El sistema se eligió a sí mismo

Este análisis revela cómo la candidatura oficial operó con ventaja estructural, el voto nulo se convirtió en una forma de protesta organizada y la universidad optó por blindar su régimen antes que transformarlo.

“Hay que narrar lo que pasa, pero también lo que lo hace posible.”

Una elección universitaria nunca es solo un trámite. Es un espejo —a veces distorsionado, a veces revelador— de lo que la institución piensa de sí misma y del poder que la habita. La Universidad Autónoma del Estado de México ha concluido un proceso electoral que formalmente cumplió con los requisitos establecidos, pero que sustantivamente dejó abiertas muchas preguntas: ¿quién decidió realmente?, ¿con qué condiciones?, ¿por qué el miedo al cambio fue más fuerte que el deseo de transformación?

La designación de Patricia Zarza como nueva rectora no puede entenderse solo por el número de votos obtenidos. Se explica, sobre todo, por la estructura que la sostuvo, las oposiciones que no se articularon, el voto nulo que se multiplicó en silencio y el contexto institucional de desgaste que empujó a muchos a votar no por convicción, sino por contención.

Este trabajo propone siete hipótesis causales que permiten examinar el fondo del proceso: las condiciones desiguales de la contienda, la fragmentación generacional y epistemológica, la inercia del aparato burocrático, la intervención velada del poder político y el uso del sufragio como mecanismo de legitimación más que de elección.

Aquí no hay escándalo, pero sí estructura. No hay revelaciones inéditas, pero sí evidencia organizada que obliga a repensar el sentido del voto, del poder y del silencio en la vida universitaria. Porque a veces el sistema no se impone por fuerza, sino por rutina. Y si algo merece una universidad pública es, al menos, que alguien se atreva a mirar debajo de la forma para encontrar el fondo.

Conclusión general

La elección de Patricia Zarza no puede entenderse como un acto autónomo de la comunidad universitaria. Fue más bien la cristalización de un sistema que decidió sobrevivirse a sí mismo, blindando sus estructuras, administrando su desgaste y ordenando simbólicamente su legitimidad.

Los datos muestran que:

Hipótesis 1. Captura institucional y continuidad del régimen universitario

“Nada cambia si quienes deciden no desean cambiar. En la UAEMéx, la elección no fue ruptura, sino sucesión ritual. La candidata del régimen no compitió: administró su coronación con eficacia burocrática.”

Cuadro 1. Comparativo estructural por candidata

IndicadorPatricia ZarzaL. BenhumeaM. Moreno ZagalVoto Nulo
Total de votos7,8375,6995,5455,021
Espacios académicos ganados2210109
Votos de docentes1,6781,0661,007362
Votos de administrativos1,860816899205
Votos en administración central4450088
Facultades funcionales ganadasContaduría, Derecho, Enfermería, EconomíaLenguas, CienciasGeografía, AgrícolasChimalhuacán, Tejupilco, etc.

Desarrollo analítico

La candidatura de Patricia Zarza Delgado no emergió desde una insurgencia académica, ni desde una corriente renovadora. Fue, desde su origen, la opción del poder constituido. Su triunfo no solo se explica por los números, sino por la arquitectura institucional que la respaldó y le permitió operar con ventaja estratégica en todos los niveles.

Zarza arrasó en votos administrativos (1,860), duplicando a cada una de sus rivales. El dato más revelador: obtuvo 445 votos en la administración central, mientras que sus oponentes no sumaron ni uno. En el centro del aparato, su hegemonía fue total. Allí donde se decide el calendario académico, el presupuesto, la logística electoral y la comunicación institucional, no hubo competencia: hubo subordinación vertical.

También dominó entre los docentes, con 1,678 sufragios, por encima de Benhumea (1,066) y Moreno Zagal (1,007). No es una diferencia menor: refleja la captura del magisterio universitario, que en otras coyunturas había expresado crítica o autonomía. Hoy, esa voz parece plegada al régimen, tal vez por miedo, cansancio o cálculo.

