El doble filo del anonimato migrante

Toluca, Estado de México; 10 de noviembre de 2018. A lo lejos, la caravana migrante se mira como una masa informe que se mueve con miles de pares de piernas, ojos y brazos. No tiene sentimientos ni nombres, se llama Nadie -como Ulises para derrotar al Cíclope- y a Nadie se le ofende reiteradamente con […]

Toluca, Estado de México; 10 de noviembre de 2018. A lo lejos, la caravana migrante se mira como una masa informe que se mueve con miles de pares de piernas, ojos y brazos. No tiene sentimientos ni nombres, se llama Nadie -como Ulises para derrotar al Cíclope- y a Nadie se le ofende reiteradamente con la facilidad que se enfrenta a alguien que no vemos.

La masa informe está compuesta por seres humanos que salen de sus países con la firme intención de encontrar mejores oportunidades de vida; si son delincuentes o no, no lo sabemos, seguro que algunos sí lo serán, otros no. Seguro que algunos son violadores, perversos, ladrones, pandilleros o secuestradores. La cualidad de ser humano no trae implícita la responsabilidad de la bondad en ningún país, en ninguna entidad social.

Hace un par de días, el anonimato de la caravana detuvo a dos mexicanos quienes, según reportaron algunos medios de comunicación, en Oaxaca, intentaron violar a dos mujeres integrantes del éxodo, fueron remitidos a las autoridades.

Aunque las redes sociales no representan una referencia de opinión confiable, los comentarios, desde que inició el peregrinar de estos miles de hombres y mujeres sin nombre, se centran en una crítica a la aceptación; reclaman bienestar para los mexicanos, trabajo y mejores condiciones “son seres humanos”, dicen, “pero no me gustaría que se quedaran a dormir afuera de mi casa”.

La caravana migrante es una masa informe que provoca reacciones con forma: el desprecio se lee en frases como ¿quién recoge la basura? ¡qué se regresen a su país! “delincuentes, violadores, hay que cuidar a nuestras mujeres”.

Un viaje al centro de la masa va configurando cuerpos, ojos, manos, parentescos: madres con hijos, padres con hijas, hermanos, primos, amigos; el joven que huye de un pandilla o la mujer que huye de la delincuencia, o de su marido golpeador o de la pobreza.

El doble filo del anonimato migrante permite que se les agreda, cuestione y desprecie, pero también que los que reciben, aunque sea de paso, muestren un brillo letal que corta la consagrada bondad de los humanos.

El doble filo es peligroso porque Nadie, también se llama el que opina que en el mundo hay diferentes clases de humanos.