“La búsqueda es en vida”: madres de desaparecidos en Ecatepec

Estas jornadas concluirán en diciembre, pero las familias piden que se dé continuidad a estas acciones de campo que de hecho debieron iniciarse hace seis años

Yo me imagino que a mi hijo lo voy a encontrar en situación de calle, desorientado, a lo mejor en un lugar donde está contra su voluntad, pero lo imagino vivo. Ahorita estamos aquí, pero en nuestro corazón la búsqueda es en vida”. Recientemente, madres de personas que han sido desaparecidas en el municipio de Ecatepec y del Estado de México reanudaron las jornadas de búsqueda de campo en el Gran Canal, un desagüe que atraviesa la zona oriente del Valle de México.

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La jornada de búsqueda en Ecatepec

El sitio donde al menos 15 buscadoras integrantes de dos colectivos se han dado cita es clave por la dinámica territorial y de movilidad que le atraviesan: se cruzan avenidas principales, autopistas y carreteras que se tejen entre sí y se empalman a unos cuantos metros: La Vía Morelos, la Avenida 1° de Mayo, el Circuito Exterior Mexiquense por encima, y la Carretera Federal Pachuca – México. Y por debajo de todo esto: el Gran Canal, que en este tramo apenas se puede cruzar con el Puente de Fierro. Se cree que por estas vías que atraviesan el Gran Canal es posible que alguna persona se baje rápido para arrojar un cuerpo “de pasadita”.

Hace unos meses, la Comisión del Agua del Estado de México (CAEM) retiró grandes montañas de basura y tierra, mismas que después colocó a orillas de este desagüe, estas se secaron y comprimieron. Hoy, estas costras de desechos son diseccionados por este grupo de búsqueda que además de familiares de víctimas del delito de desaparición, está integrado por elementos de las Comisiones de Búsqueda gubernamentales y de funcionarios periciales.

La herramienta principal en esta acción son los bieldos, que a modo de rastrillo abren poco a poco la tierra para ver lo que esconde. Lo que más se encuentra son desperdicios que nunca deberían llegar al agua: plásticos, latas, envases, telas viejas. A veces pequeños trocitos de madera de palo o vara se pueden confundir con huesitos, “por eso tienes que observar bien y tratar de separar la basura”, explica una buscadora.

El Gran Canal y el Puente de Fierro, una montaña de desechos que diseccionan las madres de personas que han sido desaparecidas y los bieldos con los que abren la tierra en busca de un indicio / FOTO: Mercedes Martínez

Después, un tractor se encarga de retirar la basura que ya inspeccionaron las y los familiares, y separa otro montón para que en él mujeres y hombres vestidos con traje Tyvek (overol) blanco, guantes, lentes y cubrebocas busquen. Así, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde. Aunque las jornadas iniciaron en marzo y concluirán el 16 de diciembre, se suspendieron por seguridad durante la temporada de lluvias.

Cada día, “uno entra con esa angustia de no querer encontrarlos aquí o en los Semefos, entonces uno sale con el alivio de que no están ahí, porque hay esperanzas de que mi hijo ande por ahí, de que el día menos pensado pueda llegar a la casa”. Al hijo de Benita Ornelas lo vieron por última vez muy cerca de este punto donde se hurga la tierra y la basura, a menos de un kilómetro. Aunque en términos de tiempo la situación se torna lejana: su desaparición ocurrió en 2019. Tal como se ha denunciado en numerosas ocasiones: el momento más valioso se desperdició por parte de las autoridades.

Benita, al igual que la señora Dioni, nunca imaginaron que tendrían que buscar a un ser humano de esta forma. “No te cabe en la cabeza que haya personas con esa maldad para cometer este tipo de actos hasta desaparecerlos”.

Como puedes ver buscamos entre la basura. Es algo muy triste pensar que alguna persona pudo haber sido arrojada al Canal. Desgraciadamente es algo que sucede en todo el país no solo en los canales, sino en minas y lugares de difícil acceso, o en lugares donde ellos pueden hacer lo que quieran porque nadie los va a observar”, dice Dionisia Pelcastre Badillo, madre de Guillermo David Ramírez Pelcastre, un joven que desapareció a los 20 años de edad.

No sé si es por el olor que hay aquí, pero a veces sales y llegas a casa sin ganas de comer pensando que a lo mejor no buscaste bien, que a lo mejor se te pasó un montoncito”, comparte Benita.

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Edomex, una entidad de desaparecidos

Aunque la búsqueda es meticulosa, Verónica Rosas, del colectivo Uniendo Esperanzas e integrante de la Brigada Nacional de Búsqueda, destaca que la prioridad está en la búsqueda en vida, “solo estamos aquí para descartar. No tenemos ninguna certeza de que aquí están nuestros hijos e hijas, pero es importante hacer las búsqueda”.

