¿Dónde es más rentable estudiar? 

  Un término que hoy parece de uso corriente entre la gente es el de “capital humano”, el cual se utiliza para referirse a las personas pero viéndolas como activos económicos. Al tratarlas así, se piensa que cada individuo, al ser puesto en relación con otros factores productivos, puede redituar ganancias. Evidentemente el uso de […]

 

Un término que hoy parece de uso corriente entre la gente es el de “capital humano”, el cual se utiliza para referirse a las personas pero viéndolas como activos económicos. Al tratarlas así, se piensa que cada individuo, al ser puesto en relación con otros factores productivos, puede redituar ganancias. Evidentemente el uso de este término con esa connotación vino de la Economía. Esta ciencia, a través de diferentes posturas teóricas, llegó a la conclusión de que el factor humano era importante en términos económicos para una sociedad. En ese sentido se ha convertido en un principio para los economistas el sostener que se puede incrementar el capital humano, y para ello han visto como un factor fundamental a la educación.

Poner en esta tesitura a las personas y a la educación lleva a concluir que ir a la escuela tiene sentido en la medida que, potencialmente, podría representar un aumento en los ingresos de las personas y, por consecuencia, se reflejaría en el crecimiento económico de una sociedad. Mandar a los niños y jóvenes a la escuela puede ser visto, entonces, como una inversión.

Vale la pena reflexionar sobre esto porque de manera reciente dos investigadoras de la Universidad Autónoma del Estado de México publicaron los resultados de un estudio sobre la rentabilidad privada de la educación en el Estado de México. Ellas llegaron a la conclusión de que en la zona urbana del Estado de México la tasa de rentabilidad privada de la educación es menor que en la zona rural. ¿Eso qué quiere decir? Que las personas que viven en la ciudad tardan más tiempo en obtener “de regreso” lo que gastaron en la educación que lo que tardan en verlo las personas que viven en las zonas rurales ¿Cómo?,  ¿Por qué? Hay varias cosas que se deben explicar.

Primero, debe ponerse atención en que la investigación habla de la “rentabilidad privada”, eso significa que está tomándose en cuenta lo que gastan las personas en educación, no cuanto gasta el gobierno (dinero público). Si se toma en cuenta la cantidad de dinero que la gente en la zona rural tiene que poner de su bolsa, es menos y, por ello, les lleva menos tiempo verlo “de regreso”. Sin embargo, eso se va modificando en la medida que se avanza en el nivel de la educación, pues para la gente que vive en zonas rurales se vuelve casi privativo llegar a estudios superiores o de posgrado; entonces, escalar hasta esos niveles se convierte en algo que reduce la tasa de rentabilidad, sobre todo por los gastos de traslado y manutención (porque las escuelas superiores mayoritariamente están en las ciudades); y, además, en las zonas rurales no hay posibilidades para emplearse con buena remuneración tras concluir ese tipo de estudios.

En segundo lugar, debe tomarse en cuenta que lo políticamente correcto es invertir dinero público en las zonas rurales para subsidiar el costo de la educación, entonces menos dinero sale de los bolsillos personales y más de las arcas del Estado para los estudios en la zona rural. Lo contrario ocurre en las zonas urbanas, en donde un factor adicional son los diferentes ritmos a los que crece la población con respecto a la oferta educativa pública: cada vez se reducen más los espacios en las escuelas que reciben dinero del presupuesto gubernamental y son más las privadas en las que los padres tienen que pagar mensualmente por la educación de sus hijos; eso disminuye la tasa de rentabilidad.

Por último, puede decirse que necesitamos ver en qué medida esta proporción va a cambiar con los recortes presupuestales que se nos avecinan, pues uno de los rubros a los que se disminuirá el flujo de presupuesto público es a la educación. Ojo: la tasa de rentabilidad de la educación debe tomarse en cuenta.