Esta base institucional consolidada se traduce en 22 espacios ganados (de 53 totales), muchos de ellos con peso simbólico y político: Derecho, Contaduría, Ciencias Políticas, Enfermería, Economía, es decir, las facultades que forman al funcionariado público, al poder técnico y al brazo institucional del Estado. La victoria no es solo aritmética, es epistemológica: ganaron las ciencias del control, no las del pensamiento crítico.

El respaldo institucional no solo se vio en votos. Se manifestó en la visibilidad de campaña, los tiempos disponibles, el acceso a espacios universitarios y redes de comunicación interna, que le fueron negados —o al menos obstaculizados— a otras candidatas. Zarza fue la única con estructura funcional y capacidad para hacer gira real por la universidad.

El proceso completo recuerda un ritual de legitimación premoderno, donde el heredero se consagra con el voto de los notables, mientras el pueblo universitario presencia, duda, pero no define. El régimen no solo preparó la sucesión: la blindó desde dentro, y usó el voto como instrumento de confirmación, no de deliberación.

En este contexto, hablar de “elección libre” es una ficción tolerada por quienes necesitan que todo parezca democrático. El juego estuvo diseñado para que una opción tuviera las condiciones estructurales para imponerse; las demás, para competir en el margen del sistema.

Conclusión estructural

La victoria de Patricia Zarza no es un accidente, ni una muestra de simpatía genuina. Es el resultado de una operación institucional profunda, legitimada desde la administración central, sostenida por el funcionariado universitario, y cuidadosamente diseñada para evitar cualquier ruptura del orden existente. La universidad no eligió: se disciplinó.


Hipótesis 2. Fragmentación del voto opositor y ausencia de coalición crítica

“El poder teme a la unidad de sus adversarios. Y esta vez, no la hubo. Las dos candidatas opositoras recorrieron la universidad por carriles paralelos, sin cruzarse ni converger, como si la división fuera parte de la estrategia del régimen.”

Cuadro 2. Voto opositor sumado vs voto de Zarza

Espacio académicoZarzaBenhumeaMoreno ZagalVoto nuloVoto Benhumea + Moreno
Facultad de Ciencias de la Conducta1641631280175 (gana oposición)
Facultad de Humanidades2738136851
Texcoco (Plantel)822910791136 (gana oposición)
Facultad de Ciencias681291180140 (gana oposición)
Facultad de Lenguas696964575


En al menos 4 espacios, la suma de Benhumea y Moreno Zagal supera a Zarza, pero al competir por separado, ceden el control.

Desarrollo analítico

El sistema universitario opera, como todo aparato de poder, sobre un principio básico: divide y vencerás. En la elección de 2025, el régimen no necesitó dividir a la oposición: esta ya venía dividida de origen. Laura Benhumea y Maricruz Moreno Zagal compitieron en paralelo, con bases sociales, discursos y estructuras que no solo no se articularon, sino que en varios momentos se anularon mutuamente.

Benhumea tuvo fuerza en facultades críticas (Humanidades, Lenguas, Ciencias), mientras Moreno Zagal penetró en planteles de educación media superior y unidades regionales. Sus bases no eran contradictorias, pero sí divergentes: una apelaba al pensamiento, la otra a la técnica. Una hablaba desde la ciudad, la otra desde la periferia. Sin embargo, ninguna construyó puentes para una oposición estratégica o simbólica.

Los datos lo demuestran. En Ciencias de la Conducta, ambas candidatas sumaron 175 votos contra 164 de Zarza. En Texcoco, su unión habría representado 136 votos contra 82. En Ciencias, juntas alcanzaron 140 contra 68. Pero al presentarse separadas, la mayoría social se volvió minoría política. Esta es la paradoja de toda oposición sin alianza: puede tener más apoyos que el régimen, pero no más poder.

