Galería: Aventado Escutia
Cae la tarde
Tollocan y las Torres Bicentenario durante los últimos rayos del sol. Al fondo, en una pequeña bruma, se esconde el Xinantécatl. Se trata de una de las entradas a la ciudad. Esas dos torres de metal, que intentan reflejar la modernidad, dan la bienvenida a la capital del Estado de México.
La esquina del palacio
En Toluca contamos con palacios custodiados por decenas de guardias, por vallas y servidores públicos. A solo unas cuadras, existen colonias donde solo los habitantes de la zona (y algunos valientes) entran. El contraste de la capital es notorio.
Largas cebras y algunas sombras
En un mundo ideal, las ciudades deberían ser planeadas y construidas para la gente y no para los autos. En un mundo ideal, las cebras para peatones deberían existir en todos los cruces. En un mundo ideal, las cebras deberían ser así de largas en cada esquina.
Las aves de la ciudad
Caminar por la mañana en el primer cuadro de la ciudad te permite observar y escuchar a las palomas, las tradicionales aves de Toluca, fusionadas con el sonido de las campanas de la catedral. Algunas personas acostumbran a comprarles maíz o palomitas y alimentar a las eternas mascotas de la ciudad.
Solo se ilumina una parte de la ciudad
Los cerros que rodean al Valle de Toluca hacen que, por las tardes, solo se iluminen ciertas partes de la ciudad. Quizá sea una analogía de las desigualdades del municipio: unos iluminados, otros viviendo en la oscuridad, olvidados.