El pasado 8 de abril, durante una conferencia mañanera del presidente, Karla Quintana Osuna, Comisionada Nacional de Búsqueda de Personas de México, dijo que desde el año 2014 no se realizaba un proyecto de esta naturaleza en este sitio. También añadió que se tiene información de varias personas que podrían estar desaparecidas en el Gran Canal.

En el Estado de México nos encontramos trabajando en el Gran Canal del Estado de México con autoridades estatales y municipales de Ecatepec, Tecámac, Jaltenco y Tonanitla”, detalló. También participa la Guardia Nacional, Conagua, las Fiscalías local y nacional y comisiones de los mismos niveles.

En su participación, Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, señaló que los estados que concentran el mayor número de reportes de personas desaparecidas son: Jalisco, Michoacán, la Ciudad de México, Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Sinaloa, Zacatecas y el Estado de México, que concentran estos 10 estados el 76.2 por ciento de los reportes entre diciembre del 2018 y el día 7 de abril del presente año.

Historias que se repiten

Las mujeres que buscan a sus familiares que han sido desaparecidos consideran que se deben realizar acciones inmediatas y efectivas como esta —en el Gran Canal—, que les permiten sentir que las cosas se hacen, a diferencia de los trámites de escritorio que no rinden frutos para dar con el paradero de sus seres queridos.

La necesidad de saber qué pasó con nuestros hijos nos ha llevado a un sin fin de lugares. Es la necesidad de encontrarlos lo que nos lleva a estar aquí, y nos mueve el amor. Buscar a una persona también es buscar la verdad”, asegura Verónica Rosas, madre de Diego Maximiliano Rosas Valenzuela, cuando tenía 16 años de edad.

Él empezaba a vivir, estudiaba la prepa y me ayudaba en las tardes en un negocio que acababa de emprender. Mi hijo merece ser buscado. Yo quisiera que estuviera vivo, pero sino también debe ser encontrado”.

Verónica Rosas busca a su hijo Diego, fue desaparecido en 2015 cuando tenía 16 años / FOTO: Mercedes Martínez

Los casos de desapariciones que conforman el colectivo parecen repetirse. Aunque sucedieron en años diferentes: 2015, 2016… 2020, comparten la violencia que impactó a cada una de las familias.

Diego, mi único hijo, fue secuestrado el 4 de septiembre de 2015, aquí en Ecatepec, y hasta hoy no tengo ninguna noticia, ninguna línea que me permita saber dónde está”. Aunque hay dos personas detenidas relacionadas con la investigación, Verónica lamenta que no exista una ley que obligue a los responsables a decir dónde se encuentra el joven que ahora tendría 22 años de edad.

Verónica es una persona de fe. “El martes iniciamos con una bendición de la búsqueda. Yo pedí que si hay alguien aquí que Dios nos guíe. Mi fuerza y mi mentalidad me ayudan en ese momento para pensar que quiero encontrar a Diego y que quiero saber; o si puedo ayudar a alguien a salir de este lugar para mí es una bendición”.

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Nombrar a quienes han sido desaparecidos

Guillermo David Ramírez Pelcastre

Al igual que Diego, Guillermo David Ramírez Pelcastre forma parte de las cifras que hoy suman 95 mil desaparecidos en todo el país. El joven que trabajaba como taxista, al igual que su padre, fue visto por última vez el 22 de septiembre de 2017 alrededor de las 9:15 de la noche.

Ese día, su madre tuvo un presentimiento. Le escribió mensajes al WhatsApp que ya no contestó. Las horas y los días siguientes lo buscaron por toda la colonia en lugares donde hacían arrancones, “ese día él había quedado de asistir con un amigo, pero ya no fueron supuestamente”. “Lo busqué durante toda la noche”, recuerda su madre, Dionisia Pelcastre Badillo. También fueron a hospitales, delegaciones y ministerios públicos “sin tener respuesta hasta ahorita”.

Dionisia Pelcastre busca a su hijo Guillermo David Ramírez Pelcastre / FOTO: Mercedes Martínez

Fernando Iván Ornelas Ornelas

Fernando Iván Ornelas Ornelas, estudiante y guardia de seguridad privada, salió de su casa el 20 de julio de 2019 rumbo a su trabajo en una unidad habitacional en Torres de Mixcoac, en la Ciudad de México. Su madre, Benita Ornelas Herrera, relata que la última ubicación que se tiene registrada es en una gasolinería ubicada en el Puente de Fierro, a unos metros donde actualmente se realiza la búsqueda. El problema es, nuevamente, que las acciones se llevan a cabo muy cerca, pero muy lejos en el calendario. Esa última ubicación data de hace dos años.