No solo se fragmentaron en votos. También carecieron de una narrativa conjunta. Nadie dijo: “somos la alternativa al continuismo”. Cada una formuló una campaña introspectiva, autorreferencial, sin confrontación directa al poder rectoral. El resultado fue que el régimen no enfrentó un enemigo definido, sino varias disidencias parciales, fáciles de contener.

El discurso también fue limitado. Mientras Zarza hablaba con la autoridad del aparato, Benhumea apelaba a la ética académica y Moreno Zagal a la experiencia administrativa en zonas técnicas. Sin coordinación, sin sincronía, sin código común.

Si hubieran construido una candidatura conjunta o una alianza programática, hoy la historia podría ser distinta. Pero en política, como en ajedrez, los errores de cálculo se pagan en bloque. El sistema solo tuvo que esperar a que se anularan entre sí.

Conclusión estructural

La fragmentación de la oposición no fue solo un problema electoral: fue un error estructural. Benhumea y Moreno Zagal juntas suman más votos que Zarza en múltiples espacios. Pero al no converger, le entregaron al régimen una victoria que pudo haber sido disputada. La universidad tuvo una opción alternativa; solo que venía partida en dos.


Hipótesis 3. Segmentación generacional y epistemológica

“La universidad se parte entre quienes obedecen desde hace décadas y quienes apenas comienzan a cuestionar. En los pasillos de Humanidades resuena el deseo de cambio; en las oficinas de administración, el miedo al caos. No votaron por lo mismo, porque no viven lo mismo.”

Cuadro 3. Comparativo por sector y tipo de facultad

IndicadorZarzaBenhumeaMoreno Zagal
Votos de estudiantes3,4723,9842,251
Votos de docentes1,6781,0661,007
Votos de administrativos1,860816899
Votos totales en facultades críticas*237456129
Votos totales en facultades funcionales**1,052316270
Votos nulos en facultades críticas303


* Facultades críticas: Humanidades, Lenguas, Ciencias de la Conducta, Artes, Ciencias Sociales.
**Facultades funcionales: Derecho, Contaduría, Economía, Medicina, Enfermería, Ciencias Políticas.

Desarrollo analítico

La elección universitaria de 2025 no solo fue un proceso político: fue una disputa generacional y epistémica, un campo de batalla entre dos UAEMéx coexistentes y enfrentadas.

Por un lado, está la universidad que forma tecnócratas, operadores jurídicos, cuadros médicos, burócratas de alto nivel. Sus estructuras están ancladas en el control institucional, el orden jerárquico, la obediencia como forma de ascenso. Ahí, Zarza arrasó sin resistencia, cosechando votos en Derecho (290), Contaduría (234), Enfermería (188), Economía (191), y Ciencias Políticas (121). Es el voto del estatus quo, que teme más al cambio que al estancamiento.

Por otro lado, está la universidad del pensamiento crítico, las humanidades, la duda epistemológica. En Humanidades, Lenguas, Ciencias de la Conducta, Artes y Ciencias Sociales, el panorama fue distinto: Benhumea se impuso con claridad, en algunos casos junto a un voto nulo significativo. No fue solo una elección distinta: fue una conversación radicalmente otra.

Los datos lo revelan: Benhumea gana entre estudiantes (3,984 vs 3,472 de Zarza), pero pierde entre docentes y administrativos. Es decir: la juventud universitaria votó por el cambio, pero no tuvo fuerza estructural para imponerlo. El aparato universitario —conformado por quienes toman decisiones, no clases— cerró filas en defensa del orden.

El cruce entre tipo de facultad y preferencia revela una segunda capa: los saberes funcionales al Estado votaron por Zarza, los saberes críticos la rechazaron. No es menor. La universidad eligió entre reproducirse como aparato de formación del sistema o reinventarse como espacio de disidencia cognitiva. La elección fue clara.

Además, se observan zonas híbridas: en Ciencias de la Conducta, por ejemplo, se dio un empate técnico entre Zarza y Benhumea (164 vs 163), lo que revela una grieta interna: docentes conservadores, estudiantes críticos. En Medicina, Zarza gana en administrativos y docentes; Benhumea compite entre estudiantes.

