La disputa por la narrativa se ha convertido en la manzana de la discordia en “Va por el Estado de México”

La disputa por la narrativa se ha convertido en la manzana de la discordia en “Va por el Estado de México”
Los grupos políticos dominantes de Huixquilucan, unos del PRI y otros del PAN, no logran embonar

La disputa por la narrativa se ha convertido en la manzana de la discordia en “Va por el Estado de México”. La visión del PRI y del PAN no solo son diferentes, sino contrarias. El priismo mantiene firme la estrategia de discurso moderado, positivo y hasta cordial contra la idea del PAN de endurecer la retórica, confrontar y adjetivar al adversario. Las personalidades políticas de Alejandra del Moral y Enrique Vargas no han logrado complementarse, al menos hasta ahora.

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Los propios grupos políticos dominantes de Huixquilucan, unos del PRI y otros del PAN, no logran embonar. Subyacen diferencias profundas, por ejemplo, la distancia entre el gobernador Alfredo del Mazo –y seguidores– con el senador Eruviel Ávila y simpatizantes. Hay quien coloca, con conocimiento de causa, a Alejandra del Moral cerca de Del Mazo y a Enrique Vargas del lado de Eruviel.  

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Algo similar sucede con la diputada y delegada del CEN, Ana Lilia Herrera. Parece que existe un muro infranqueable que impide su incorporación plena al primer equipo de la precandidata priista. Es más cercano el anterior delegado, Jorge Rojo, que la propia Ana Lilia, quien atiende a la línea de Alejandro “Alito” Moreno más que a la del gobernador Alfredo del Mazo.

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En Morena tampoco conviven como familia feliz. El Grupo Texcoco se ha apoltronado en la burocracia partidista y alrededor de la candidatura, no dejan pasar a nadie que no tenga su membresía. El distanciamiento con el alcalde de Ecatepec, por ejemplo, es obvio. Lo mismo sucede con la alcaldesa de Tecámac o los presidentes municipales de Nicolás Romero y Nezahualcóyotl. La relación con sus asociados del PVEM y PT, tampoco es muy buena que digamos.

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Si hay alguien en particular a quien la caída de García Luna habrá sacado una sonrisa de tranquilidad y satisfacción, es seguramente a Alfonso Navarrete Prida, quien a lo largo de toda su carrera profesional le combatió frontalmente. El diagnóstico de quien era y qué representaba García Luna, Navarrete lo tenía muy claro desde hace más de una década. El tiempo le dio por completo la razón.