Los hijos del Maíz: “Trabajo es salud, ocio es la muerte»

“Trabajo es salud, ocio es la muerte”: pobladores de la zona norte de Toluca continúan sembrado en medio de la pandemia

La cuarentena se prolonga y la crisis se profundiza, sin embargo, para Francisco Sánchez Gallardo, campesino mexiquense de la tercera edad, la epidemia es algo pasajero, a él no le preocupa ni mucho menos le quita el sueño. Él está consciente de que todos, el algún punto, vamos a morir con o sin coronavirus. Para él la verdadera preocupación es dejar a su familia sin comer durante el año. Por ello, hoy sembró maíz en un terreno que trabaja, desde años, cerca del panteón municipal de Calixtlahuaca.

“Trabajar con ahínco y esmero, me decía mi abuelo, a la tierra hay que dominarla, entonces verás los frutos y tu familia tendrá que comer sin estar a expensas de nadie”

Don Francisco, un campesino de 78 años, oriundo de la zona norte de la ciudad de Toluca, comenzó a trabajar la tierra desde los diez años, aconsejado por su padre, Don Emilio Sánchez, y su abuelo, Pedro Gallardo Nabor. Para él, con o sin pandemia, el día inicia muy temprano: desde las cinco de la mañana se levanta para darle de comer a sus animales y dar un recorrido hasta la cima de la montaña que resguarda su casa.

Para don Francisco, este día es especial, ya que, acompañado de uno de sus hijos y otras cuatro personas, hoy comenzó la siembra, no hay tractores ni sembradoras, es más, tampoco un arado, todo es a la antigua, coa en mano y semillas al hombro, tapando cada surco con la tierra que mueven sus pies.

El apoyo por parte del gobierno jamás lo ha visto ni mucho menos lo ha recibido, a pesar de sus carencias Francisco ha sobrellevado su terreno con su propio dinero. Él no depende de ningún programa del sector agropecuario para poder sembrar, sin embargo, son aproximadamente 8 mil pesos los que tiene que invertir para al final poder obtener aproximadamente dos mil pesos libres.

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La mayoría de lo que se siembra en la zona norte del municipio de Toluca es maíz, algunos aún llegan a sembrar chícharo, haba y calabaza, esperando que no llegue alguna granizada que les destruya la cosecha y por ende su inversión.

“Yo siempre invierto y me voy a la segura, si me fue bien que bueno, pero si no a quien le reclamo”, nos comenta Francisco, mientras termina de pagar los ciento cincuenta pesos que ofreció a quienes le ayudaron a sembrar, dos jóvenes y dos amas de casa originarios de la vecina localidad de San Pablo Autopan. Un pueblo que se encuentra a 15 minutos de su terreno, cruzando la carretera Toluca-Palmillas.

El campo y la tierra siempre han formado parte de la vida de don Francisco, es algo que lleva en la sangre y algo de lo que se siente orgulloso, pues recuerda las palabras que le decía su abuelo: “Trabajar con ahínco y esmero, me decía mi abuelo a la tierra hay que dominarla, entonces verás los frutos y tu familia tendrá que comer sin estar a expensas de nadie”.

A pesar de que no es mucho el dinero que en estas épocas se pudiera sacar del campo, él lamenta que las nuevas generaciones no volteen a ver la tierra como una oportunidad de crecimiento, ni mucho menos como algo a lo que puedan dedicarse.

Él no duda de la existencia del coronavirus, a pesar de ello mantiene el ánimo y la frente en alto, orgulloso de lo que este día pudo sembrar, además de estar agradecido con Dios por dejarlo sembrar y trabajar su tierra un año más.

Espera que para el mes de octubre ya haya pasado esta pandemia, que el sabe que aqueja y azota al país, pues espera con ansias una cosecha bastante abundante.