Esta segmentación no es superficial: es una fractura profunda. Los jóvenes —en su mayoría mujeres— votaron contra la inercia; el cuerpo institucional votó por su propia estabilidad. La comunidad universitaria no fue un cuerpo unido: fue un conglomerado intergeneracional e ideológico dividido, con prioridades y temores distintos.

Conclusión estructural

La elección de 2025 revela una grieta entre dos universidades: una envejecida, jerárquica y temerosa; otra joven, crítica y ambivalente. Mientras la primera se aseguró el poder, la segunda lanzó un grito que aún resuena en las aulas. La UAEMéx no está unida: está partida. Y esa división será la verdadera herencia de este proceso.


Hipótesis 4. Intervención del poder político externo

“Cuando la autonomía se escribe con letra pequeña, el poder entra por los intersticios invisibles. Lo que no se vio en esta elección fue tan determinante como lo que sí. Porque, en la UAEMéx, el silencio del poder también vota.”

Cuadro 4. Indicadores de alineación institucional y señales externas de intervención política

Indicador clavePatricia ZarzaL. BenhumeaM. Moreno Zagal
Votos en Administración Central (A)44500
Total de votos administrativos (A)1,860816899
Presencia en espacios simbólicos de poderSí (Rectoría, Derecho, Contaduría)NoParcial (Texcoco)
Ruptura o crítica a estructura rectoralNoParcial
Apoyo tácito de exrectores / funcionarios claveNo claroNo
Pronunciamiento público del gobierno estatalNo (pero línea de estabilidad)NoNo

Desarrollo analítico

Aunque en la narrativa formal se presume que la elección universitaria fue libre y autónoma, los datos y silencios del proceso revelan otra historia: la intervención del poder político externo fue tácita, pero decisiva.

El primer indicio está en la Administración Central. Patricia Zarza obtuvo 445 votos administrativos ahí, sin competencia, mientras sus contrincantes no alcanzaron ni uno. No hablamos de un espacio cualquiera: se trata del centro operativo de la Universidad, donde se controlan nóminas, comunicaciones, logística, asignaciones y relaciones institucionales. ¿Puede alguien ganar ese espacio sin el aval directo del grupo gobernante?

El segundo dato es la presencia territorial simbólica. Zarza domina en facultades históricamente alineadas con el PRI mexiquense y con la institucionalidad pública: Contaduría, Economía y Medicina. Son espacios que han funcionado como cantera de operadores políticos, jueces, funcionarios y cuadros del Estado. En estas facultades, el voto fue masivo y uniforme. El aparato del poder no solo no se opuso a Zarza: la respaldó estructuralmente.

Tercero: el discurso de campaña de Zarza fue deliberadamente apolítico. Ninguna crítica a la rectoría saliente. Ninguna mención a las crisis recientes. Ninguna promesa de ruptura. Esa omisión no es debilidad: es alineamiento táctico. El poder externo —Gobierno del Estado de México incluido— no toleraría otra fractura institucional. En un contexto nacional de tensión universitaria (UNAM, UAM, UDG), la 4T mexiquense necesitaba una elección sin escándalos, sin paros, sin ruptura.

No hay prueba directa de intervención gubernamental, pero hay evidencia acumulada de coincidencia estratégica. En política, cuando los aparatos de poder no se pronuncian ante una contienda desigual, su silencio es complicidad funcional.

Y por último: Carlos Eduardo Barrera Díaz, exrector, arquitecto del régimen, nunca rompió con Zarza. No solo no la confrontó: se mantuvo en la sombra, operando desde la retaguardia con operadores clave, lo cual cerró la puerta a cualquier escenario disruptivo.

Frente a esto, Benhumea y Moreno Zagal cargaron con la sospecha de confrontación. Su sola existencia amenazaba con exponer la fragilidad del modelo actual. Por eso se les cerraron espacios, se les ignoró institucionalmente y se les neutralizó simbólicamente.

