El PRI se mantuvo en el poder por siete décadas. Esa permanencia obliga a tomar en cuenta que el PRI gobernó al país durante períodos diferentes y que su larga existencia se debe en gran medida a su capacidad de convertir a México en un país que está ubicado entre las primeras 15 economías del mundo con perspectivas de estar entre las 10 primeras en los próximos años, explicó el doctor Norberto Emmerich, quien también es presidente del Centro de Estudios en Estrategia y Políticas Públicas (CEEYPP), en Argentina.
“Ese logro viene acompañado de una cantidad insoportable de crímenes, violencia y corrupción. La sociedad mexicana tardó demasiado en responder a una política que desde hacía algunas décadas había demostrado ser inconducente e irresponsable. Otros países y otras sociedades tienen velocidades de respuesta mucho más rápidas y capacidades organizativas mucho más importantes.
“En el caso mexicano, la experiencia de la élite política la forzó a ser autoritaria e impedir cualquier asomo de cultura política independiente en la sociedad. Así se explica la masacre de Tlatelolco, aunque así no se explica la tragedia de Ayotzinapa. La masacre de Tlatelolco es la respuesta de un PRI todavía maduro que apela a los instrumentos tradicionales del control priista. La tragedia de Ayotzinapa corresponde a un PRI que no controla prácticamente nada y no sabe responder a las crisis de seguridad”, advirtió el politólogo.
Para Emmerich, los mecanismos mediante los cuales un sector político se mantiene mucho tiempo en el poder o detenta el poder en términos antidemocráticos tiene que ver con dos vertientes:
- Qué se entiende por democracia. En general, cuando se habla de democracia se habla de democracia liberal, es el único formato de democracia en vigencia. Al comparar las reglas de acceso y ejercicio del poder propias de la democracia liberal con el real ejercicio de tales normas y procedimientos, el resultado siempre es en contra del ejercicio real. En el caso mexicano esos resultados siempre fueron y son en contra.
- Cuáles son los mecanismos de reciprocidad o intercambio que el régimen político otorga a la sociedad. En términos de Talcott Parsons, la sociedad obedece o apoya a cambio de determinados bienes que recibe por dichos apoyos. El régimen priista en su larga meseta de estabilidad consolidó la posibilidad de que México sobreviviera en el mundo de posguerra, fuera dueño de su petróleo y se convirtiera en el primer exportador mundial hacia Estados Unidos.
“Tan importante es esa tarea que el presidente Andrés Manuel López Obrador se posiciona con mejor fortaleza en su segundo año de mandato tras la firma de la renovación de dicho acuerdo. Eso implica altos costos para la sociedad mexicana, por supuesto. La tarea del gobierno es mantener la sustentabilidad del país mientras alivia esos costos, que son básicamente tres: violencia, corrupción y salarios. No lo está haciendo bien”.
¿Quién mantuvo al priismo en Los Pinos?
A la interrogante de quién mantuvo al priismo en la silla presidencial, la socióloga Maribel Núñez Cruz comentó a AD Noticias que desde los años treinta el PRI buscó ser un partido de masas. Por ello, generó eficazmente una estructura corporativa que agrupó a los obreros en la otrora poderosa Confederación de Trabajadores de México (CTM), a los campesinos en la Confederación Nacional Campesina (CNC) y a las organizaciones populares en la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).

“El poderoso partido supo concentrar el poder y los recursos para no dejar fuera a ningún sector de la sociedad. Jugó durante décadas al juego de representar y controlar; aunque a la larga se vio que más que representar los intereses de los sectores obrero, campesino y popular, se trataba principalmente de lograr su control corporativo y obstaculizar su organización independiente.
“Por otro lado, la presencia del PRI como fuerza política dominante durante décadas, primero tuvo que ver con una pluralidad política incipiente o casi inexistente. Y después con su bajo compromiso de realizar elecciones libres, transparentes y creíbles, ante los innumerables procesos electorales sumamente cuestionados en los años en que las elecciones comenzaban a ser más disputadas, principalmente de los años ochenta a la fecha“.
Es en ese periodo, añadió, cuando se popularizó la frase: ‘El PRI si no gana, arrebata’. De este modo, la historia del PRI va aparejada con la historia de la reproducción y hasta el refinamiento de numerosas maniobras fraudulentas. Estas generaron todo un repertorio de prácticas, que ayudan a entender cómo se arrebataban los triunfos a la oposición y se distorsionaba la voluntad popular, comentó Núñez.
