Toluca, México; 5 de septiembre de 2018. Investigadores del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicaron este día datos con relación al nivel de empobrecimiento que han experimentado los mexicanos en 25 años, con el que afirmaron que esta condición es permanente y que “todos nos estamos defendiendo de no empobrecernos”. Indican que desde hace un cuarto de siglo 62 millones de personas no han podido adquirir los productos que incluye la canasta básica, circunstancia que permanece hasta el presente en el país.
Uno de los investigadores, Andrés Blancas Neria, compartió en rueda de prensa que, en 2016, el 56 por ciento de los mexicanos carecían de una seguridad social que les brindara servicio en caso de accidentes profesionales, enfermedades, jubilaciones, invalidez o vejez y que 19 millones más no tenían acceso a servicios médicos. A estas cifras se suma que, actualmente, el 16 por ciento de hombres y el 14 por ciento de mujeres se encontraban en condiciones críticas de empleo para el primer trimestre de este año.
De esta información, los investigadores indicaron que el sector demográfico que pertenece a estos porcentajes trabaja menos de 35 horas a la semana, o más, pero su ingreso es menor al establecido por el salario mínimo. Por otro lado, existe un sector poblacional que trabaja más de 48 horas semanales cuya remuneración es, también, menor al salario mínimo. Al respecto, Ana Patricia Sosa Ferreira comentó que “la gente acepta un trabajo donde sea”.

Al identificar factores que obstaculizan la estabilidad del bienestar social, los especialistas indican que uno de los principales problemas en las estrategias de combate a la pobreza se asienta en que estas medidas no consideran la variable de la desigualdad, que ellos definen como una de carácter estructural, ni a los procesos que conllevan al empobrecimiento perpetuo. Sobre de este punto, señalan que lo que exigen estas condiciones generalizadas es una política económica con perspectiva de crecimiento, no sólo la macroeconomía a la que ha concentrado sus esfuerzos el gobierno en turno.
En demostración de la hipótesis, los especialistas ahondaron en la naturaleza de los programas de asistencia social, tomando como ejemplo a los adultos mayores quienes reciben un salario indirecto, mismo que se ve mellado en la medida en que las familias se ven en la necesidad de invertir en servicios que ya no son gratuitos no son de la mejor calidad. “Se trata de políticas de alivio a la pobreza, no de solución o de freno al empobrecimiento”, agregaron.
El asistencialismo gubernamental como paliativo de la pobreza generalizada suma hasta este momento aproximadamente 36 programas de empleo temporal, de inversión a pequeñas empresas, entre otros, que se reducen a estimular el consumo, mas no las actividades productivas en sumo, escenario que además se inserta dentro de una serie de políticas financieras, fiscales, cambiarias y monetarias desarticuladas que poco o nada contribuyen a la resolución integral del problema.
El ciclo del empobrecimiento, en términos de los investigadores de la UNAM, está mayormente favorecido por las condiciones de empleo en el país, donde casi el 60 por ciento de jóvenes ocupados en 2017 laboraban de manera informal, con bajas expectativas de adquirir vivienda o educación. El desempleo, apuntan, es pieza clave en la condición de perene pobreza.
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