El cambio que no fue

El cambio que no fue
La esperanza ciudadana de un cambio ve transcurrir los días con desánimo

Cada vez más cerca de los primeros 100 días de gobierno, después de la llegada de Morena al Palacio del Poder Ejecutivo en el Estado de México y los cambios son apenas perceptibles.

En las oficinas clave siguen los mismos de siempre, con las prácticas de siempre y los procedimientos tortuosos de siempre, bueno, quizá peores por la soberbia de los encargados al atender al ciudadano común, quienes perciben en su inmovilidad un visto bueno expreso a su proceder.

Los restaurantes, comúnmente acostumbrados a ser sede alterna de la clase burocrática, siguen llenos, no han visto menguada su clientela, las pláticas de los de antes es de burla con relación a los nuevos, a los que no bajan de “ingenuos”.

La esperanza ciudadana de un cambio ve transcurrir los días con desánimo, pasando de la emoción del ya se van, a la triste realidad del ya se quedaron. Los servidores públicos de rangos menores que contribuyeron al movimiento de la 4T ahora son sujetos de burla con los clásicos “ya ves, no estaban preparados”, “te dije que no tenían gente”, incluso ahora temen las represalias.

Los entrantes jugaron a la continuidad, a evitar errores, a que no los juzgaran, pero no midieron que en la administración pública no aplica el refrán de “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Pensaron en ellos, no en quienes votaron.

La administración pública, decía AMLO, es como un elefante reumático, el riesgo es que el tiempo perdido se multiplica exponencialmente.

A los integrantes del movimiento les pesa, seguramente, el tener que verle la cara a los mismos que no les daban respuesta a sus peticiones o trámites, pero lo que más les cala es que se refieran burlonamente a ellos por haber creído.

Los que ocasionaron el daño en el ISSEMyM siguen ahí, los manifestantes que pedían justicia frente a palacio siguen ahí, los operadores políticos del régimen delmacista siguen ahí, es probable que después de los 100 días de lo que se hable es del cambio que no fue, qué lástima.