Los últimos acontecimientos en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) hacen obligada la dimisión de la dirigente nacional, Alejandra Barrales Magdaleno, para evitar que el partido tenga un mayor desgarramiento interno y desprestigio hacia afuera.
Que Barrales renuncie a la presidencia del PRD para dar paso al nombramiento de un nuevo presidente de consenso y con capacidad de conducción, no solo es necesario, sino obligado.
De acuerdo con perredistas de diferentes corrientes suspender la elección interna que tienen programada para mediados de agosto es llegar a un acuerdo y nombrar una nueva dirección nacional para que en los estados conduzca al Partido a superar esta profunda crisis.
Por su parte, los del Sol azteca en la entidad consideraron que Alejandra Barrales es una presidenta débil, pero sobre todo con falta de credibilidad que lejos de ayudar al Partido en esta circunstancia, puede ser factor de una mayor profundización de la crisis.
Aunque a decir verdad los perredistas no tienen una línea clara sobre su marcha, debido a que no saben si aliarse con el PAN o con las izquierdas, incluida Morena o si de plano estarán presentes en la elección presidencial del 2018 con un candidato propio. Lo cierto es que no hay mucha tela de dónde cortar.