Trump vs las tierras raras

El problema para el mandatario estadounidense es que China es el principal proveedor mundial de tierras raras.
junio 15, 2025

El señor Trump puede ser un buen mercader, pero es un pésimo presidente. Hoy más que nunca han quedado expuestas sus pobres habilidades para dirigir una nación con las características de los EUA. Apenas está cumpliendo medio año al frente de la Casa Blanca (en su segundo mandato) y ya la mayoría de los estadounidenses desaprueban su actuar, según las más recientes encuestas. En decenas de ciudades en todo su territorio se presentan protestas callejeras en contra de una de sus principales acciones políticas: combatir la migración. A estas protestas (la mayoría de ellas pacíficas), ha respondido desplegando fuerzas militares en las calles, dando con ello muestra de su debilidad. Pues cuando se carece de razones, el recurso más fácil es la fuerza.

Redadas en Estados Unidos. / Foto: Especial.

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Al mismo tiempo, el señor Trump mantiene disputas con las universidades, con el gremio científico, con la burocracia, y, por supuesto, ha desatado fuerzas caóticas en la economía mundial. Por si eso fuera poco, se enturbian cada vez más sus antecedentes penales. No se nos olvide que enfrentó cargos, fue juzgado y se le encontró culpable, pero evitó la cárcel sólo porque había sido electo como Presidente. Es un convicto en funciones de mandatario.

Pero, más allá de sus evidentes limitaciones como líder político, porque es incapaz de concebir el bien común como principio para guiar sus actos desde la presidencia, ya puede verse con claridad que como estratega mercantil tiene todo que perder. ¿Por qué? Por algo tan raro como el disprosio. La mayoría ni siquiera sabe qué es eso, pero podría ser su talón de Aquiles. Se trata de un elemento químico de los que se engloban en el término tierras raras. Éste, al igual que el neodimio, son insumos muy importantes en la industria tecnológica. Ambos han triplicado su valor desde que Trump decidió iniciar su guerra arancelaria.

El metal disprosio. / Foto: Wikipedia.

El problema para el mandatario estadounidense es que China es el principal proveedor mundial de tierras raras. Actualmente, produce cada año unas 240,000 toneladas métricas de óxido de tierras raras (equivalente a casi 70% de la producción global). Mientras que EUA contribuía con sólo 12%, o 43,000 toneladas. Además, China procesa más del 90% de las tierras raras globales, lo que significa que incluso los minerales extraídos en otros países a menudo se envían a China para su refinamiento.

Foto: AD Noticias.

Esta dominación se debe a décadas de inversión en infraestructura minera y tecnológica, así como a regulaciones ambientales menos estrictas que han permitido a China desarrollar su industria. Esto ha creado una dependencia global para la industria tecnológica, pues los autos eléctricos, los teléfonos celulares, las pantallas led, los generadores de energía eólica requieren disprosio, por ejemplo.

En el ámbito militar, cada avión F-35 requiere más de 900 libras de tierras raras para sus sistemas de control y navegación. Esto las convierte en un pilar de la seguridad nacional y la economía global. Pero, como EUA no posee actualmente la capacidad de ser autosuficiente, es más vulnerable en varias de sus industrias.

La tensión entre China y EUA alcanzó un punto crítico en abril. Cuando China impuso restricciones a la exportación de siete tierras raras clave, como respuesta a los aranceles de Trump sobre bienes chinos. Estas restricciones elevaron los precios. Tras dos meses de negociaciones, el pasado 11 de junio llegaron a un acuerdo. China se comprometió a reanudar las exportaciones de tierras raras e imanes a EUA, mientras que Trump reduciría los aranceles a las importaciones chinas. Y permitiría la entrada de sus estudiantes a universidades estadounidenses. Pero los chinos no prometieron más que medio año de proveeduría. Después habrá que ver cómo se consigue otro acuerdo.

Para reducir esta dependencia, EUA ha reactivado minas y también ha explorado alianzas con Australia, Canadá y Brasil. Sin embargo, el procesamiento sigue siendo un cuello de botella, porque requieren a China. Los especialistas en la materia han estimado que, incluso si todas las plantas de procesamiento propuestas fuera de China estuvieran operativas en 2025, podrían producir solo 134,000 toneladas. Esto indica que EUA seguirá necesitando importaciones, probablemente de China, en el corto y mediano plazo.

Quizá Trump detonó su guerra comercial, con aranceles y restricciones para negociar con China, pero acuerdos como el recién logrado no quitan la dependencia estructural que se tiene de los chinos para las industrias que necesitan esas tierras raras. Y, por más que los anhelos expansionistas apunten a Groenlandia o a Ucrania como reservorios de esas tierras raras, extraerlas y refinarlas, es algo que EUA aún no pueden hacer solo.

Lo que esto revela es la vulnerabilidad de EUA y los límites de la guerra comercial como solución a largo plazo. Si bien el acuerdo reciente con China alivia tensiones inmediatas, la dependencia estructural persiste. Podrá seguir alardeando con sus aranceles, distrayendo con sus cruzadas antiinmigrantes y enriqueciéndose brutalmente con sus criptomonedas en los tres años y medio que le restan. Pero nada cambiará con respecto a la nueva hegemonía china, en un insumo nodal para el mundo dependiente de las nuevas tecnologías que emplean las llamadas tierras raras.

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