La autoridad electoral, INE-IEEM, parece estar de adorno. Nada de muertito desde hace meses y, todo indica, que así la pasará por lo menos hasta enero. Tiene la excusa perfecta para su autismo institucional: el proceso no ha iniciado. Es el limbo y que cada uno haga lo que le plazca. Todos los partidos y todos los aspirantes, sin excepción, retuercen la ley y hacen campaña fuera de plazo. Consejeros y el vocal tienen flojera hasta de opinar. Olvidan o quizá ignoran la obligación deontológica en su función. El sentido del deber.
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La Cámara de Diputados del Estado de México está plagada de mequetrefes, pusilánimes y bribones dedicados de tiempo completo a prohijar los intereses de los grupos que los colocaron allí. De representantes populares no tienen nada. Bastaría con la conducta de cada uno de los 75 que integran el Pleno para encontrar que muy pocos valen la pena. La mayoría, lamentablemente, son histriones, simuladores de buenas causas. No solo son malos políticos, son malas personas. El Poder Legislativo está secuestrado.
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Eruviel tuvo una epifanía. Su voto en favor de la iniciativa que regula la participación de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública da un poco de congruencia y sentido a su azarosa trayectoria política. Por la razón que sea, el senador decidió desembarazarse –al menos en esta– del salinismo y ser consecuente con las necesidades reales de un pueblo que sufre, en buena medida, por la incapacidad y podredumbre de las policías, una larga noche de violencia y desosiego. Bien por el exgobernador.
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Delfina e Higinio son políticos profesionales. Su relación trasciende más allá de los asuntos personales. No requieren amarse, ni siquiera caerse bien, para pactar por el bien de interés mayor. No habrá ruptura. Higinio entiende que fuera de Morena vale la décima parte. Delfina entiende que lo necesita para ganar en el 23. Delfina tendrá lo que quiere e Higinio también.
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Carlos Hank, Roberto Alcántara y Carlos Peralta, tres de los hombres más ricos con grandes intereses económicos, políticos y afectivos en el Estado de México, se sientan recurrentemente a la mesa de Roberto Madrazo y Carlos Salinas. Sí, los tres tiburones mexiquenses son filo salinistas-madracistas. Intentarán influir en la sucesión local, siempre lo han hecho.