Libre expresión: viejo debate, nuevas reglas

Libre expresión: viejo debate, nuevas reglas
El ecosistema informativo en el que hoy vivimos tiene como un organismo dominante a empresas como Google y su filial Youtube. Ellos deciden los contenidos sobre los que es válido opinar o publicar.

Los videos de Youtube han alcanzado una gran centralidad en la vida de millones. Ver algo en un video puede convencer a una persona de casi cualquier cosa, desde aceptar un challenge (desafío) irracional, hasta creer que los reptilianos están por apoderarse del mundo. Desde hace ya varios años esta plataforma ha dejado de ser meramente un sitio de esparcimiento o distracción. Hoy es una vitrina donde se pueden encontrar evidencias de todo lo que ocurre en el mundo. También es un espacio donde se libran intensos debates acerca de las cosas que vive el planeta y la sociedad entera.

Como ya lo hemos comentado en otras ocasiones en este mismo espacio, la operación de plataformas como Youtube se ha incrustado tan rápida como profundamente en el funcionamiento de la sociedad contemporánea. No hay ninguna duda de ello y, aunque sólo tenga unas décadas de existencia, es hoy sumamente influyente en los cursos de acción a nivel global y, además, es controlada por el gigante de la Internet, Google.

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Dadas estas circunstancias, es muy relevante el anuncio hecho apenas unos días antes, en el sentido de que eliminará los videos con contenidos antivacunas. A través de un comunicado sentenció: “Serán suprimidos los videos que falsamente afirman que las vacunas son peligrosas y causan efectos crónicos en la salud, que dicen que las vacunas no reducen la transmisión de enfermedades o hacen contraer enfermedades o que contienen información errónea sobre las sustancias empleadas”.

Esta decisión fue acompañada de un dato: hasta la fecha ha eliminado de su plataforma aproximadamente 130 mil videos que contenían información falsa, inexacta, errónea o abiertamente mentirosa acerca de las vacunas. No sólo se trata del reciente movimiento confrontado con las campañas de vacunación contra la covid-19, sino de un movimiento de más larga data que ha venido sosteniendo cosas como que “las vacunas provocan autismo, cáncer, infertilidad o marcan a quienes las reciben”.

De una manera muy fuerte, en los Estados Unidos este tipo de movimientos antivacunas ha motivado que mucha gente se rehúse a ser vacunada contra la covid-19. Gran parte del repunte de la pandemia experimentado en aquella nación en los meses recientes es atribuido a este factor. Por ello, inicialmente Youtube estableció una serie de medidas para detectar y examinar los contenidos que se refirieran a dicha enfermedad. Pero, dado que identificaron que mucha gente hacia afirmaciones antivacunas sin mencionar explícitamente covid-19, ahora la empresa ha decidido ampliar su política restrictiva a todos aquellos contenidos que desplieguen ideas antivacunas.

La nueva decisión de la empresa es: “Youtube permitirá discusiones científicas, videos sobre ensayos de vacunas, resultados o fallas, al igual que testimonios personales, como las de un padre que habló sobre las experiencias de sus hijos al vacunarse, pero las que cuestionen la eficacia de los biológicos serán eliminados”.

Esta información nos regresa a viejos debates acerca de la libertad de expresión, de libre pensamiento, a la censura en los modernos medios de comunicación y a la manera en que entes privados y no los gobiernos democráticamente instituidos sean quienes regulen lo que se puede o no publicar. A final de cuentas Youtube es una empresa y sus criterios serán básicamente comerciales. Sus intereses, sus acciones en la bolsa, los anunciantes, no deben desconfiar de lo que exhibe en su plataforma o, de lo contario, ello cuesta millones de dólares. 

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El ecosistema informativo en el que hoy vivimos tiene como un organismo dominante a empresas como Google y su filial Youtube. Ellos deciden los contenidos sobre los que es válido opinar o publicar. Todos sabemos que cada segundo se suben miles de videos a esa plataforma, la mayoría de ellos alcanzara un número limitado de reproducciones; sólo algunos cuantos se vuelven populares o suman miles de vistas. Pero, sin importar su alcance, todos aquellos que difundan ideas antivacunas (y que sean detectados) terminaran por ser eliminados. Sobre todo, porque aun cuando algunos tengas muy pocas visitas, se suman a centenares más y van, poco a poco, conformando una masa crítica que forja una opinión y hasta puede asentar una creencia.

Al leer una decisión como esta, lo que estamos presenciando es la operación de los modernos mecanismos para modular la circulación de la información a nivel global. Así es, cuando nació la Internet, encerraba una gran promesa de horizontalizar el flujo de la información, de democratizar el acceso a los datos y romper los monopolios informativos. Han pasado algunos lustros y hoy vemos que las reglas no pueden desaparecer del todo: no toda opinión es bienvenida.