Los acuerdos políticos de la “transición de terciopelo”

  Toluca, México; 14 de octubre de 2018. Apenas comenzadas las campañas federales este año, fue muy evidente que el grupo cercano a Los Pinos asumía la derrota en todos los frentes. Casi en simultáneo, AMLO modificó su campaña y dejó atrás las guayaberas y la ropa informal para comenzar a usar traje y corbata en […]

 

Toluca, México; 14 de octubre de 2018. Apenas comenzadas las campañas federales este año, fue muy evidente que el grupo cercano a Los Pinos asumía la derrota en todos los frentes. Casi en simultáneo, AMLO modificó su campaña y dejó atrás las guayaberas y la ropa informal para comenzar a usar traje y corbata en sus spots pues, a sabiendas de la gran ventaja que le daban las encuestas, se exhibió como un “presidente inevitable”: no habría más oposición ni campaña negra. El gobierno cedió la plaza a cambio de algo que en esos momentos se sospechaba, pero de lo cual no había más elementos de análisis.

Seis meses después, los tratos diligentes, la ausencia de conflictos, la llamada “transición de terciopelo” ha sorprendido a propios y extraños. ¿Cuál es la razón de conductas tan modositas? Al menos tres pueden adelantarse (y sólo el tiempo las confirmará): el aeropuerto en Texcoco, la firma del nuevo tratado de libre comercio con EUA y Canadá y el apoyo y la pleitesía en la tierra de EPN, en donde podrá disfrutar su exilio dorado sin contratiempos y rodeado por la protección de los suyos.

Sobre el primer punto, resultan contradictorios el discurso de campaña y las acciones del equipo del próximo gobierno. Un día dicen que van por Santa Lucía; otro, que se estudiará; luego, que se hará una consulta y, más recientemente, que van a desfogar el tráfico pues utilizarán más el aeropuerto de Toluca (¡qué casualidad!). A pesar de que habrá una muy rara combinación de consulta/encuesta y votación, lo más previsible es que el proyecto del aeropuerto en Texcoco continúe; con lentitud y muchos matices, pero sí continuará. Esta hipótesis será demostrada, pues hay mucho en juego, no sólo dinero del bueno –y jugosas comisiones–, sino también la credibilidad de los inversionistas para el proyecto de nación que impulsa Andrés Manuel, y eso sí tiene un trasfondo político muy alto. No hay ningún otro proyecto alterno, con estudios y opciones, que supere al de Texcoco; cualquier otra cosa será un “mejoralito”. Tiene razón quien cuestiona los altos costos; no obstante, eso, aunque entendible, puede corregirse con una férrea disciplina del nuevo gobierno y la observación ciudadana, como la que espléndidamente ha demostrado la ONG “México Evalúa” en su más reciente reporte sobre el tema (https://www.mexicoevalua.org/2018/10/10/naim-tren-toluca-paso-expres-exhiben-problemas-cronicos-la-contratacion-publica-en-mexico/): malas prácticas en las licitaciones, retrasos y altos costos son algunos de sus hallazgos. Si el gobierno de AMLO quisiera tomar cartas en el asunto, ya habría actuado contra Ruiz Esparza desde el Congreso –en el que goza de claras mayorías– para enviar un mensaje de cero tolerancia a la corrupción en ese proyecto; no ha sucedido así, ni parece ser la ruta que buscan. Mucho ruido y pocas nueces, parece la conclusión a este tema.

Aún no se conoce la letra chiquita del nuevo tratado de libre comercio, pero ya se asegura que será EPN quien lo firme. Qué consecuencias económicas tendrá para el país y, sobre todo, a qué se obligó México fue guardado como un secreto de Estado. En este capítulo, el papel de Luis Videgaray como interlocutor con el equipo de AMLO ha sido de franca camaradería; se han lanzado porras unos a otros, al punto de que, en el pleno del Senado, el titular de la SRE hizo un reconocimiento a Jesús Seade Kuri, nombrado por Andrés Manuel Lopez Obrador para esta tarea. Todo ha resultado terso; atrás quedaron las baladronadas de campaña, en el sentido de no continuar con este importante tratado comercial. Todo se deja listo para que sea el último acto de gobierno de Enrique Peña, y se hacen todos los preparativos para darle una gran despedida con aplausos internacionales, que en su país no pudo obtener.

Por último, quedan en evidencia los acuerdos entre la clase política local y la burbuja que rodea al presidente electo cuando se organiza un encuentro privado entre el gobernador Alfredo del Mazo Maza y AMLO, durante la más reciente gira de agradecimiento en el Estado de México. Ambos se reunieron a solas por más de una hora; se tomaron fotos formales en la entrada del palacio y luego en el patio; se cuidaron escrupulosamente todos los protocolos que dicta la liturgia política priista. Todo, absolutamente todo, destilaba amor: más dinero para el Estado de México, las inversiones más altas de la historia para jóvenes… y nada de combate a la corrupción o castigo a “políticos tranzas”, como gritaba AMLO en campaña. Ya en la plaza pública, sin traje y sin la compañía del gobernador, el acto fue de nuevo el de la rudeza del lenguaje, el de los reclamos a la prensa fifí, el de la arenga pública. Sólo que, minutos antes, el trato fue como entre príncipes. ¿A cuál de los rostros de Jano debemos hacerle caso? ¿Cuál será, en todo caso, la relación entre la clase política del Estado de México y el próximo presidente de la república? Aquí, como anoté previamente, todo parece indicar que los acuerdos son diversos, pero apuntan a que, tal y como gritaba el Dr. Wagner en el pancracio: “En su tierra, y con su gente, se le respeta”. En un par de meses más, veremos si mis hipótesis son correctas; mientras tanto, la “transición de terciopelo” sigue con el guion de telenovela.