El tedio
Un espléndido retrato de la sexualidad como motor/sujeción de la existencia, de la alienación ontológica y una crítica rijosa de la hipócrita, complaciente y hedonista sociedad europea de la posguerra: así es “El tedio”, una emblemática novela de Alberto Moravia.
Está narrada en primera persona por Dino, un joven cuya familia, bien acomodada, le permite una sosegada existencia entregada al hedonismo: una suerte de sibarita que dedica sus ratos de ocio a la pintura. Sin embargo, todo le resulta indiferente, inaprensible, tedioso, y vive una honda crisis, que sólo se verá incrementada cuando conozca a Cecilia, la amante de su vecino y reciente occiso Balestrieri.
El conocido novelista español Manuel Vázquez Montalbán dijo de “El tedio” que es “Una de las novelas más reveladoras de Alberto Moravia. […] El sexo revela pautas de conducta y repercute en lo individual y lo social, conclusión que subyace en la novelística de Moravia. El sexo es desvelador porque desnuda a los protagonistas de sus disfraces sin que el escritor se pronuncie. El sexo como canibalismo interpersonal le lleva a un pesimismo humanista, no sólo fomentado por la brutalidad de algunos de sus personajes, sino también por la hipocresía o el conformismo que lo hacen posible, aunque siempre filtra una cierta compasión fatalista ante la imposibilidad del hombre para ser feliz o simplemente cumplir cualquier canon de ética necesaria”.
Una monumental novela, la cual obtuvo, en 1961, el prestigioso Premio Viareggio de Literatura; nada más para darnos una idea, entre los galardonados destacan Antonio Gramsci, Carlo Emilio Gadda, Italo Calvino, Pier Paolo Pasolini, Alessandro Baricco y Antonio Tabucchi, sólo como ejemplo del enorme poder de convocatoria que esta concesión brinda entre los autores
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