Conclusión estructural

La elección de Zarza no solo fue posible por el respaldo interno. También fue consentida desde fuera, desde un sistema político que prefiere universidades dóciles, no autónomas. La UAEMéx no votó sola: el poder político vigiló, intervino, y toleró lo necesario para que todo saliera como debía salir.


Hipótesis 5. El voto nulo como insubordinación simbólica

“No todos los silencios son sumisión. Algunos, bien contados, equivalen a una bofetada. En la UAEMéx, más de cinco mil personas fueron a votar… para no elegir a nadie.”

Cuadro 5. Espacios donde gana el voto nulo y volumen comparado

Espacio académicoVoto nuloZarzaBenhumeaMoreno ZagalGanador
UAP Chimalhuacán11389487Nulo
Facultad de Ciencias806812911Benhumea (por votos válidos)
Plantel Sor Juana Inés91441513Nulo
UAP Tejupilco611874Nulo
UAP Huehuetoca3232211Empate técnico
UAP Valle de Chalco6561122Nulo
Instituto ITCA33364Nulo
Plantel Cuauhtémoc83772617Nulo
Facultad de Ciencias Agrícolas6827247Nulo


En total: 9 espacios ganados por el voto nulo, más que Bernáldez (2) o Durán (0). En al menos 5 más, el nulo ocupa el segundo lugar.

Desarrollo analítico

Uno de los grandes mitos en los procesos electorales es que el voto nulo es irrelevante, una señal de apatía, error o ignorancia. En la elección de rectoría UAEMéx 2025, el voto nulo fue todo lo contrario: una forma de disidencia política, organizada, simbólica y profundamente significativa.

Con 5,021 votos, el voto nulo no solo es la cuarta fuerza electoral: supera a tres candidatas y gana en nueve espacios académicos, algunos de ellos con alto valor estructural o simbólico (Ciencias, Sor Juana, Cuauhtémoc, Tejupilco, ITCA). Lo más notable es que en varios casos, la diferencia entre el nulo y la candidata ganadora es mínima o nula: lo que indica que un segmento completo del electorado eligió activamente no elegir.

¿Quién vota nulo en una elección universitaria?

— Quien no confía en ninguna de las candidatas.
— Quien percibe el proceso como arreglado.
— Quien participa para invalidar.
— Quien resiste, sin tener canal para organizarse.

En este sentido, el voto nulo es protesta sin rostro, crítica sin siglas, oposición sin estructura. Pero no por ello es menos poderosa. Porque no está dirigida a una candidata, sino al sistema que las produce y las limita.

Además, el voto nulo se concentra en espacios periféricos, críticos o de baja institucionalidad: Chimalhuacán, Tejupilco, Huehuetoca, Valle de Chalco, planteles de media superior. Son zonas donde el aparato universitario tiene menor presencia simbólica o control, pero donde el malestar es mayor. Es el campo propicio para la insubordinación simbólica.

A diferencia de las candidatas, que necesitan estructura para competir, el voto nulo necesita solo una certeza: que lo que hay, no basta. No promete nada, pero denuncia todo.

Y, paradójicamente, en una elección pensada para mostrar gobernabilidad, el voto nulo expone la fractura ética de la universidad. Porque cinco mil personas, con nombre, matrícula y huella digital, fueron a votar para decir “ninguna de las anteriores”.

Conclusión estructural

El voto nulo fue la cuarta fuerza de la elección y la primera en incomodar. No pidió cambio; lo exigió desde el silencio. No tuvo plan; fue su negativa el plan. En una universidad donde casi todo está pactado, el voto nulo fue la única expresión verdaderamente libre.

Hipótesis 6. Asimetría de recursos en campaña

“No hay equidad cuando una candidata viaja en tren institucional y las otras caminan por las vías. En la UAEMéx, la contienda no fue entre iguales. Fue una procesión con la ruta trazada y la meta definida desde el inicio.”