Benita Ornelas busca a su hijo Fernando Iván Ornelas Ornelas / FOTO: Mercedes Martínez

Benita relata que su familiar salió con su jefe inmediato y un compañero de trabajo. Cuando su jefe declaró, dijo que ese día estaba tan borracho que no recordaba exactamente dónde dejó a Fernando, pero mencionó varias posibilidades, entre ellas, la gasolinera ubicada en la Avenida 1° de mayo y Puente de Fierro. Actualmente, este hombre forma parte de la carpeta de investigación como posible responsable de la desaparición del joven, aunque lleva el proceso en libertad tras haber pagado una fianza de 200 mil pesos.

Yo en lo particular pienso que a mi hijo lo voy a encontrar en situación de calle, no sé porqué. Desde un principio así lo he sentido. Siento que —por las personas con las que iba— recibió un golpe en la cabeza y haya perdido la memoria. Seguimos yendo a hospitales, psiquiátricos, albergues, anexos”. La mujer aclara que hizo una búsqueda por su cuenta sobre el Gran Canal los primeros días de la desaparición, aunque fue superficial ante la falta de experiencia y material.

Cristóbal Jiménez Granados

Cristóbal Jiménez Granados acudió a una refaccionaria cercana al Puente Fierro. Aunque él vivía en Tlalnepantla, un conocido le aconsejó acudir a ese local ubicado en Ecatepec para conseguir a mejor precio, la pieza que necesitaba para arreglar su motocicleta. Meses después de su desaparición, ocurrida el 8 de abril de 2015, las investigaciones arrojaron que los trabajadores de dicho lugar, que en realidad era un deshuesadero, estaban detrás del secuestro de Cristóbal.

El mismo año, los presuntos implicados fallecieron en un accidente cuando viajaban en una motocicleta, lo que aumentó el dolor en la familia del joven desaparecido, al considerar que este evento los alejaba de la posibilidad de dar con el paradero de Jiménez Granados.

Desde los primeros días nosotros pedimos que lo buscaran acá. Lo pedimos desde hace seis años. Le dijimos a nuestra MP que tenían que buscarlo acá” , recuerda su madre María de la Luz Granados, quien ahora se encuentra desplazada. Cristóbal tenía sueños, una familia, estaba recién casado y tenía una bebé que hoy ya tiene 8 años.

Cuando ocurrió el secuestro y la desaparición, las autoridades me preguntaban: ¿qué me decía mi corazón? Y yo siempre he sentido que es algo irreal lo que yo vivo. Estoy aquí y como que piso altos y bajos, no es un piso parejo. Mi corazón me dice que Cristobal está en un lugar, lejos, resguardado y trabajando. Un día, cuando menos lo espere, él va a poder escapar y llegar con nosotros. Esa es la idea que yo me hago, y ojalá Dios me haga el milagro”.

«Yo siempre he sentido que es algo irreal lo que yo vivo», expresa María de la Luz Granados, mamá de Cristóbal Jiménez Granados / FOTO: Mercedes Martínez

¿Cómo llegamos a esto?

Verónica considera que el aumento en el índice de violencia, la incompetencia de las instituciones y la indiferencia de las autoridades son algunos factores que han llevado a que, ahora, sean las personas que con sus propias manos busquen entre la basura. “Ante la ausencia de la verdad, no puede haber justicia”.

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Por su parte Dionisa explica que “todas las instituciones tienen que ver, porque aunque una quiera hacer su trabajo, si las demás no lo hacen no se va a conseguir encontrar a las personas. Hay personas que quieren hacer su trabajo pero no les proveen de suficiente herramientas o capacitación”.

Las integrantes de los colectivos Uniendo Esperanzas y Red de Eslabones por los Derechos Humanos piden a las autoridades hacer su trabajo y dar continuidad a estas acciones; y a la sociedad, denunciar en caso de que tengan información sobre el paradero de alguna de las personas desaparecidas, “o si saben de algún lugar donde dejen restos que nos lo hagan saber”.

Para ellas, la actual visita a México del Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada (CED) es esperanzador. “Qué bueno que vinieron que ellos mismos, que vean el contexto, ¿por qué no los estamos encontrado?, ¿por qué hay más desapariciones? ¿Qué está llevando a esta crisis humanitaria? Algo tenemos que hacer como sociedad y construir paz”, urge Verónica.

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Jornadas concluirán en diciembre

Aunque las autoridades correspondientes no han dado a conocer el reporte de los hallazgos o los resultados de estas jornadas de búsqueda, una persona que participa en estas acciones dio a conocer que en marzo pasado se ubicó fragmento de cráneo, a altura de Tizayuca. Aunque se confirmó que eran fragmentos humanos, aún no ha sido identificado.

Estas jornadas concluirán en diciembre, pero las familias piden que se dé continuidad a estas acciones de campo que de hecho debieron iniciarse hace seis años, a decir de una de las buscadoras que busca a su hijo durante ese mismo lapso.