La guitarra azul

La obra de John Banville es celebrada en todo el orbe; muchos, incluso, lo suben siempre al tren de los candidatos al Nobel literario. Y asombra semejante ensalzamiento dado que este autor publica mucha novela negra bajo el pseudónimo de Benjamin Black, a quien ya he reseñado y que, honestamente, no me pareció tan sobresaliente. […]

La obra de John Banville es celebrada en todo el orbe; muchos, incluso, lo suben siempre al tren de los candidatos al Nobel literario. Y asombra semejante ensalzamiento dado que este autor publica mucha novela negra bajo el pseudónimo de Benjamin Black, a quien ya he reseñado y que, honestamente, no me pareció tan sobresaliente. Con estos antecedentes concurría más con acritud que con interés a sus libros. No obstante, cuando vi que un reseñista decía que “La guitarra azul” era la novela “más divertida y accesible” de todas las que ha escrito, supuse que un momento de solaz no le hace daño a nadie, y que podría corroborar si Banville es tan bueno como afirman tantos.

Conoceremos en este libro a Oliver Orme, un pintor que sufre una “crisis” (en realidad, no le pasó nada, todo está en su mente) y deja de pintar; pero guarda otro secreto: se dedica a robar, no por necesidad, sino por el inmenso placer que siente al hacer propias las cosas ajenas. Y una de esas posesiones hurtadas es Polly, la esposa de su amigo Marcus. El descubrimiento de dicha traición desencadenará conflictos que, a su vez, irán develando nuevos secretos.

La prosa de este autor es precisa y poética; sabe llevar al lector de la risa a la conmiseración sin que se sienta baladí o irreverente; me dejó un grato sabor de boca. Concuerdo con Fiona Wilson, crítica de “The Times”, quien asevera que Banville “escribe unas novelas densas, profundas y de factura poética que meditan sobre las grandes cuestiones de la vida”.

Quizá no regrese a Black, pero ciertamente continuaré leyendo a Banville.