Indicador clavePatricia ZarzaL. BenhumeaM. Moreno Zagal
Giras presenciales en planteles y facultades40+20 aprox.20 aprox.
Acceso a espacios institucionalesSí (pleno)ParcialParcial
Visibilidad en redes internasAltaMediaMedia
Cobertura de prensa universitariaFrecuenteNulaNula
Tiempo disponible (licencia para campaña)NoNo
Participación en actos oficialesNoNo
Reportes de obstaculización institucional0

Desarrollo analítico

Toda elección democrática presume la igualdad de condiciones para competir. Pero en la elección de la UAEMéx, la asimetría estructural entre Patricia Zarza y las demás candidatas no solo fue evidente: fue funcional. Zarza no solo tuvo más votos, tuvo más tiempo, más acceso, más visibilidad y menos restricciones. Las otras contendientes se enfrentaron a un muro de condiciones desiguales que minaron su posibilidad real de victoria.

Comencemos con lo más básico: el tiempo. Zarza obtuvo licencia para dedicarse de tiempo completo a la campaña. Benhumea y Moreno Zagal no. Es decir: una candidata hacía campaña a jornada completa mientras las otras trabajaban. Esta diferencia, tan elemental como inaceptable, ya marcaba la cancha.

Luego está el acceso a espacios institucionales. Las visitas de Zarza a planteles, facultades y centros regionales se multiplicaron con facilidad logística. Las otras tuvieron que negociar sus entradas, en algunos casos con trabas o limitaciones. A Zarza se le abrieron las puertas; a las otras, se les hicieron contar las llaves.

En redes institucionales (correos masivos, publicaciones en cuentas oficiales, grupos internos), Zarza fue la única con presencia constante, directa o indirecta. Su nombre circuló más, se volvió familiar, incluso inevitable. Esto no fue mérito espontáneo: fue producto de una red comunicacional tolerada, si no promovida, por el aparato.

En medios universitarios —páginas oficiales, boletines internos, plataformas digitales— la cobertura a las otras candidatas fue prácticamente nula. Mientras tanto, a Zarza se le vio en actos, foros, mesas de trabajo, recorridos con estudiantes y personal. La diferencia no fue de propuesta, sino de exposición. Y en política, lo que no se ve, no existe.

Las denuncias de obstaculización institucional —que circularon en voz baja, por miedo a represalias— tampoco deben ignorarse. Hubo planteles donde las otras candidatas no fueron recibidas, o donde se les negó el uso de auditorios, pantallas o espacios de diálogo. Las reglas se aplicaron de forma desigual, bajo un principio no escrito: la casa apoya a su candidata.

Esta asimetría no es solo logística: es epistémica. Porque la única que pudo articular una narrativa integral, visible y persistente, fue quien contó con los medios estructurales para hacerlo. Las otras candidatas hicieron lo que pudieron; Zarza hizo lo que quiso.

Conclusión estructural

La elección universitaria no fue equitativa. Fue un proceso profundamente sesgado en lo material, lo simbólico y lo operativo. No se trató solo de quién era mejor candidata, sino de quién tenía el poder real para parecerlo. En ese sentido, la victoria de Zarza no fue sólo un resultado político: fue una consecuencia estructural.


Hipótesis 7. Desgaste institucional y miedo al cambio

“Cuando la casa cruje, pocos se atreven a derribar muros. En la UAEMéx, tras años de crisis, paros, violencia de género, desprestigio público y vaciamiento moral, la elección no fue una oportunidad de transformación, sino una reacción defensiva. Se votó por seguir en pie, no por avanzar.”

