Un repaso a la historia de la prostitución en Toluca

Toluca, México; 14 de febrero de 2018. Esta es una ciudad que tradicionalmente se ha caracterizado como un territorio conservador en el país. Así, la prostitución ha sido una práctica soterrada, realizada de forma clandestina debido, en parte, a que el propio gobierno ha criminalizado la práctica. La administración del ex mandatario Eruviel Ávila decidió […]

Toluca, México; 14 de febrero de 2018. Esta es una ciudad que tradicionalmente se ha caracterizado como un territorio conservador en el país. Así, la prostitución ha sido una práctica soterrada, realizada de forma clandestina debido, en parte, a que el propio gobierno ha criminalizado la práctica. La administración del ex mandatario Eruviel Ávila decidió clausurar en el 2015 todas las zonas de tolerancia que operaban en el Estado de México. La razón nunca fue bien explicada y aunque se hizo pasar como combate a la violencia contra las mujeres, esa decisión contrastaba con los 922 feminicidios y la negativa del propio gobernador para declarar alerta de género, diciendo que su administración tenía cosas más importantes que hacer. 
La prostitución es lo que es. Un intercambio comercial con la carne de por medio. Lo mismo la padecen, hombres, mujeres y niños y alrededor de ella se ha desarrollado toda una industria que produce revistas, cine, sitios web e incluso ha generado que pueblos entre los se dediquen a la trata de personas, como Tenancingo, en el estado de Tlaxcala. La prostitución se asocia a la esclavitud, así como a prácticas ilegales que causan sufrimiento aunque se desarrollen en entornos altamente civilizados. Por supuesto, no es lo mismo ejercer la prostitución en Ámsterdam que en la ciudad de México… o en el Estado de México, en casas de citas clandestinas.
En la capital mexiquense, el 2 de julio de 1898, durante el gobierno de José Vicente Villada, arribó el séptimo arte a la capital del estado, proyectándose la primera cinta en el Teatro Principal, más tarde Cine Coliseo, ubicado en la antigua calle Libertad, ahora Hidalgo, en el espacio en donde ahora se ubica la Plaza González Arratia.
Pasaron 108 años para que se inaugurara en Toluca el primer cine porno. En agosto del 2006, la saliente administración del panista Armando Enríquez Flores otorgó los permisos de funcionamiento del Cine Apolo, inmueble ubicado la esquina de Iztaccíhuatl y Pico de Orizaba, en la colonia Valle Verde, a un costado de la Terminal de Autobuses de Toluca.
Ahí, por una cantidad que no supera los 50 pesos, clientes, generalmente hombres, acuden a ver funciones de cine pornográfico en una exhibición alucinante de voyeurismo. Adentro los usuarios pueden recibir servicios de sexo oral de hombres o mujeres. Decir que fue el primero no es del todo certero. Lo es  como local dedicado las 24 horas a la proyección de ese tipo de cintas, pero también antes, otros cines hacían lo mismo, como el antiguo Andrómeda, ubicado en la calle de Hidalgo o el Florida, con funciones de medianoche, sólo para adultos, que no eran otra cosa que la proyección de pornografía.
Toluca no tiene prostíbulos pero sí casas clandestinas de citas y aun las calles prestan su espacio para la práctica. La terminal de autobuses y los hoteles aledaños son un ejemplo de ello, así como Humboldt, el bulevar Aeropuerto, la avenida Alfredo del Mazo y algunos puentes de la avenida Baja Velocidad.
“Las denuncias hechas por comerciantes de las zonas mencionadas, así como por la Cámara Nacional de Autotransporte de Pasaje y Turismo (CANAPAT) delegación Estado de México han hecho que las autoridades implementen operativos en la ciudad, sin embargo, el índice de esta actividad no ha bajado en Toluca.
”El titular de la Dirección Ciudadana de Toluca, Javier Torres García, indicó que la Fiscalía de Justicia mexiquense ha implementado operativos “en bares, hoteles, por supuesto que los tenemos señalados y es un apoyo que se está dando en acuerdo con la Fiscalía, especialmente en Toluca norte, zona de Las Enchiladas de Buenavista, se han asegurado 193 lugares, de esos, tres quedaron incautados por la Fiscalía, tienen sellos y están en este proceso.
”Torres García indicó la semana pasada que de esos operativos han sido detenidas 61 personas; sin embargo, la mayoría de las veces los detenidos son puestos en libertad sin reservas luego de pagar fianza o multa.
”Los locatarios del mercado Juárez han indicado en varias ocasiones que “En la zona 03 tenemos cantinas y hay mucha prostitución, cierran hasta la 1 o 2 de la mañana y tenemos problema fuerte”, de acuerdo con Arturo Casas Trigos, presidente de la Mesa Directiva del Mercado Juárez. Denuncian los comerciantes que sexoservidores(as) heterosexuales y transexuales ofrecen sus servicios en las inmediaciones de los Baños Nava y el Cine Apolo, así como en los pasillos del mercado.
