Propagandismo de los cárteles

En los últimos lustros varios grupos han hecho lo mismo. Aprovechando las posibilidades otorgadas por la Web 2.0

“Nosotros tenemos la capacidad de trabajar por sí mismos” son las palabras de un supuesto líder del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) pronunciadas en uno más de los videos difundidos por dicho grupo en las últimas dos semanas. Las mismas condensan una de las tendencias más claras de la delincuencia organizada en México en las últimas décadas: la autonomía. La autopromoción, la publicidad y hasta una especie de imagen corporativa es lo que se pretende mostrar con dichos videos.

Quizá el más visto sea el de una especie de “parada militar” a cargo del denominado “Grupo Elite” del CJNG, en donde se muestran decenas de personas uniformadas, fuertemente armadas, y vehículos blindados y artillados en clara acción propagandística para mostrar la capacidad armamentística y de fuerza de este grupo.

La iniciativa de difundir este tipo de videos no es nueva

En los últimos lustros varios grupos han hecho lo mismo. Aprovechando las posibilidades otorgadas por la Web 2.0, varios cárteles han subido a distintas redes sociales diversos videos en los que se advierte un claro uso propagandístico, no sólo para anunciar su existencia y presencia en ciertas regiones, sino sus propósitos y objetivos inmediatos. En la mayoría de estas piezas son notorios varios elementos: el anonimato, la exhibición de armamento, los uniformes, el equipo táctico y un discurso articulado para transmitir cierta una imagen “canónica” del grupo: no se mete con la gente inocente, no se dedica a la extorsión ni al secuestro, no cobra derecho de piso, etc.

Como fenómeno social y comunicativo vale la pena explorarlo. Hay varios autores que lo han estudiado e identifican varios elementos que es necesario tomar en cuenta para comprenderlo. El primero es la existencia del tráfico de drogas en México desde hace, por lo menos, un siglo. Esto está perfectamente documentado en el libro El siglo de las drogas, de Luis Astorga. El segundo es la serie de transformaciones que el tráfico de drogas y los grupos dedicados a ello han experimentado con el paso de las décadas.

Gente como Sergio Aguayo, Jorge Chabat y el propio Astorga han evidenciado que hay varias estapas en la historia de estos grupos: la primera es la de su crecimiento al amparo de los grupos políticos regionales posteriores a la Revolución; la segunda su connivencia con varias instituciones, principalmente las encargadas de la seguridad pública y la procuración de justicia, y su crecimiento incluso internacional con ligas a sur y al norte del continente; la tercera está caracterizada porque el régimen político (monopolizado por el PRI) empieza a mostrar signos de incapacidad para controlar a sus propias instituciones de “mediación” con esos grupos, las cuales, al igual que las organizaciones de traficantes, adquieren mayor autonomía relativa respecto del poder político; y la cuarta etapa inicia con la franca debacle del PRI, la pérdida de alcaldías, gubernaturas, la Presidencia de la República y el Congreso, que agudiza la pérdida de muchos acuerdos informales con los grupos del narcotráfico, con lo que traficantes y cuerpos policiales han ganado en autonomía.


Varios cárteles han subido a distintas redes sociales diversos videos en los que se advierte un claro uso propagandístico, no sólo para anunciar su existencia y presencia en ciertas regiones, sino sus propósitos y objetivos inmediatos.


Esta última etapa es la que anima la producción de estos videos propagandísticos que circulan profusamente en las redes sociales. Es la etapa en la que tales grupos presumen su autonomía y capacidad autogestiva, en la que han puesto entre sus prioridades el control territorial, la disputa directa con grupos rivales, la lucha por controlar las instituciones de seguridad pública y la diversificación de renta criminal para la manutención de amplios grupos de colaboradores. Como parte de su creciente autonomía y presumida capacidad autogestiva estos grupos no sólo han diversificados sus actividades, sino que han generado una clara división del trabajo al interior de los propios cárteles: amplían “su nómina” con una base social que incluye informantes y mandaderos, al tiempo que escalan la especialización de sus fuerzas (por eso hoy el CJNG, por ejemplo, presenta en video a su “Grupo Elite”).

Los videos que comento son la producción más sofisticada de un mensaje que se transmite de modo rudimentario y cotidiano a través de narcomensajes en cartulinas y mantas: existimos como grupo, controlamos y somos capaces. Normalmente estas acciones propagandísticas tienen varios destinatarios especiales: grupos rivales, corporaciones policiacas, poder político y público en general, en ese orden. La significación de los videos por parte de los distintos público a los que se dirige es, evidentemente, diferenciada. Puede ser tomada, respectivamente, como desafío, llamado de atención, pronunciamiento, temor y hasta idolatría.

¿Qué acciones se generan a partir de estas interpretaciones? A partir de identificar un desafío, la confrontación, lo cual deriva en violencia creciente a niveles locales (como es el caso de Guanajuato, actualmente). Asumir el llamado de atención deviene en deslinde o adhesión por parte de los integrantes de corporaciones policiales e instituciones de Seguridad y Justicia. Interpretar el pronunciamiento políticamente suele derivar en la disputa por la percepción. Experimentar temor suele traducirse en indignación y reclamo, en tanto que percibir motivos admiración deviene en apología.

Estos grupos, que han existido desde hace mucho tiempo y operan cotidianamente, toman una decisión importante al decidir la emisión de mensajes como estos videos. Pueden mantenerse no visibles, como históricamente han pretendido en todas partes del mundo, o tomar la iniciativa de generar información. Esta última es un producto residual de sus labores cotidianas: lo suyo es generar renta criminal; la imagen que llegan a proyectar puede operar como un activo en esa dirección, pero no es central. 

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Ahora, la información que se genera con sus videos propagandísticos y que se mantiene asequible en las redes sociales, mantiene una existencia autónoma en la medida que puede ser reproducida una y otra vez (y utilizada en muy diversas formas) y, además, ejerce un influjo sobre decisiones de muchas personas. Por ello son un elemento nuevo e importante en la ecología político social de nuestros días, porque son emitidas por organizaciones con capacidad real de generar violencia y causar daño, lo cual condiciona la vida colectiva en nuestro país.