Cuadro 7. Contexto de crisis recientes vs resultados electorales

Indicador / EspacioHechos recientes (2022–2025)Candidata ganadoraVoto nuloObservación estructural
Facultad de CienciasParo por violencia, baja confianza docenteBenhumea80Voto fragmentado, alta protesta
Plantel Sor JuanaParo prolongado, denuncias de acosoNulo91Rechazo generalizado
UAP ChimalhuacánBajo prestigio, crisis operativaNulo113Desconexión total del sistema
HumanidadesExposición mediática por ideologizaciónBenhumea68Voto crítico, pero sin mayoría
RectoríaDenuncias públicas, blindaje burocráticoZarza88Cierre defensivo del sistema
MedicinaQuejas por prácticas clínicas, simulación académicaZarza154Voto institucional
UAEMéx (general)Desprestigio mediático, simulación de paridad, crisis moralZarza (total)5,021Voto defensivo

Desarrollo analítico

A lo largo de los últimos cinco años, la UAEMéx ha transitado por un proceso de desgaste institucional profundo: paros estudiantiles prolongados, denuncias por violencia de género, escándalos mediáticos, crisis de liderazgo, simulación de procesos paritarios, opacidad presupuestal y una erosión sostenida de su prestigio público.

En este escenario, la elección no podía ser solo un proceso democrático: era una válvula de presión, una puesta en escena para restaurar la legitimidad dañada del sistema. Pero esa restauración no se pensó desde el cambio; se diseñó desde la contención.

Las zonas más golpeadas por la crisis institucional —como Chimalhuacán, Ciencias, Sor Juana— no apostaron por el régimen, pero tampoco por una opción clara: votaron nulo, o se dividieron. El miedo a equivocarse fue más fuerte que el deseo de corregir.

En las estructuras centrales, el voto fue puramente defensivo. En Medicina, Derecho, Contaduría, Rectoría y Enfermería, el sistema cerró filas. No porque creyeran fervientemente en Zarza, sino porque temían que cualquier otra opción expusiera más la fragilidad del régimen.

Este miedo no es menor. Tiene raíces profundas:

  • Miedo a perder el control.
  • Miedo a una auditoría política de lo que ha pasado.
  • Miedo a la politización de los paros.
  • Miedo a una universidad que piense en lugar de obedecer.

Y como todo miedo institucional, se disfraza de orden, se viste de continuidad y se disemina como necesidad de estabilidad. En ese contexto, la candidatura de Zarza funcionó como blindaje emocional y operativo: rostro nuevo, estructura intacta.

Las otras candidatas, con discursos más éticos, técnicos o pedagógicos, no lograron articular una narrativa de confianza suficiente. No porque no tuvieran razón, sino porque el miedo de la comunidad no era epistemológico: era práctico. Mejor malo por conocido.

Así, la elección se volvió una suerte de terapia institucional mal dirigida: un intento de tranquilizar al aparato sin curar la enfermedad. Se evitó el colapso, sí. Pero también se postergó la transformación.

Conclusión estructural

La UAEMéx votó con miedo. No por convicción, no por entusiasmo, no por esperanza. Votó para que nada se desbordara más de lo que ya estaba. Y ese miedo, aunque entendible, no construye futuro: lo posterga. La universidad no eligió a quien la hará avanzar, sino a quien la mantendrá de pie mientras decide si quiere cambiar. O seguir fingiendo que aún lo hace.


Conclusión general

La elección de Patricia Zarza no puede entenderse como un acto autónomo de la comunidad universitaria. Fue más bien la cristalización de un sistema que decidió sobrevivirse a sí mismo, blindando sus estructuras, administrando su desgaste y ordenando simbólicamente su legitimidad.

Los datos muestran que:

  • La oposición estaba viva, pero fragmentada.
  • Los estudiantes querían cambio, pero no tuvieron fuerza institucional.
  • El voto nulo fue una forma de insubordinación sin bandera.
  • El régimen se blindó con tiempo, recursos y miedo.

El resultado es legítimo desde el reglamento. Pero es discutible desde la ética institucional, la equidad democrática y el sentido académico de lo que una universidad pública debería ser.

Este no fue un proceso para transformar. Fue un dispositivo para conservar. Y como toda elección de excepción, más que elegir, confirmó.

Mario García Huicochea

Mario García Huicochea

Periodista y columnista especializado en análisis político. Observador crítico de la realidad social y política del Edomex durante más de cuatro décadas.

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