”Apenas la semana pasada, la división de Gendarmería de la Policía Federal de México desarticuló a una red de prostitución y trata de personas en el Motel Gran Vía; en el operativo fueron rescatadas 24 mujeres sudamericanas a las que se sometía a prostitución durante todo el día”.
¿Y entonces? ¿Qué sucede en realidad?
¿Por qué en México la prostitución es un servicio soterrado y moralmente mal visto? ¿Por qué no se establecen zonas de tolerancia en el Estado de México? Una mirada al pasado de nuestro país podría aclararnos algunas cuestiones sobre este tema.
En el Diccionario de la Real Academia Española se lee que el concepto 'prostitución' proviene del vocablo latino prostitutio, que define a la actividad que realiza quien mantiene relaciones sexuales con otra persona a cambio de dinero. La palabra da cuenta de una transacción comercial, entre dos o más personas, para la prestación de un servicio sexual, por el que se pagará con dinero o en especie.
Este intercambio se da entre dos o más sujetos. Por un lado están quienes ofrecen el servicio –a quienes se les llama prostituto o prostituta–, y por el otro están los clientes, que son quienes pagan el servicio de los primeros para satisfacer sus deseos sexuales. 
En México la prostitución es una actividad que en términos generales es rechazada por la sociedad, por razones de tipo moral y religioso. Amén de tratarse de una transacción de oferta y demanda de servicios sexuales, la prostitución causa escozor social por considerarse una práctica de ideología machista y moralista, basada en posturas dogmáticas.
Todos hemos escuchado el dicho que reza que "la prostitución existe desde que el hombre existe”, o bien que se trata de uno de los "oficios" más antiguos del hombre, incluso más añejo que la agricultura, pues la prostitución parece ser la vía para satisfacer necesidades o caprichos que no podrían ser atendidos de modos más tradicionales y aceptados como el cortejo y el matrimonio.
Lo innegable es que en México se tiene noticia de prácticas de lenocinio desde el periodo precolombino, y de hecho han llegado a nosotros narraciones sobre esas costumbres de las plumas de los propios misioneros españoles, como fray Bernardino de Sahagún y fray Toribio de Benavente, Motolinía.
En el mundo nahua, las ahuiani eran mujeres que participaban en determinadas celebraciones y fiestas religiosas alegrando a algunos prisioneros de guerra antes de que fueran sacrificados. Al respecto, Guilhem Olivier escribe: “[…] se sahúma, se echa humo, se pone perfumes, se pone la flor de poyomatli […] Anda burlándose, anda contenta, va de un lado a otro […] anda riendo”.
En el mundo prehispánico, la estructura social representaba el orden cósmico del universo, y en apego a esta cosmovisión se ritualizaban muchos de los aspectos de la vida cotidiana, situación que se modificó en forma drástica con el arribo de los españoles al continente, quienes en su afán por imponer su cultura terminaron por sincretizar ambas.
España justificó la empresa de la conquista de América con la conversión de los nativos al cristianismo, y la religión entonces fue utilizada como herramienta idónea para darle un sesgo moral o para satanizar ciertas prácticas que antes de la llegada de los frailes eran comunes y aceptadas en Mesoamérica, como la homosexualidad o la prostitución.  A partir de entonces tanto la homosexualidad como la prostitución fueron socialmente rechazadas, pero toleradas de modo soterrado. 
Fue entonces también cuando la prostitución comenzó a ser considerada un “mal necesario” que podía contribuir a evitar las prácticas homosexuales o bien para conservar la "santidad y pureza del matrimonio", dejando fuera de este ámbito las relaciones carnales como medio de placer. Por supuesto que la ideología imperante sólo aprobaba que los hombres pagaran los servicios que ofrecían las meretrices, pero era inaceptable que la mujer contratara los servicios sexuales de un hombre.
En el siglo XIX, con el advenimiento de la ideología positivista en México, el naciente Estado mexicano trató de regular la práctica de la prostitución, y con ese fin promovió realizar un censo de las meretrices, a fin de establecer un control e identificación de ellas. Incluso con esta medida se buscó disminuir la propagación de la sífilis, enfermedad común entre las prostitutas y los compradores del servicio, y debe destacarse que la medida tuvo un buen nivel de éxito.
En el Archivo Histórico Municipal de Toluca se puede consultar un registro de la segunda mitad del siglo XIX, en el que aparecen los datos de algunas sexoservidoras. Este documento, y otros más, constituyen una mina de oro para los investigadores de ciencias sociales.
