Más de mil días después

Más de mil días después
Han sido más de mil días los transcurridos y durante todo este tiempo hemos pasado de la incertidumbre total al fastidio por el tema

Esta semana se cumplen tres años de la pandemia de covid-19 en México. En esta fecha, pero del año 2020, se reconoció el primer caso de un mexicano infectado por SARS-CoV-2 en territorio nacional. Esta pandemia es, sin duda, el evento social más importante del último siglo. Gran parte del mundo vio trastocada su realidad por la propagación del virus. La cotidianeidad se modificó prácticamente de un día para otro. El enclaustramiento, el distanciamiento, la suspensión de actividades, la prohibición de congregaciones, las medidas sanitarias, la atención en los hospitales y un conjunto de situaciones más terminaron por trastocar la vida ordinaria, sobre todo en las ciudades.

La emergencia sanitaria –hoy se puede afirmar– tomó a todo mundo por sorpresa. Las autoridades no estaban preparadas para algo así. Ello, no obstante, que hasta películas sobre una potencial pandemia se habían producido desde hace tiempo. Parecía ciencia ficción, hasta que de verdad apareció un virus de origen desconocido, cuya transmisión no era claro cómo ocurría, ni los síntomas y tratamientos estaban bien establecidos.

Han sido más de mil días los transcurridos desde entonces. Hemos, durante todo este tiempo, pasado de la incertidumbre total al fastidio por el tema. En momentos intermedios hemos estado en manos de gente que lucró con el oxígeno, con los medicamentos, con la información; también hemos estado a expensas de protocolos sanitarios que no resultaron útiles; igualmente pasamos del temor al humor, del escepticismo al optimismo, sobre todo con la aplicación de vacunas. En suma, han sido tres años muy complejos.

Covid-19 hoy

Hay, sin embargo, varias cosas que hoy parecen evidentes: el virus existe, enferma a las personas y muchas terminan muriendo por sus efectos. El origen más creíble es la zoonosis y no la fuga del laboratorio. Las vacunas no evitan el contagio, sino la enfermedad grave y la inmunidad que se genera tras entrar el contacto con el virus también sirve para futuras infecciones. La enfermedad conocida como covid-19 deja secuelas en muchos de los casos y son de muy diversa índole. Las mascarillas de acrílico, los tapetes sanitizantes, el gel antibacterial, la toma de temperatura no fueron medidas eficaces para impedir que el virus se esparciera. Se contagia por el aire y los lugares con poca ventilación y estrecho contacto fueron los más propicios para infectarse.

También, con la perspectiva que solo da el tiempo, puede sostenerse que las elevadas tasas de mortalidad por la pandemia de covid-19 en países como el nuestro están relacionadas con la precaria salud de la población. No somos una nación saludable. Las epidemias de diabetes, sobrepeso, hipertensión y, en general, una vida sedentaria y con alimentación basada en ultraprocesados o con fumadores y otras adicciones, fueron factores determinantes. El que los Estados Unidos de América sea el país con el mayor número de personas muertas en todo el mundo por esta pandemia corrobora lo anterior. América fue el continente más afectado y África el que menos estragos reportó.

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El virus continua

A la fecha, el virus SARS-CoV-2 sigue circulando en el mundo y continúa mutando. La cantidad de población cubierta por las campañas de vacunación ha hecho disminuir el riesgo de enfermedad grave y muerte. La gente ha dejado de tenerle el miedo que le tuvo y, en muchas partes, han dejado de ser obligatorios el cubrebocas, el gel antibacterial y otras medidas. No estoy tan seguro que esta evolución se haya experimentado en los sistemas de salud. No hay información clara en el sentido de que se aprendió la lección y estamos mejor preparados para una pandemia similar.

Tres años se dicen fácil, pero no lo han sido. Los aprendizajes deben traducirse en acciones concretas de previsión y prevención. Ya lo hemos dicho, pero vale la pena repetirlo, el sistema de salud comienza en la casa y el último eslabón de la cadena es la sala de terapia intensiva. No debemos apostar todo a la atención hospitalaria. Es mejor estar bien informados, saludables y atentos, pues no es la primera ni será la última epidemia.