El gobernador del Valle de México

A propósito de las frecuentes especulaciones que se hacen, de parte de algunos medios, acerca del posible relevo antes del término constitucional del Dr. Ávila, vienen a cuento algunas consideraciones.   En administraciones estatales, por ahí de 1981 y posteriores, se comentaba lo ineludible que era que las posiciones políticas en los municipios del estado […]

A propósito de las frecuentes especulaciones que se hacen, de parte de algunos medios, acerca del posible relevo antes del término constitucional del Dr. Ávila, vienen a cuento algunas consideraciones.

 

En administraciones estatales, por ahí de 1981 y posteriores, se comentaba lo ineludible que era que las posiciones políticas en los municipios del estado de México ubicados en la vecindad de la ciudad de México, fuesen ocupadas por originarios de esa zona.

 

Se decía que no era legítimo que, por ejemplo, se mandase a un político de Atlacomulco como presidente municipal de Naucalpan o a uno originario de Toluca de diputado por Neza.    

 

En algún momento también se especulaba acerca de la posibilidad de que la sucesión en la gubernatura, se diera a favor de algún miembro de la llamada clase política del valle de México, dado su peso demográfico.

 

Sin embargo, se apuntaba, no existía el denominado grupo del valle de México.

 

Era muy diferente la clase política de Tlalnepantla de la de Nezahualcoyotl, la de Cuautitlán a la de Zumpango, por no mencionar a los grupos dentro de cada municipio.

 

Además, la mayoría de los gobernadores de la entidad venían de ocupar puestos relevantes en el gobierno federal, lo que les daba un perfil de mayor jerarquía sobre los políticos que venían ascendiendo en la política local, que era el caso de la mayoría de los del valle de México.

 

Sin embargo, finalmente, en 2011 se dio el arribo de un político del valle de México a la gubernatura estatal. Con ello se podía suponer la posibilidad de un modelo de gobierno de mejores dimensiones, posibilidad que se frustró ampliamente, generando la situación actual.  

 

Ahora bien, desde mi perspectiva, la falta de consenso de la actual administración estatal se debe a que por una parte tiene la sombra del gobierno federal. Al que se esmera de manera prioritaria por agradar.

 

Por otra parte se ha generado la impresión de que el gobierno estatal es un gobierno municipal grandote, con todos sus vicios, en el que carecen de estatura varios de sus colaboradores.

 

Y lo más grave es que  la problemática en asuntos torales se ha venido incrementando, aunada a una cierta disonancia entre los hechos y el discurso oficial.

 

Quizá todo eso conspire para que algunos medios especulen sobre el relevo anticipado del Dr. Ávila  y el retorno de esquemas tradicionales de rajatabla, a que tan afectos son algunos políticos. 

   

 

PS Cabría preguntar al rector o al secretario de docencia de la UAEM, cuántos de sus directores leyeron la clasificación de instituciones de educación superior publicada por el diario Reforma el día de ayer y qué opinan de todo ello.