El padrón en cuestión da cuenta de que las autoridades municipales realizaron un buen trabajo de registro de las mujeres públicas que ofrecían sus servicios en las calles de la ciudad. En él aparecen datos personales de las mujeres, como su edad, nombre, lugar de nacimiento, complexión, e incluso hay fotografías de ellas.
El registro también sirvió al Ayuntamiento para cobrar un impuesto por el ejercicio de la prostitución, el cual fue útil porque pudo instaurarse una inspección sanitaria regular de las mujeres públicas que fueron atendidas con la frecuencia necesaria por médicos, pues se trataba de evitar la propagación de enfermedades venéreas entre la población.
Ya en el siglo XX, durante la gestión José Vicente Villada como gobernador del Estado de México se realizaron varios intentos por registrar a las mujeres públicas que ofrecían sus servicios en las calles de la capital del estado, pero estas tentativas incipientes de crear una zona de tolerancia en Toluca no lograron madurar, pues se impusieron las tendencias conservadoras de la sociedad que no dejó de presionar al gobierno para que hiciera lo necesario para erradicar la prostitución, por considerarla una práctica que contravenía al sacramento del matrimonio como institución ligada a la procreación, y a  la prostitución se le asoció con las relaciones sexuales cuyo fin era el de obtener un pago.
A finales del siglo XX y principios del XXI, la teoría de género hizo más complejo el tema de la prostitución, pues se amplió el espectro de la diversidad sexual. Hoy día mujeres, hombres, transexuales y transgéneros ofrecen servicios sexuales, pero al ser una práctica que no está regulada, estas personas se convierten en sectores vulnerables y son en los hechos marginados sociales.
Para la socióloga madrileña María Elvira Villa Camarma en la actualidad existen básicamente tres posturas sociales en torno al trabajo sexual: la primera señala al “cuerpo como delito”, y parte de la perspectiva en la que el intercambio de los servicios atenta contra los valores éticos. En este sentido, la función del Estado es la de erradicar la actividad.
La segunda postura es la del “cuerpo como como negocio”. Aquí la prostitución es vista como una actividad laboral legal. Plantea que si el negocio deja de criminalizarse implicará reconocer los derechos laborales de las personas dedicadas al sexo servicio, los cuales deben ser los mismos que los que se tienen con cualquier otra profesión u oficio. Lo anterior se traduciría también en pago de impuestos por ejercer la prostitución, y el establecimiento de controles sanitarios periódicos y obligatorios, además de la asignación de un área específica en la ciudad para desempeñar la actividad.
La tercera postura es la que ve al cuerpo “como mercancía y como víctima”. Se trata de un enfoque abolicionista, que entiende a la prostitución como un medio de esclavitud sexual y una forma de ejercer violencia contra las personas que ofrecen el servicio de sexo, por lo que la función del Estado sería la de castigar a quienes paguen o contraten el servicio, además de que estaría obligado a orientar a quienes se dedican a ofrecerlo, a fin de que dejen esa actividad.
Así las cosas, mientras la prostitución no sea una actividad reglamentada, las personas que se dedican a este oficio serán sectores sociales vulnerables a violencia física, explotación sexual, enfermedades de transmisión sexual, rechazo de la sociedad, extorsión de los mandos policíacos y hostigamiento de las administraciones en turno.
Al tratarse de algo que se ha realizado desde siempre, y en toda época, la decisión que parece más congruente es su reglamentación, ya que esto le permitiría al Estado cobrar impuestos por el desempeño del oficio, a la par que estaría obligado a proporcionar a quienes ofertan sus servicios sexuales de seguridad social y jurídica, y designar una zona de tolerancia.
La ciudad coopera con su circuito de hoteles, el 90 % de paso, que ha adornado desde siempre a la capital del Estado de México. Son relativamente nuevos los familiares o de franquicias.
Hasta antes de la prohibición en el gobierno de Eruviel Ávila, Toluca tenía zonas de tolerancia muy definidas. La carretera hacia la ciudad de México, la vialidad Alfredo del Mazo y la avenida López Mateos, rumbo a Zinacantepec. Había de todo: El Gallo Giro, el As de Oros, para quienes no tenían mucho. Peor otros como el Dow Jones cobraban hasta en dólares y el lado morboso de la ciudad contaba que allí era donde iban los políticos y funcionarios más respetables de la ciudad, apenas en la primera década de este siglo. En los años 70, La Negra, una veracruzana que vino para triunfar en el negocio de la prostitución, abría su propio negocio. Después, El Safari, en la avenida Hidalgo, junto al hotel Miled, sí, propiedad de la misma familia a la que pertenece el tristemente célebre “Lord MelaPelas”, mantuvo abiertas sus instalaciones varios años a pesar de que tenía uno de los ambientes más violentos.