Toluca fue un caos durante ocho horas

Toluca, Estado de México; 30 de octubre de 2018. Las calles de Toluca se pintaron de rojo, banderas blancas se levantaban mientras un grito apabullante invadía la calle Miguel Hidalgo. Entre el calor intenso y el asfalto ardiente, las demandas sociales dibujaban un rostro exigente en miles de almas. Tres mil 500 cuerpos levantaban cartulinas […]

Toluca, Estado de México; 30 de octubre de 2018. Las calles de Toluca se pintaron de rojo, banderas blancas se levantaban mientras un grito apabullante invadía la calle Miguel Hidalgo. Entre el calor intenso y el asfalto ardiente, las demandas sociales dibujaban un rostro exigente en miles de almas. Tres mil 500 cuerpos levantaban cartulinas y carpas con mensajes escritos desde el rencor y la incertidumbre que alberga su pensamiento.

Había una demanda firme en el aire, mayor presupuesto a obra pública estatal, inversión en Chimalhuacán, Ecatepec, Donato Guerra, Zumpango y Toluca, por mencionar algunos. Los rostros enardecidos del contingente manifestaban rechazo a las políticas gubernamentales del único eslabón priista que sobrevive en la entidad mexiquense. Exigían el recurso federal para terminar el hospital de San Agustín en Chimalhuacán, pedían a gritos que el apoyo brindado en la campaña electoral se viera manifestado en el recurso a las comunidades más pobres, según el discurso de miles que caminaban.

Los más jóvenes, con banda y baile, amenizaron el recorrido: pompones azules y blancos se erguían a la altura del cielo despejado, la secundaria Felipe Ángeles no cesó en los festejos, las letras brillantes que enmarcaban a la población eran el referente vivo de una antorcha y su fuego vivo. El grupo avanzó, sin temor al tráfico pesado que inunda a la capital, antes de la 13:00 horas. El mayor reto de las autoridades municipales fue resguardar la seguridad de un grupo que en repetidas ocasiones se ha manifestado a las puertas del ayuntamiento. “Más recursos al campo”, “Liberación de los transportistas”, “No a las reformas”, “Salario Rosa”, “Salud Digna”, “Que baje el presupuesto federal”, eran los gritos de 20 organizaciones que conformaban el ímpetu de hierro que creían tener los antorchistas, el camino fue largo, a veces lento y a veces presuroso; en algunas ocasiones brindó felicidad a los rostros cansados que se sentaban en las banquetas de la avenida.

Las banderas se levantaban: “Somos 20 mil, a huevo que sí”, fueron las palabras de un hombre con radio que vigilaba las esquinas y cerraba el paso a los automovilistas. Los claxonazos comenzaron, hicieron juego con la banda y la tambora, no había calma en la capital, “sigamos adelante” era la consigna que llevaban los hombres que aún avanzaban entre las filas interminables de personas.

Había líderes apasionados por la causa, describían a la perfección las injusticias del gobierno estatal, decían que gracias a ellos asumieron el poder y ahora los olvidan: “Del Mazo, tu gobierno es un fracaso”, fue el grito de inspiración para aquellos que habían decidido quedarse rezagados en las calles; no querían caminar bajo el rayo del sol y bajo el grito de los ciudadanos, que veían a su paso las lonas monumentales.

“Sigamos adelante […] nos están esperando en la plaza” entre los murmullos, la marcha renació en medio de la zozobra, escucharon que ya había personas esperando, escucharon que una explanada les aguardaba y que Alfredo del Mazo les abriría la puerta. Esas fueron las falsas esperanzas que se distribuyeron como pólvora entre los manifestantes.

Comenzaron a distribuir un volante: “Hoy marchamos en Toluca por la insensibilidad e improductividad de funcionarios del gobierno del Estado”, se leía que tras 20 reuniones con Alejandro Ozuna, secretario de Gobierno, y ante la negativa de otorgar repuesta a las demandas sociales se disponían a realizar una marcha pacífica, libre y sin miedo a las represalias.

El caos vial comenzó desde Rayón, cuando frente al jardín Zaragoza los presentes dispusieron del tiempo de los ciudadanos para tomar un respiro, se veía a lo lejos a quienes hacían su agosto ofreciendo agua fría;  no faltó quien ofreciera papas y golosinas, no sin antes ofrecer una disculpa a los oficiales por vender en la vía pública: “qué va a querer, jefecito”,  era la voz del hombre del carrito de papas y chicharrones, quien miraba de reojo a los policías estatales.

El contingente se concentró, aunque aún había gente en Isidro Fabela esperando avanzar. A través del megáfono se escuchaba: “Perdón por las afectaciones ocasionadas señores automovilistas pero si estuvieras de mi lado, también marcharías”, la disculpa no fue aceptada: camioneros, taxistas y autos intentaron esquivar, se escuchaban las palabras altisonantes cual plegaria, cual padre nuestro, cual murmullo de una minoría. El sol comenzaba a descender, por un momento las nubes brindaron sombra a unos cuantos, a los que se quedaban sentados y decían “yo no puedo decirle”, “enfrente, pregunte”. Poco importó que las demandas fueran en favor del equipamiento de los centros médicos de Chimalhuacán, Ixtapaluca, Ecatepec y Texcoco, al final del recorrido, la única demanda que imperó en el eco de los ciudadanos indiferentes fue: “Antorcha, Antorcha, solución”.

Los portales se conmocionaron, 5 mil cuerpos pasaron por la feria del alfeñique, que se cubrió de sombras. Los hombres y mujeres no perdían el tiempo en mirar las calles, avanzaban sin miedo, en el fondo sabían que  Jesús Tolentino Román, su dirigente estatal, los cobijaría con el apoyo de los más de 200 hombres que esperaban su llegada en el centro histórico. Pasaron cuatro horas desde su reunión en las Torres Bicentenario, habían pasado 240 minutos desde que habían sido convocados, y el tiempo parecía lo de menos. A su arribo al zócalo de la ciudad, un amigo les esperaba, (al menos así lo describió la gente) Telésforo Gracia, diputado local por Chimalhuacán esperaba ansioso para dar palabras de aliento al grupo, un hombre tomó el micrófono y lo presentó ante el resto como “el diputado de Antorcha”.

En la plaza de los Mártires se edificó un templete, Camelia Domínguez, líder antorchista fue la primera en pronunciarse en contra de los abusos gubernamentales. Una comisión pidió ingresar al recinto de gobierno, poco a poco la mancha urbana en la calle de Lerdo se dispersó y permitió el paso de los integrantes de la comisión, el pliego petitorio con 10 demandas sociales en favor de 20 mil antorchistas ingresó, pero la respuesta nunca salió aquellas puertas.

Al interior una comisión, afuera un ambiente de júbilo, que se vio reflejado en la participación del ballet folclórico de Chimalhuacán, un regalo para el cansancio social. A lo lejos, camiones de transporte se miraban en fila india, en la plaza de los Mártires miles de rostros cansados, plegarias no escuchadas, lamentos profundos y una que otra lágrima por las lesiones en los pies: “¡Antorcha vive, la causa sigue!”