Regreso a clases y un nuevo modelo educativo piloto

Regreso a clases y un nuevo modelo educativo piloto
Un ingrediente adicional en este regreso a clases es la implementación, en la modalidad de programa piloto, del nuevo modelo educativo propuesto por la SEP hace apenas unas semanas

Este día estarán regresando a las aulas millones de niños en todo el país. Se han terminado las vacaciones de verano. De hecho, hace ya varios días que el personal educativo (profesores y directivos, sobre todo) están laborando en sus respectivos planteles, de cara al nuevo ciclo escolar. Es el regreso “pleno” después de la pandemia de covid-19.  Desde que se decretó la suspensión de actividades en marzo del año 2020, este lunes es el primer momento en el que las actividades se reanudan ya sin asomo alguno de clases a distancia, asistencia escalonada o acciones similares que fueron la constante en los anteriores dos ciclos.

No podemos olvidar que las actividades escolares fueron lo primero que se suspendió y lo último que se reanudó. Hay, desde luego, protocolos sanitarios que seguir todavía, sobre todo el uso del cubrebocas en los espacios cerrados. Sin embargo, la mayoría de quienes integran las comunidades escolares están ya vacunados y gran parte también ha desarrollado algún tipo de inmunidad natural, tras haber sido contagiado con el virus en algún momento de los últimos 30 meses.

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Rezago educativo y abandono escolar

Un elemento indispensable de tomar en cuenta es que las autoridades educativas nunca presentaron un plan para la recuperación de aprendizajes. Ya hemos comentado en distintos momentos que la interrupción de actividades presenciales en las escuelas trajo un innegable rezago educativo y un retraso en los aprendizajes. Es notorio que los niños y adolescentes no obtuvieron de las clases por televisión o de las actividades en línea los aprendizajes programados en los últimos dos ciclos. En el aula se nota y más temprano que tarde será visible a niveles sociales y económicos. Por referir solo un hecho, debe señalarse que fueron miles y miles los que abandonaron la escuela.

Hace poco tiempo la Secretaría de Educación Pública emitió un Acuerdo en el que  se establece un “periodo extraordinario de recuperación”, con el objetivo de garantizar la continuidad de los estudiantes en el Sistema Educativo Nacional. Básicamente sugiere que los profesores dediquen el inicio del ciclo escolar 2022-2023 (hasta el término del primer trimestre) para valorar la condición que guardan sus alumnos e implementar actividades encaminadas a nivelarlos. El criterio que se debe seguir –dice la SEP- es el de los aprendizajes prioritarios. Se antoja algo lógico, pero también muy complicado. No obstante, es lo que hay; así es como se buscará hacer frente a 17 meses que estuvieron cerradas las escuelas y a los otros 8-10 en los que la asistencia no fue regular.

Un elemento más que está incluido en dicho Acuerdo es que no puede haber calificaciones menores a 6 puntos. Así de sencillo: no habrá alumnos reprobados. La apuesta es que haya alumnos con aprendizajes, independientemente del número que se asiente en la boleta. En esencia no es algo malo per se. Pero se presta a situaciones absurdas, como el que un estudiante que esté escrito aunque raramente acuda a la escuela termine aprobando el curso. Se entiende que es una medida destinada a contener el rezago educativo (que son básicamente estadísticas), pero lo complicado es traducirlo en acciones de aprendizaje. Estas últimas son con las que “se queda cada niño o niña”, los saberes que hacen suyos y que después empleará en su vida futura. Y, entonces, puede haber dos niños que sacaron 6 de calificación, pero uno sí estuvo yendo a clases y “algo aprendió” y el otro no aprendió nada por no acudir, aunque recibe el 6 porque es lo mínimo que le puede poner el docente.

Nuevo modelo educativo

Un ingrediente adicional en este regreso a clases es la implementación, en la modalidad de programa piloto, del nuevo modelo educativo propuesto por la SEP hace apenas unas semanas. Se trata de una propuesta que muestra varios “giros” en relación con los modelos anteriores. El primero es que ubica a la comunidad como el centro del proceso educativo, pretendiendo trascender de esa manera el individualismo característico de los modelos orientados a la competencia (de inspiración neoliberal). También hay una apuesta por recuperar la historia y tradiciones de los pueblos originarios, alentar la perspectiva crítica, no fragmentar el conocimiento (a través de las asignaturas) y no tener como objetivo los estándares y competencias (que suele sugerir la OCDE), sino los aprendizajes para la vida, incluyendo incluso la dimensión espiritual desde una visión laica. El instrumento principal para propiciar el aprendizaje en este nuevo modelo es el diálogo.

El rol del docente en la propuesta que empezará a implementarse es el de guía comunitario. Además, se re-organiza la escuela por fases (para sustituir los grados). De salir avante esta prueba piloto, paulatinamente los niños transitarían por la Fase Inicial, la Fase Preescolar, tres Fases más en la escuela primaria y luego la Fase secundaria. 

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La crítica

La propuesta ha sido objeto de varias críticas. Se le ha descalificado por basarse en las Epistemologías del sur, por utilizar conceptos como “descolonizar” o “saberes” (no solo conocimientos). Muchos le han tildado (quizá sin leerlo y tratar de comprenderlo) de marxista, adoctrinador y cosas similares. El objetivo que encierra este marco educativo que ahora se propone es que los niños egresen con una “identidad étnica y nacional”, con una perspectiva de “cultura de paz”, reconociendo y valorando “la diversidad del país”, actuando “con responsabilidad social, apego a los derechos humanos y respeto a la ley” y que utilicen el pensamiento crítico como “base para la toma de decisiones libre, consciente y responsable”, que en todo momento tome en cuenta sus derechos, la alimentación saludable, la actividad física, la salud sexual y reproductiva, como parte de un proyecto de vida saludable, libre de adiciones y violencia.

Así es, se buscará desde la escuela transformar a la población para salir de las espirales de violencia, explotación, discriminación, corrupción y abuso que se encuentran en el centro de los grandes problemas nacionales. Es lo deseable, pero resulta sumamente complejo. Y, sin embargo, cada que inicia un ciclo escolar no puede dejar de sentirse un aliento de esperanza de que, por la vía de la educación, seamos mejores personas que vivan bien.