Cautiva talento de Liebman

A sus 11 años, Daniela Liebman ya es una de las artistas mexicanas con mayor proyección en el ámbito musical. Su abuela paterna fue concertista en Nueva York y su padre un violinista clásico, por lo que Liebman inició sus estudios musicales desde una temprana edad. Cuando tuvo 5 años, su padre le consiguió su […]

A sus 11 años, Daniela Liebman ya es una de las artistas mexicanas con mayor proyección en el ámbito musical. Su abuela paterna fue concertista en Nueva York y su padre un violinista clásico, por lo que Liebman inició sus estudios musicales desde una temprana edad.

Cuando tuvo 5 años, su padre le consiguió su primer piano y dos años más tarde la pequeña comenzó a estudiar formalmente en el Instituto de Bellas Artes de Colima, para convertirse en solista, teniendo como influencias al dúo petrof, conformado por su maestro Anatoly Zatin y Vlada Vassilieva.

En su trayectoria musical ha ganado el primer lugar en el Concurso Nacional de piano Parnassos de Monterrey, el concurso internacional de La Noche en Madrid y el Russian Music International Piano Competition de San José California. Galardón que fue entregado por vez primera a una participante latinoamericana.

Liebman también ha dado conciertos en diversos países como Italia, en el International Piano Festival, Kirguistán, con motivo del Festival de artes de Bishkek, y en el Festival ELAN, en Dallas, Estados Unidos. Sin embargo, el salto de su carrera fue al haberse presentado en el Carnegie Hall de Nueva York, junto con la Park Avenue Cahmber Symphony, y por compartir el escenario, junto con otros cincuenta niños, con el virtuoso Lang Lang, uno de los más prolíficos pianistas del mundo.

Su más reciente presentación tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes, el primero de febrero de este año, donde Liebman interpretó sin necesidad de partitura, el concierto No. 8 de Motzart, y otras  composiciones de Chopin, Betthoven y Bach, acompañada de la renombrada Orquesta de Cámara de Bellas Artes y contando como director invitado a su maestro. El concierto fue inspirador para la cultura de la capital, pues para complacer a aquellos interesados que no consiguieron boleto, se colocaron pantallas gigantes y sillas a las afueras del Palacio, de tal modo que ninguno se lo perdiera.

Liebman hizo cuatro encore antes de finalizar su ejecución, que fue aclamada sin cesar.

El talento de esta prodigio es uno de los mayores deleites para la cultura mexicana, un hecho sin duda admirable, pero que a la vez nos recuerda que muy pocos jóvenes pueden cosechar su talento de esta manera, sea por falta de apoyos culturales o de oportunidades económicas.

(Con información de Cofee and Saturday)