Las “mañas” electorales
La doctora indicó que con el PRI se habló de “carro completo”, “urnas zapato”, “operación tamal”, compra de voto, “carrusel” y otras que apostaron a crear clientelas políticas que brindaran apoyo a sus candidatos a cambio de prebendas o tarjetas prepagadas como las del caso Monex o Soriana.
Empero, Núñez Cruz, también catedrática e investigadora social de la FES Acatlán, señaló que nunca ha estado de acuerdo con quienes señalan que los pueblos tienen el gobierno que se merecen.
“En contextos sociales en los que ser opositor puede costar incluso la vida, sucede que detrás de un supuesto conformismo y una cultura política poco democrática, crece un gran sentimiento de injusticia que espera el momento propicio para cristalizarse y cambiar el orden de las cosas. En México, la corrupción y la impunidad perduraron porque tenían muchos beneficiarios y muchos cómplices, que iban desde los que accedían directamente a recursos e influencia y los que en los medios de comunicación callaban frente a los abusos y se afanaban en construir una percepción de que estábamos en manos de gobernantes altamente calificados y transparentes.
“La larga lucha por la democratización del país ha dejado cientos de muertos y desaparecidos políticos. El PRI en algún momento quiso optar por la alternancia con el PAN para generar una suerte de bipartidismo en el poder ejecutivo que no modificara el statu quo. Pero un sector de la población decidió apoyar el proyecto de Morena que, contra todo pronóstico y a muy pocos años de conseguir su registro, ganó la presidencia y la mayoría de los puestos de elección popular”.
La adhesión de sectores sociales
En tanto, el escritor Edgar Morín profundizó en la corporativización que provocó el PRI en la sociedad.
“Se agrupó al campesinado y a los obreros, de ahí salió Fidel Velázquez, que ya nadie se acuerda de él, pero que en algún momento fue muy representativo de esa clase política y una serie de líderes sindicales. Pensemos en Romero Deschamps, que sería la versión más decadente de ese sindicalismo.
“Y pensemos en los tiempos de Luis Echeverría y López Portillo cuando todos los gremios tenían su representación a través de todo tipo de organizaciones. Por ejemplo, los actores tenían un asiento en la Cámara de Diputados. Ya ironizaba Vargas Llosa con aquello de la dictadura perfecta, mediante la cual se desarrolló un sistema corrupto a través del cual las personas obtenían posiciones que las hacían obtener poder y a cambio de esto levantaban el dedo. Así dejaron de ver por sus votantes y los votantes fueron cambiando”.
El voto duro del PRI era el voto corporativo, señaló Morín. Y esas maneras de hacer política clientelar se van desarrollando en este sistema del viejo régimen que hasta ahora, obviamente, no han cambiado del todo.
“Pero poco a poco los sindicatos comenzaron a entrar en una crisis. Hubo decenas y decenas de denuncias contra estos de todo tipo, incluidas las penales por fraudes. Pero durante mucho tiempo fue el voto que mantuvo en el poder al PRI.
“Existe también una parte pequeña del voto duro del priismo que surge a través de la ideológica y que tiene una serie de bemoles, porque a estas alturas los del nacionalismo revolucionario ya se salieron y fundaron otro partido que está por desaparecer y otros brincaron a un movimiento que se volvió partido (Morena). Pero también está un sector, que sería un poco lo que la picaresca política indica: ‘si mi padre y mi abuelo votaron por el PRI, yo también’. Pero en estos tiempos esa idea se hace cada vez más complicada por las evidencias de corrupción que han ido saliendo a la luz pública”.
Lo que dejó el “Saving Mexico”
Durante el último lustro han salido a la luz una serie de acusaciones de corrupción y nexos con el narcotráfico en contra de exgobernadores priistas y secretarios de Estado del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Lejos quedó aquella portada de la revista estadounidense Time, que aseguró que “tras un año en el gobierno, Peña Nieto ha aprobado el más ambicioso paquete de reformas sociales, políticas y económicas en la historia. Las fuerzas de la economía global, también, han virado en la dirección del país”.
