La Quinta Columna

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Las manifestaciones por causas justas tienen su origen en la incompetencia o desidia de las autoridades

¿La Catedral del fraude y la represión, son dos argumentos para cambiar un régimen?

Como diría un clásico ¡son unos genios! Para cerrar una semana negra más, quienes detentan el poder público no podían elegir un mejor lugar para exhibir sus reales características, la prepotencia, la incompetencia, la insensibilidad, así como su enorme necesidad de tener a alguien que perdone sus excesos y atropellos.

A diferencia de ellos, razonemos y argumentemos para poder actuar en consecuencia.

Para el Estado de México la semana empezó con la presencia de un personaje negro, vestido de vaquero y con un marcado actuar protagonista e intervencionista, que hace recordar a los peores embajadores imperialistas. Su visita movió agendas y dio lugar a fotos que cualquier persona consciente quizá habría evitado.

Después, un descarado ataque al derecho de manifestación y expresión se dio cuando maestros inconformes trataron de llegar al palacio del poder ejecutivo, vallas y granaderos se los impidieron. Solo dejaron pasar una comisión, en otras calles lo mismo le pasó a los trabajadores de Probosque, como le temen a los inconformes y les molestan sus consignas, limitan dónde se pueden expresar los ciudadanos.

Pero lo peor se dio el jueves, frente a la Catedral de la ciudad de Toluca. Quien escribe esta columna se tomó la libertad de llamarla «la catedral del fraude”, no como una falta de respeto a la religión sino como un ejercicio de memoria histórica. La catedral se cimentó sin consecuencias con rifas y sorteos fraudulentos organizados por Arturo Vélez, distinguido atlacomulquense, primo del entonces gobernador, quien casualmente se llama igual que el actual, en razón de que es su nieto. Cualquier interesado con solo googlear sabrá detalles.

En ese lugar, un grupo de manifestantes del movimiento Trans fue reprimido prepotentemente, se informó que una persona fue atropellada por el auto del obispo saliente y al menos un reportero lesionado por policías. Mientras, en el interior, se celebraba una misa por la llegada de un nuevo obispo. En la catedral escuchaban atentos los integrantes de la élite del poder público en la entidad.

Las manifestaciones por causas justas tienen su origen en la incompetencia o desidia de las autoridades. La falta de sensibilidad justifica excesos en lugar de condenar los mismos.

Ojalá los inconformes, minorías y grupos vulnerables que ven reprimida su libertad de expresión, tomen conciencia de que quienes detentan el poder hoy, buscan un sexenio más para cumplir 100 años de lo mismo, por parte de los mismos y que el próximo año en las urnas se hagan sentir. Solo así  los poderosos dejarán de ser intocables. La libertad y la justicia se conquista, no se implora.