Los big data al rescate del mundo

    Perdida en las páginas interiores de los diarios o en los enlaces con letras pequeñas de los sitios web informativos, se hizo pública una nota basada en el comunicado que el Banco Mundial y la ONU hicieron para anunciar su alianza con Microsoft, Amazon y Google en contra de las hambrunas en el […]

 

 

Perdida en las páginas interiores de los diarios o en los enlaces con letras pequeñas de los sitios web informativos, se hizo pública una nota basada en el comunicado que el Banco Mundial y la ONU hicieron para anunciar su alianza con Microsoft, Amazon y Google en contra de las hambrunas en el mundo. Contrastando con la poca relevancia que recibió en términos noticiosos se encuentra la magnitud del poder que han alcanzado esos gigantes de la era digital a los que hoy el Banco Mundial y la ONU les han pedido ayuda.

Así es, el Banco Mundial y la ONU ha reconocido que esos tres multimillonarios consorcios son capaces de predecir en qué país del mundo se presentará una hambruna, cuándo y con qué dimensiones, de tal suerte que les han pedido que les avisen para, por lo menos, mandar ayuda antes de que millones pierdan la vida y otros tantos su futuro.

La clave de lo que el Banco Mundial y la ONU pidieron a estas empresas es que utilicen sus modelos de inteligencia artificial para aplicarlos al campo humanitario. Para nadie es nuevo que los mayores negocios de hoy en día se hacen con el uso de la información. Por eso no es gratuito que los dueños-fundadores de Amazon (Jeff Bezos), Microsoft (Bill Gates) y Google (Larry Page y Sergey Brin) estén en los primeros lugares de la lista de los hombres más ricos del mundo. Juntos poseen fortunas cercanas a los 300 mil millones de dólares (cifras inimaginables, lo sé), pero más que otra cosa poseen los modelos analíticos que son capaces de predecir el rumbo que va a tener una economía, una elección, un mercado, una moda o lo que se nos ocurra.

Bezos, Gates, Page y Brin son empresarios que basan su fortuna en la inteligencia artificial. Los principales activos de sus empresas son los datos, miles de millones de ellos (los big data) que son captados por sus potentes procesadores. El uso que les dan es básicamente comercial, sobre todo porque el tipo de preguntas que les hacen a esa gran cantidad de datos que poseen son acerca de lo que la gente busca y está dispuesta a pagar por ello. Sin embargo, es evidente que a esos datos también se les pueden hacer otras preguntas y eso es justamente lo que la ONU y el Banco Mundial les han pedido que hagan.

La idea es que desarrollen modelos analíticos (se llamarán Artemis) para valerse de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, con el fin de realizar previsiones en tiempo real sobre crisis alimentarias en el mundo. Recordemos lo que ya en otras ocasiones hemos escrito en este mismo espacio: los big data son oro molido para fines comerciales; los algoritmos que desarrollan Facebook, Google, Twitter, Amazon y otros básicamente tienen la finalidad de calcular cómo vender productos de manea más efectiva, con base en la información que los usuarios generan al navegar en Internet y que los sistemas van aprendiendo para ajustar lo que ofrecen al usuario. Pero es claro que en ámbitos como la salud, la educación o el desarrollo pueden decir muchas más cosas, sólo hace falta hacer las preguntas adecuadas.

Lo que hay detrás de este anuncio es la idea de que los potentes procesadores de dichas empresas y sus modelos predictivos pueden ser alimentados con información sobre sequías, precios de los alimentos, conflictos bélicos, desplazamientos poblacionales y muchas variables más para determinar en qué país está a punto de estallar una crisis alimentaria y tomar decisiones para atender el problema. Ya era tiempo de que los big data fueran utilizados de un modo diferente, para salvar vidas.