El doctor Emmerich señaló que “la élite mundial estaba muy satisfecha con las reformas legislativas impulsadas por Peña Nieto. Pero después de esto no tuvo la fortaleza ni la capacidad política de convertir esas reformas en realidad. En cierta medida por la resistencia de gran parte de la sociedad canalizada (pero no expresada) en el crecimiento de la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, que ofició de contrapeso legitimador a las políticas impopulares de la presidencia de la República”.
Producto de aquellas reformas, puntualmente la energética, ahora se conoce uno de los escándalos más graves de corrupción que también toca a Enrique Peña Nieto. De acuerdo a una investigación del periódico Reforma, Emilio Lozoya reveló en España que “la empresa brasileña Odebrecht pagó 4 millones de dólares que fueron usados en la campaña presidencial de Enrique Peña en 2012”.
Los hombres del presidente
Lozoya, exdirector general de Pemex, aseguró que Odebrecht pagó 6 millones de dólares al gobierno de Enrique Peña Nieto por el beneficio de contratos y con esto también pudiera pagar sobornos a legisladores, “a fin de garantizar la aprobación de la reforma energética en 2014”.
La lista de señalados por Emilio Lozoya Austin incluye a José Antonio Meade, Ricardo Anaya, José Antonio González Anaya y Ernesto Cordero Arroyo. Lozoya también declaró que “Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray Caso, entonces secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), estaban enterados de la situación”.
Recientemente, la revista Proceso reveló que “los operadores de Emilio Lozoya Austin en Pemex usaron aviones de la Fuerza Aérea y maletas deportivas para llevarse dinero de la empresa estatal”.
Ese mismo medio, quien entrevistó a un testigo, dio a conocer que “en el piso 45 de la Torre de Pemex se tenía un ‘cuarto de guerra’ en el cual se colocaron las imágenes de los 500 diputados federales y los 128 senadores que discutieron la Reforma Energética”.
La fuente anónima agregó que “cada una tenía un pegote de color y una leyenda: amarillo, ‘por convencer’; rojo, ‘jamás accederían’, y verde, ‘votos seguros’”.
Antes de esas de las declaraciones, Emilio Lozoya, en 2017, tras ser cuestionado sobre las acusaciones en su contra por el soborno que presuntamente recibió de la constructora Odebrecht, aseguró: “Lo digo con mucha humildad: Tengo recursos y tiempo para romperles la madre”.
Gobernadores
Sin embargo, el “nuevo PRI” pareció exhibir las mismas prácticas de las cuales se le acusó en sexenios pasados a la clase política en el poder. En el caso de exgobernadores, Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge fueron señalados por derroche de recursos públicos, corrupción e impunidad y nexos con el narcotráfico. Hoy se encuentran en prisión.
Javier Duarte fue acusado de desviar al menos 223 millones de pesos provenientes del erario público y que se repartieron en varias empresas fantasma y prestanombres.
En el caso de César Duarte, fue imputado por el delito de peculado. Antes de su detención mantenía 15 órdenes de aprehensión por desvío y disposición indebida de mil 200 millones de pesos. También se le acusó de entregar 250 millones de pesos pertenecientes a la nómina del estado a distintas campañas priistas en 2015.
Roberto Borge finalizó su gobierno con acusaciones por la venta ilegal de patrimonio estatal, el desfalco de las arcas estatales por 30 mil millones de pesos, despojos particulares y graves violaciones a los derechos humanos.
En 2018, autoridades de Estados Unidos relacionaron al exgobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Esto derivó en un congelamiento de sus cuentas en ese país.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos declaró que Sandoval y algunos de sus funcionarios: “se enriquecieron cruelmente a expensas de sus conciudadanos. Ya sea dando sobornos a los grupos del narcotráfico o participando en una variedad de actividades ilícitas, estos y otros funcionarios corruptos se enfrentarán a graves consecuencias”. Por ahora el gobierno de México investiga a este político priista.
Otros exgobernadores en prisión son Eugenio Hernández (Tamaulipas), señalado por operación con recursos de procedencia Ilícita y enriquecimiento Ilícito. Y Jorge Torres López (exgobernador interino de Coahuila). Fue extraditado a Estados Unidos por una Corte de Texas, por los presuntos delitos de fraude y operaciones con recursos de procedencia ilícita por 2.7 millones de dólares.