Ni en la más grande peregrinación católica a la Basílica de Guadalupe o al Santuario de Chalma se había visto tal movilización de mexiquenses como en la marcha de este domingo en la CDMX para celebrar a la 4T. Nada ni nadie tiene en este país la convocatoria del presidente López Obrador, eso es un hecho innegable e incontrovertible.
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Las marchas confirmaron lo que sabíamos: el respaldo al presidente es absolutamente mayoritario. De cada 10 mexicanos, 7 están a su favor y 3 en contra. La fuerza chaira es muy superior a la fifí. Los seguidores de López Obrador están en modo pacífico y creativo; sus detractores, muy enojados y frustrados.
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Por supuesto que hubo movilización. Centenas de camiones para transportar a los adoradores del presidente. Es lo normal, o ¿cómo pensaban que la gente de fuera se trasladaría a la CDMX? Lo execrable sería que se utilizaran recursos públicos para hacerlo, pero hasta ahora no se ha hecho una sola denuncia formal.
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La participación de los liderazgos de “Mexiquenses de Corazón” fue muy discreta, por decirlo de manera amable. Hubo un par de fotografías de Martha Guerrero caminando al frente de un grupo de personas. No se vio a Higinio Martínez —quizá andaba en España con Ricardo Monreal— ni a su escudero, Nazario Gutiérrez, por citar solo a algunos de los más representativos.
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Nada irrita y frustra más a los autoritarios con delirio de grandeza, que no poder ejercer control sobre los demás. La mesa del Conversatorio AD es zona libre, por eso celebramos que hoy nos acompañe Bernardo Barranco, voz informada e independiente, para hablar sobre el proceso electoral en marcha. No se lo pierdan.