La hora de la UAEMex

Se veía venir y finalmente llegó: el Rector de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) enfrenta la situación más delicada de su administración. Están en juego no sólo su cargo sino el equilibrio de fuerzas al interior de la Universidad. Y es que este jueves la bancada de Morena en la legislatura local […]

Se veía venir y finalmente llegó: el Rector de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) enfrenta la situación más delicada de su administración. Están en juego no sólo su cargo sino el equilibrio de fuerzas al interior de la Universidad. Y es que este jueves la bancada de Morena en la legislatura local presentó una iniciativa con proyecto de decreto para modificar tanto la Constitución Política del Estado de México como la Ley de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Para nadie es un secreto que dicha iniciativa se deriva de un documento generado por algunos investigadores, profesores y hasta alumnos que se han aglutinado en torno a la propuesta de “des-pri-izar” a la universidad. Esta idea ha rondado la cabeza de muchos universitarios desde años y se alimenta de la convicción que tienen de que el manejo de la universidad ha estado durante toda su vida en manos del gobernador en turno y los grupos políticos de su partido, el PRI.

Esta forma de pensar tiene varias características: siempre ha cuestionado el que haya candidaturas únicas para la renovación de la Rectoría o la dirección de escuelas y facultades, asume como secreto a voces que quien “palomea” al que será nuevo rector es el Gobernador en turno, advierte el acomodo que obtienen los ex-rectores dentro del gabinete estatal, ve con azoro la disciplina que la universidad tiene siempre para con las autoridades gubernamentales de la entidad, cuestiona lo obsequiosas que llegan a ser las actitudes de los rectores para con el gobernador en turno. En suma, esta manera de ver a la universidad en términos políticos siente que ahora es cuando se puede revertir todo eso.

La iniciativa presentada esta semana tiene dos características principales: asentar en la Constitución estatal que la educación superior tenga el carácter de obligatoria (lo cual se advierte desde ahora que será “letra muerta”) y reorganizar la forma de gobierno de la Universidad para –afirma­– democratizarla. Ahora, el que el grupo parlamentario de Morena haya presentado la iniciativa “sin conocimiento de la Rectoría” –según dice el comunicado oficial emitido por la Administración universitaria– sólo es signo de que los diputados tienen otros interlocutores para este tema. Y la propia Rectoría así lo reconoce cuando al fijar postura afirma que la iniciativa tiene su origen en la propuesta “que ingresaron a la Cámara de Diputados dos investigadores que carecen de toda representatividad”. 

Y, en efecto, son dos las cabezas visibles de esta jugada: Jaciel Montoya y Fermín Carreño, quienes tienen en varios legisladores locales de Morena respaldo para enderezar una causa política que buscaría dos acciones iniciales: destituir al actual rector y hacerse de ese cargo mediante elecciones casi inmediatas, además de re-configurar al Consejo Universitario, algunas direcciones de Escuelas y Facultades, así como sus respectivos Consejos de Gobierno para establecer un nuevo equilibrio de fuerzas al interior de la UAEMex.

En reiteradas ocasiones, por distintas vías y acompañadas de diversas señales, desde el Ejecutivo estatal se le sugirió al Rector que negociara con los principales artífices de esta “revuelta” interna, mismos que habían ingresado la iniciativa de reformas a la ley de la Universidad que hoy ya está turnada a las Comisiones respectivas de la Cámara local. Estas sugerencias, además, estaban precedidas por el muy significativo hecho de que el gobernador no remitió a la legislatura la iniciativa de ley elaborada desde el interior de la universidad y que le fue entregada por el Rector desde hace varios meses.

Si el gobernador la hubiera remitido cuando la recibió, sería la propuesta oficial la que estaría ya en proceso legislativo (o hasta aprobada) y no la que antier se presentó. Pero es claro que, en la batalla política, el titular del Ejecutivo estatal no desea disputarle a los diputados esta posición, ha enfocado sus baterías en otras y está dejando a los diputados maniobrar casi libremente.

También cabe recordar que la iniciativa de reforma a la Ley de la Universidad que fue confeccionada por la entonces abogada general de la UAEMex, Luz María Zarza, tuvo un tortuoso procesamiento interno por haber incluido en ella la figura de la reelección para el Rector. Este hecho fue realmente el que azuzó a varios grupos al interior de la universidad a oponerse y movilizar a integrantes de los tres sectores universitarios: alumnos, académicos y trabajadores administrativos. Precisamente durante los meses de marzo y abril del año pasado (absolutamente empalmada con los tiempos de campañas electorales) la discusión era intensa al interior de los espacios universitarios y había claramente una oposición a la reelección. Pero desde la administración universitaria se pusieron en marcha varios mecanismos, se dio una defensa a capa y espada de la iniciativa y finalmente, cuando fenecía el mes de junio (y se aproximaban las elecciones del 1 de julio) el Consejo Universitario aprobó la iniciativa de reforma, incluyendo la figura de la “ratificación” del Rector; y así la remitió al Ejecutivo. 

Sólo un par de días después, la configuración de las fuerzas políticas había cambiado radicalmente: la cámara local quedaba en control de Morena y lo que bajo otras circunstancias hubiera sido un simple trámite, hoy se convirtió en el problema que ya está aquí. Así que no hay que confundirse, la naturaleza de dicho conflicto es política, no académica, no de la calidad de la educación o la investigación que se hace en la UAEMex. Lo que se busca es prolongar hasta la universidad (como lo están haciendo en muchos otros espacios) el control político de quienes hoy tienen la sartén por el mango por haber arrasado en los comicios del 1 de julio.

Hubo un momento, a finales del año pasado, cuando estaban dadas las condiciones para que la Rectoría tendiera puentes con las fuerzas que controlan el Congreso y negociara. Pero el rector siempre se mantuvo en la posición de “no caer en chantajes”, no entregar recursos y posiciones a los grupos movilizados (y ahora empoderados), enarbolar la autonomía y defender la trinchera. Sin embargo, desde el gobierno del estado no recibió ningún respaldo. Y a finales de año, cuando se quedó sin recursos para cubrir el pago de aguinaldos, no tuvo una mano tendida desde la gubernatura (como había ocurrido en años anteriores). Tuvo que ir a pedir auxilio a instancias federales, teniendo que establecer allá varios compromisos que redujeron mucho su margen de maniobra y mantuvieron sumamente frágiles las finanzas universitarias (teniendo que ajustarse el cinturón no sólo en el gasto corriente, sino incluso afectando derechos laborales de trabajadores y académicos). Cuando llegue el final del año volverá a enfrentar el problema de insolvencia para el pago de salarios y aguinaldos y, por si eso fuera poco, hoy tiene nuevamente abierto el frente de batalla con la legislatura local.

Parece que al rector el recurso que le queda es apoyarse en los universitarios: los miles de estudiantes, profesores y trabajadores que hoy no se ven como actores políticos en esta disputa. Tendría que esforzase por conseguir su respaldo, por hacer ver el conflicto que encierra el tema en relación con la autonomía universitaria. Es momento de ver si posee la suficiente fuerza interna y capacidad de convocatoria para movilizar a la comunidad universitaria y así hacer frente a la fuerza de Morena en el Congreso mexiquense.