¿Está a debate la transparencia?

¿Está a debate la transparencia?
El tema no es tanto la transparencia del gobierno como concepto, es más bien una rebatinga por las personas que encabezarán al INAI

La transparencia no equivale a buen gobierno. Una administración pública que permite el acceso a su información no es sinónimo de buen gobierno. Se trata, sin embargo, de una condición de nuestro tiempo, una época en al que la información más intrincada, la revelación de lo que parecía “secreto” e inexpugnable, es lo único que nos deja satisfechos como explicación de las cosas.

El INAI

Hoy es un gran tema en nuestro país el Insituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (el famoso INAI). Desde distintas posturas se ha ensalzado su labor o se ha denostado su operación y costo. Desde el gobierno federal, en voz del mismo Presidente de la República, han sugerido que el INAI debe desaparecer, al menos la versión que hoy tiene. Desde los partidos de oposición, sobre todo en el Senado, han exigido que se le den a dicho instituto las condiciones para operar (es que falta nombrar algunos comisionados y no puede sesionar sin quórum legal para hacerlo).

El tema, en esas discusiones, no es tanto la transparencia del gobierno como concepto, es más bien una rebatinga por las personas que encabezan al INAI (ahora y antes) y los candidatos a sucederlos. Y es que este instituto, al igual que otros como el INE o la CNDH, fueron creados en los tiempos del PRI y el PAN. Las leyes y reglamentos que les daban vida y organizaba su funcionamiento establecen plazos más o menos prolongados para estar en el cargo. Los comisionados fueron colocados hace varios años (antes del 2018) por sus perfiles (cercanos a los partidos gobernantes de aquel momento), pero hoy esos partidos que repartieron las comisiones son minoría, ya no pueden designar a los titulares de los encargos o comisiones, por ello no se ha logrado designar a alguien.

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Hace apenas unos meses se hizo el proceso, se analizaron currículos y trayectoria de muchos personajes, se votó por dos de ellos, pero la Presidencia de la República los vetó (porque la ley lo faculta para eso). Dado este hecho, tocaba a los legisladores ponerse de acuerdo para elegir a otros candidatos a ser comisionados del INAI, pero no han logrado ponerse de acuerdo. ¿Por qué? Porque la oposición no quiere dejar esos cargos en manos de gente que no sea afín a ellos y porque Morena (que tiene la mayoría de votos) no tiene especial interés en nombrarlos. 

Nadie cede

Se podría destrabar el tema si senadores de PRI, PAN, PRD y MC sugirieran a perfiles que no pudieran ser vinculados con sus intereses; o bien que Morena impulse perfiles que les parezcan aceptables y convenzan a la oposición de votarlo. Ni uno ni otro han cedido. Y el tema sigue en un impase que, por lo pronto mantiene al INAI sin posibilidad de sesionar para tratar los temas que merezcan discusión y resolución en la materia de su competencia.

¿Para qué sirve el INAI?

Justamente la materia del INAI es el manejo dado a la información, a los datos. Si alguien quiere saber, por ejemplo, qué empresa le vende medicamentos al IMSS y cómo se asignó el contrato, lo solicita al IMSS a través de la plataforma de transparencia. Esta solicitud puede ser respondida satisfactoriamente para quien  la hizo y ahí acaba el asunto. Pero en el caso de que no se otorgue la información en los términos deseados, se solicita al INAI que revise el caso, lo hace (aquí es en donde se necesita que haya quórum para sesionar) y podría ordenar a la institución requerida que entregue más o mejor información. También suelen sesionar para tomar acción por casos en los que datos personales de las personas son usados de un modo no autorizado o que causa molestia y/o pone en riesgo a la gente.

¿Quién suele solicitar información?

Aunque lo puede hacer cualquier ciudadano, quienes lo hacen son periodistas, investigadores académicos, organizaciones de la sociedad civil y abogados, principalmente. Unos lo hacen con la intención de armar un reportaje y exhibir alguna anomalía, otros para ejercer presión política, otros para litigar un caso. 

Información es poder

En fin, en todos los casos se trata de ejercer la máxima de que “información es poder”: poder denunciar, poder debilitar, poder exigir, poder intimidar, poder chantajear. Esto es posible en un contexto en el que las instituciones del Estado han sido colocadas en su carácter de entes públicos que deben transparentar su accionar a la ciudadanía. 

Desde hace varios años hemos tocado aquí este mismo tema y seguimos pensando lo mismo: las instituciones públicas no tienen un sentido ontológico, sino que toman forma en el tiempo y en el espacio. Por la misma razón, no puede hablarse de instituciones esencialmente “confiables” o “no confiables”. Más bien, las instituciones se vuelven confiables en la medida que ofrecen a la gente lo que ella pide para confiar. Y, si ya dijimos que hoy lo que nos resulta confiable es lo infinitesimalmente explorado, nuestras instituciones están obligadas a habilitar en su funcionamiento un mecanismo que pueda permitir el conocimiento “del cómo”: cómo se hacen las cosas, cómo se toman las decisiones, cómo ocurrieron algunos eventos, cómo se distribuyen los resultados, etcétera.

Eso lo pueden hacer las instituciones por vocación, por convicción de sus titulares, por principios o porque los obligue la ley. En México esto último es lo que ha imperado. A la instancia que se le ha encargado obligar a que se entregue la información es precisamente el INAI, pero bien podría hacerlo alguien más. Es decir, dicha entidad pública autónoma fue lo que se les ocurrió en su momento a los que legislaron y le dieron vida (poniéndolo en la Constitución). Eso no quiere decir que no pueda cambiar, ajustarse, ser encabezada por otro tipo de perfiles, siempre y cuando cumpla su función.

Para decirlo con claridad, el INAI encarna una idea: la transparencia en el acceso a la información pública y el adecuado manejo de los datos personales son necesarios. Pero que nadie se equivoque, puede haber otras encarnaciones, o puede haber ajustes a su forma actual. Mientras siga en la constitución la idea de la transparencia, los legisladores tienen que darle forma y hacerlo encarnar en algo. ¿En qué? Eso está abierto y debemos mantenernos vigilantes sobre el curso de acción que tome.