Cholos de San Cristóbal Huichochitlán: voces contra la discriminación y la marginación

Huizache Low es un club originario de la zona norte de Toluca, que fusiona la cultura chicana con la mexicana

Las biclas, los tatuajes, la ropa holgada y el rap se unieron hace 17 años en el barrio de la Trinidad, en San Cristóbal Huichochitlán, para formar “Huizache Low”, un club de Lowraider donde conviven cholos de todas las edades; cuyo contexto está marcado por los estigmas sociales y las condiciones de marginación de la zona norte de Toluca.

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En el barrio la fiesta de aniversario se hace cerrando la calle, con la lona amarilla y el sonido que desde medio día retumba. Las cervezas se destapan, los cigarros o los porros se encienden y poco a poco se manifiestan los abrazos: “el carnalismo”.

Entre las calles, llenas de baches, empiezan a aparecer las biclas bajas con tijera de caramelo, asiento de banana, retrovisores y aerografía. Estos elementos son característicos del Lowrider; una forma de manifestación de la cultura chicana que consiste en “rodar bajo”, “rodar tranquilo”, según explican los miembros de Huizache Low.

Con gafas negras, cabezas rapadas, ropa holgada y tatuajes –que en su mayoría hacen referencia a la religión y sus vivencias– arriban los cholos y las cholas. Desde distintos puntos del país se dieron cita en San Cristóbal Huichochitlán para ser parte del evento que congregó a más de cien asistentes; entre los que se encuentran familias completas. Entre ellas está la de Aurelio Contreras, conocido como “El Tijeras” quien hace 17 años fundó el club “Huizache Low” y hoy acude con su pequeña nieta.

En el 2005, vio unas bicicletas en un catálogo que le llamaron la atención, entonces, decidió empezar a comprar piezas y armar su bicla. Ahí comenzó su historia con el Lowraider que –pese a la estigmatización social que implica– debe promoverse entre los jóvenes, explica El Tijeras. Por ello, no duda en invitar a más personas a participar en el club.

Ser cholo en San Cristóbal Huichochitlán

El domingo 24 de julio la comunidad reactivó su tradicional recorrido a la catedral de Toluca como parte de la celebración de su santo patrono; el acto fue acompañado por Huizache Low, quienes llevaron sus bicicletas modificadas a la caravana. Y es que la zona otomí de Toluca tiene una arraigada tradición religiosa, a la que también está vinculada el club.

De hecho, Huizache Low surgió para acompañar el paseo de San Cristóbal rumbo a la catedral; acción que se ha convertido en una responsabilidad social para la agrupación, que es bien recibida por el resto de la comunidad.

Sin embargo, la policía todavía los estigmatiza por su vestimenta. Los integrantes del club recuerdan experiencias negativas:

“La policía piensa que por estar tatuados o vestirse tumbado significa que somos delincuentes, pero como les decía esto es una cultura”, expresa “El Tijeras”. Él y sus compañeros son consciente de los prejuicios, que derivan en un constante hostigamiento y discriminación.

Sin embargo, la segregación está presente desde los años 70, cuando la cultura chicana nació en Estados Unidos. Entonces, la palabra cholo se usaba –como ahora– de manera despectiva. Aunque para los señalados, ser cholo significaba identidad, hermandad, y confluencia entre la cultura americana y mexicana.

A poco más de 50 años del surgimiento de la cultura chicana, la discriminación y el racismo persisten en la sociedad; sobre todo cuando además de ser cholo vives en una comunidad indígena, en donde los ciudadanos han tenido que desprenderse de sus raíces.

“La cultura otomí [en San Cristóbal Huichochitlán] se está perdiendo porque recuerdo que anteriormente los de Toluca nos discriminaban porque somos indios porque hablábamos otomí. Pero todos somos indios, tenemos sangre indígena y hoy en día los jóvenes que van creciendo ya no hablan otomí, desafortunadamente. Pienso que en unos 20 o 30 años va a desaparecer”, expresa “El Tijeras”.

La cruz de la marginación

“Ey, you, ya se la saben que tranza carnal,

desde aquí de Sancrilocos, esto dice así:

 yo soy L9 perros, puro 7, 22, carnalito ahuevo;

venimos del barrio,

no importa el horario,

aquí se mueve feria a diario,

y también el puto vecindario,

no queremos, a la placa,

 no queremos al a-yun-ta-miento,

queremos el apoyo de todo el pueblo».

Así suena una improvisación de L9, uno de los jóvenes anfitriones de la celebración. Su letra retrata la marginación histórica que ha enfrentado la zona norte de Toluca por parte de los gobiernos.

Tres preguntas permiten entender mejor estas circunstancias y cambiar la percepción sobre “los cholos”, a quienes prácticamente se les da el micrófono para dar una opinión social o política.

¿Qué piensan de que se les estigmatice o relacione con la delincuencia y los vicios?

Mr. Hitter: Pues para empezar carnal, los vicios son malos; pero en esta vida todos tenemos un vicio y por más que te digan que está mal lo vas a hacer. En la cuestión de la música es como desahogarnos, como de darles a conocer lo que pasa en las calle, lo que mucha gente no ve, lo que pasa con la gente marginada.

¿Qué piensas de la situación de San Cristóbal? ¿Por qué suelen identificar que está olvidada por los gobiernos?, ¿es así?

El Tijeras: Efectivamente, estamos a unos pasos de Toluca, este ya no es un pueblo, ya está registrado como colonia, pero desafortunadamente no hemos recibido apoyo de parte del gobierno; vamos saliendo adelante como podamos tanto en servicios, como en otras cosas más.

¿Cómo ve a la juventud, si tiene alternativas para estudiar?

El Tijeras: Hay muchos jóvenes que quisieran estudiar, nomás que a veces se les cierran las puertas. Se les ve como prioridad a los que son de la ciudad de Toluca. En cuestión de ingresar a la universidad muchos jóvenes quedan fuera de eso; desde mi punto de vista ojalá el gobierno se preocupara por hacer más universidades que es lo que nos hace falta, porque sí hay mucha inquietud de los jóvenes que quisieran seguir estudiando.