apuesta por la operación quirúngica, el municipio funcional, la alianza discreta. Bonilla busca capitalizar la narrativa ciudadana, con imagen de cambio sin ruptura. Él representa una maquinaria silenciosa; ella, una narrativa que aún busca anclaje territorial. A estas alturas, la ventaja es de Couttolenc: más joven, más visible, más pragmático. No está claro si pelean por el segundo o el tercer lugar, pero sí por ser la alternativa funcional. En esa carrera, el Verde ya pisa tierra; MC aún edita el mapa.
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El Verde: coloso sin ruido
Mientras el PRI agoniza, el PAN juega a las embajadas y Morena se enreda consigo mismo, el Partido Verde avanza sin hacer escándalo. Lo suyo no son las plazas llenas ni las arengas ideológicas, sino el poder territorial silencioso. En municipios clave como Zinacantepec, Almoloya de Juárez o Joquicingo, el Verde gobierna sin estridencias, pero con eficacia electoral. Su dirigencia, encabezada por Pepe Couttolenc, opera como un reloj suizo: sin filtraciones, sin pleitos, sin torpezas. En el vacío dejado por los partidos grandes, el Verde se ha convertido en el nuevo broker político del Edomex. Su discreción es su fuerza, su pragmatismo, su ventaja. Puede aliarse con Morena o con su vacío, puede resistir a MC y negociar con el PAN. El que lo subestime, lo pagará en 2027. Este no es el viejo partido satélite: es el nuevo partido bisagra. Y a diferencia de los otros, no se le ve venir.
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El PRI ya no vive aquí
En el Estado de México, el PRI dejó de ser partido dominante para convertirse en sombra de sí mismo. Perdió la gubernatura, el Congreso, casi todos los distritos federales y tres cuartas partes de sus municipios. Gobernó 94 años y hoy no gobierna ni el 16% del estado. Su marca huele a archivo muerto, su dirigencia nacional a chatarra, y su militancia se reparte entre Morena, PVEM y MC, como si cambiar de camiseta fuera rutina fisiológica. Ya ni como partido bisagra sirve. Sin territorio, sin votos, sin recursos y sin relato, el priismo mexiquense sobrevive por inercia, aferrado a las ruinas de su burocracia. Y si la tendencia no cambia —porque nada indica que cambiará—, en 2027 no disputará el poder: disputará el registro. El viejo régimen no cayó: se recicló… y el PRI fue el único que no se enteró.
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Lo poco que queda
Del deshuesadero priista mexiquense, una figura destaca por contraste: Ana Muñiz Neyra, alcaldesa reelecta de San Mateo Atenco, con buenos números, presencia real y oficio político en tierra. Si el PRI quiere salvar algo rumbo a 2027, debería convertirla en candidata a diputada. No hay muchos más con capital propio. A diferencia de otros, como Elías Rescala, cuya principal fortaleza hoy es su amistad con la presidenta del partido, Ana tiene votos, resultados y legitimidad local. Si el PRI aún cree en el electorado, que apueste por quien todavía lo tiene.

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