¿Quién dice la verdad sobre la reforestación?

Se supone que el Estado de México se encuentra actualmente en plena campaña de reforestación. Año con año, cuando inicia la temporada de lluvias, las autoridades de los distintos niveles de gobierno lanzan su campaña de siembra de árboles. No obstante, vale la pena detenerse un poco en algunos “detalles” de la que corresponde al […]

Se supone que el Estado de México se encuentra actualmente en plena campaña de reforestación. Año con año, cuando inicia la temporada de lluvias, las autoridades de los distintos niveles de gobierno lanzan su campaña de siembra de árboles. No obstante, vale la pena detenerse un poco en algunos “detalles” de la que corresponde al presente año, pues aunque siempre se da por descontado que sembrar árboles es algo de lo que más ennoblece al ser humano, cuando se trata de una política pública es importante tener certeza de que el trabajo se está haciendo bien.

Hace varias semanas, cuando el secretario del Medio Ambiente de la entidad señaló que estaba por arrancar la campaña, dijo (según el comunicado oficial): “Durante la próxima campaña de reforestación 2016, que en breve iniciará, se tiene programada la plantación de 22.3 millones de árboles en el Estado de México, para preservar el entorno ecológico”. Desde luego, una declaración política siempre se nutre de números, el problema es que a veces las cifras “no cuadran”. En este caso, lo dicho por el secretario Raúl Vargas, “brinca” porque en marzo del presente año, en su cuenta de Twitter, el gobernador Eruviel Ávila escribió: “En el Edoméx combatimos el cambio climático. En esta administración hemos reforestado 22,100 hectáreas con 22.37 millones de árboles”.

¿Esto quiere decir que lo que se plantará este año –según el secretario del Medio Ambiente- es el equivalente a lo hecho en los cuatro años anteriores? De ser así y no un juego de cifras (en donde se apuesta a que nadie va a contar los árboles, o recordar las cifras anuncias) estaríamos frente a un gran logro. Pero luego la aritmética nos mete en aprietos, pues en el mismo comunicado oficial relativo a la campaña de reforestación, fechado el 3 de junio de 2016 y difundido por el portal del Gobierno del Estado, se dice que el secretario del Medio Ambiente “puntualizó que durante la presente administración estatal se han plantado 96 millones de árboles”.

Caray, es mucha la diferencia, ¿no cree usted? ¿Quién nos dice la verdad, el gobernador o su secretario del Medio Ambiente? Si nos pusiéramos a sacar cuentas (de manera sólo aproximada, pues las cifras dependen del tipo de árboles y de superficie donde se encuentren) si una hectárea de bosque tiene en promedio unos 400 árboles (ya maduros y con una separación de 5 metros). De haberse plantado los 96 millones que dice el secretario del Medio Ambiente y sumarle los 22 millones que anunció para este año, estamos hablando de que se llenarían casi 300 mil hectáreas. Pero si sólo hacemos la cuenta con los 22.3 millones que dijo el gobernador, estaríamos hablando de sólo 55 mil hectáreas.

Además, siempre es importante atender a los matices de la información, pues tras la publicación del gobernador sobre los árboles sembrados, la Administradora de Bosques, Probosque, tuvo que salir a aclarar a algunos medios de comunicación que más de la mitad de esos árboles plantados habían muerto casi de inmediato. Según se pudo conocer, los criterios que mantiene Probosque para medir la eficacia de las labores de reforestación es que, en zonas húmedas, debían sobrevivir al menos 70% de los árboles plantados. Actualmente, sin embargo, sólo sobrevive 47% de ellos. Por otra parte, la sobrevivencia mínima que se estima para las zonas secas es de un 50% de los árboles plantados, y a la fecha únicamente sobrevive 39% de esos árboles.

Reforestar, es una actividad a la que se le ubica rayando en el misticismo. Cuando alguien habla de ponernos a plantar árboles parece llamarnos a un ámbito numinoso que logra reconciliarnos con la sacrosanta madre tierra. Empero, en nombre de esto se cometen muchos abusos. Bienvenidas las campañas para tratar de recuperar lo mucho que hemos perdido de superficies boscosas, pero ¿qué ganan con hacer danzar los números con tal disparidad? Mentir también es una forma de defraudar y traicionar.