Los ambulantes no se dejan y enfrentan al alcalde toluqueño que los hostiliza

Toluca, México; 11 de febrero de 2019. Eran las once de la mañana, 500 personas esperaban la señal para avanzar; entre sombreros y pancartas, los ambulantes marcharían para reprobar el desalojo de la zona de la terminal que el pasado 31 de enero operó Juan Rodolfo, alcalde de Toluca. En medio de la organización, un […]

Toluca, México; 11 de febrero de 2019. Eran las once de la mañana, 500 personas esperaban la señal para avanzar; entre sombreros y pancartas, los ambulantes marcharían para reprobar el desalojo de la zona de la terminal que el pasado 31 de enero operó Juan Rodolfo, alcalde de Toluca.

En medio de la organización, un grito conmocionó a la población, “¡Agárrenlo, es ratero!”, dijo un policía estatal, en medio del murmullo; los comerciantes defendieron al presunto criminal; entre los golpes y los celulares –que no dejaron de grabar- se escuchaba el grito: “Somos comerciantes, no somos criminales”.

Luego del calor de la pelea, en medio de la voluntad de seguir avanzando, sólo existió silencio. Entre la multitud, un hombre con bocina convocó al movimiento: “Vamos a seguir”, fue la premisa que desató el caos vial. A la par, elementos de seguridad estatal y municipal cercaban la zona, habilitaban un carril, pedían de manera atenta no reprimir al contingente, poco a poco las organizaciones se agruparon, los estudiantes de la Normal Rural de Tenería se sumaron a los reclamos.

En medio del alboroto, las motocicletas guiaban el paso; entre los presentes, una niña de piel morena empujaba a su padre, don Tomás, un hombre en silla de ruedas cuya condición no fue impedimento para avanzar con sus compañeros.

Don Tomás, comerciante, sostenía entre sus manos una cartulina color azul; con el sol de frente y con la mirada profunda, avanzaba al paso del resto del contingente, Laura la menor de sus hijas cuidaba de él.

Las ofensas contra del presidente municipal amenizaron el cortejo “Juan Rodolfo decías que todo cambiaría, mentira, mentira, la misma porquería”. Entre las consignas, don Tomás sostenía la cartulina; él lleva 15 años vendiendo en Isidro Fabela, vivió los dos operativos para retirar el comercio ambulante, hace trece años lo despojaron de su mercancía, hoy le quitaron el sustento de su casa, dice.

El operativo del pasado 31 de enero comenzó a las 22:00 horas y continuó en las primeras horas del 1 de febrero, no hubo heridos, no se registraron manifestaciones de inconformidad, hasta el día de hoy.

Su rostro estaba cubierto por un sombrero, Laura guardaba silencio: “Ella es la más chica”, decía Tomas, “estaba de meses cuando comencé a vender”.  A pesar de sus mejillas coloradas, la señorita sonrió.

Tomas vendía accesorios para celular, fue retirado por segunda ocasión de la zona aledaña a la terminal de autobuses. Su mirada se nubla cuando recuerda la época en la que vendía, cuando aún se ganaba el pan de cada día. Laura se negó a responder, se limitó a cubrir su rostro con su cabello oscuro, su mirada dejaba ver las lágrimas contenidas. No existían protestas que salieran de sus bocas, existían rostros firmes, negados al llanto.

Avenida Morelos fue la penitencia de los automovilistas, como pudieron, los oficiales contuvieron a los conductores que intentaban ganar paso a los comerciantes. Los rostros de odio se apoderaron de los mexiquenses que intentaban desesperados cruzar la ciudad, una hora después de la caminata, el rostro de Tomás no se mostraba afligido. Laura intentaba esconderse del sol, sus manos nunca se despegaron de los mangos de empuje de la silla de su padre.

“No a la represión”, “AMLO sí, Juan Ro no”, “Canalla, el gobierno es un canalla”. Seguían los gritos, continuaban las manifestaciones de rencor para el ex panista, Sánchez Gómez. “Lo volvió a hacer” decían los presentes. Probablemente recordaron el 18 de octubre de 2006, cuando 800 elementos municipales decomisaron la mercancía y limpiaron las calles de la Terminal de autobuses. Tomás miraba de reojo al resto de los comerciantes, decían que esta vez el gobierno parecía distinto. Al menos portaba otro color. Y a pesar de ello, los retiraron.

Ocho organizaciones caminaban sin temor a los automovilistas: el Frente Popular Ernesto Che Guevara, Comerciantes Independientes de Toluca y las que aglutina el Frente Amplio de Organizaciones Sociales, FAOS. Don Tomás estaba al frente del contingente, con los normalistas de Tenería, fue resguardado por las mantas del Frente Popular. El sol no fue impedimento, sus bocas secas no mermaron las exigencias, el contingente llegó al Centro Histórico.

Palacio Municipal se encontraba resguardado: hombres y mujeres colocaron una manta de la Organización Che Guevara, con respeto tomaron el recinto, buscaban al presidente municipal, exigían una solución a sus demandas: “Somos comerciantes y tenemos derechos”. Don Tomás se protegió del sol, como era de esperarse no pronunció palabra.

Los comerciantes se encontraron con un recinto cerrado, un silencio profundo y las promesas de un representante del gobierno municipal; entonces se dirigieron al Palacio de gobierno, donde una comisión de seis integrantes ingresaron, encabezados por Miguel Muñoz, líder de FAOS; el resto esperó a las afueras, sus pies buscaron descanso.

Don Tomás permaneció a la espera de una repuesta, accedió a tomarse fotografías, con la condición de que la cartulina saliera en la imagen: “decenas de ejecutados en Toluca y el municipio reprimiendo comerciantes”.

La respuesta de gobierno del Estado de México fue que tendrían una audiencia el próximo miércoles para definir alguna alternativa de solución.