La Quinta Columna

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Los derechos humanos no son moneda de cambio ni logros del ocupante en turno de una curul

En política lo que parece es y pareciera que será una por otra “Quid pro quo”

En el Estado de México fue recibida con euforia la aprobación en comisiones de la tan anhelada reforma al Código Civil de la entidad para permitir el matrimonio igualitario. Sin embargo, su aprobación en el pleno fue postergada hasta después de las comparecencias, puede que para disimular.

El jolgorio ante el orgullo es esperanzador e indiscutible, se honra la causa, pero se espera con suspicacia que el verdadero cambio no quede condenado al silencio legislativo. Pues ya de por sí, el Estado de México entra tarde a la historia y una vez más, la sociedad cambió antes que las leyes.

Aun así, resulta llamativo que en el marco del debate y la cobertura mediática del matrimonio igualitario, tuviera lugar la discusión y aprobación de la figura de gobierno de coalición, que los entendidos en el tema ubican más en los sistemas parlamentarios que en los presidenciales, como es el caso de México.

Ante el panorama político actual, la figura del gobierno de coalición monta el escenario favorable para pelear el poder por el poder y el arraigo de un grupo político enquistado en las entrañas y privilegios de la administración pública.

Ante el retraso de la discusión del proyecto en el Pleno, el sorpresivo sentido del voto de legisladores de diversos partidos –tanto en lo que respecta al matrimonio igualitario como al gobierno de coalición– queda la pregunta: ¿Quid pro quo? ¿Una por otra?

¿Será que los legisladores entienden a los derechos humanos y la coyuntura para aferrarse al poder en el mismo plano?

No queda más que recordar a nuestra clase política el llamado que, por años, se han negado a escuchar: los derechos humanos no son moneda de cambio ni logros del ocupante en turno de una curul. Son un logro social, antecedidos por años de lucha sin descanso, de puertas cerradas, de discriminación e intolerancia.

Tampoco deberían ser comodines, ni cortinas de humo, ni pretextos de negociación en mesas políticas. Garantizar los derechos humanos es obligación y no dádiva.

Enhorabuena por el orgullo, que sus voces continúen llenando de diversidad a nuestra sociedad y logren el reconocimiento de sus derechos en el Pleno Legislativo. Más vale tarde que nunca.