La soga se aprieta sobre el cuello de Luis Videgaray. La extradición de Lozoya, la captura de César Duarte y la persecución de las “factureras”, lo colocan en una situación muy complicada, tanto como para terminar en prisión. La carrera política del petulante itamita que se sentía dueño de México y mejor que cualquiera otro de los hombres de Peña, está acabada. El hombre del peñismo con más poder es ahora un desprestigiado tecnócrata prófugo de la opinión pública, cuyo nombre aparece en todos los expedientes de corrupción del sexenio pasado.
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Videgaray aparece como protagonista en la historia de los sobornos de Odebrecht que Lozoya está dispuesto a contar a detalle a cambio de reducción de la pena. También está involucrado en la Operación Zafiro que ha llevado a la cárcel al ex gobernador de Chihuahua, César Duarte, y dos de sus hombres de mayor confianza, Aristóteles Núñez y Osvaldo Santín, están metidos hasta el cuello en escándalo de la industria criminal de la venta y uso de facturas falsas para evadir impuestos. Videgaray, el orondo becario de MIT, resultó un verdadero delincuente de cuello blanco.
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Ninguno de los suyos, ni el mismísimo Luis Miranda, hizo tanto daño a Peña y su gobierno como Videgaray. Paradójico, pero el hombre materia gris del grupo –así le gustaba que le reconocieran–, fue quien terminó enterrando políticamente a todos con su inmoralidad. No solo fue un pésimo secretario de Hacienda, también un terrible secretario de Relaciones Exteriores, no podría ser de otra manera, es una muy mala persona.
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La organización criminal de “La Familia Michoacana” empezó operaciones en el Estado de México y logró su consolidación en el sexenio de Enrique Peña. Fueron 6 años en lo que se adueñó de la plaza con la complacencia de las autoridades en turno. Después, durante la administración de Eruviel Ávila, alcanzó su expansión trasnacional. Durante casi 15 años, con diferentes liderazgos y denominaciones, esa mafia ha hecho mucho daño con toda impunidad. Las evidencias de cómo infiltró sectores del gobierno, son tantas que es imposible ocultarlas. Hoy, parece que la decisión política de combatirla a fondo está tomada. Ojalá así sea.
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En el Conversatorio AD de hoy, Ricardo Aguilar, el mexiquense de mayor rango en la estructura de dirigencia del priísmo, secretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional, unos de los tres diputados federales de mayoría por el Estado de México. Interesante escucharlo sobre su visión del partido que él mismo alguna vez como como presidente estatal llevó al pináculo de la competencia electoral local. A las 6 de la tarde, como siempre, con líneas abiertas para nutrir la conversación. Allí nos vemos.