Se dice que

Enrique Peña no puede llamarse sorprendido por lo que sucede con Salvador Cienfuegos, además de cercanísimo colaborador, era uno de sus mejores amigos

Enrique Peña no puede llamarse sorprendido por lo que sucede con Salvador Cienfuegos, además de cercanísimo colaborador, era uno de sus mejores amigos. Durante su sexenio no hubo tertulia, cumpleaños o comida en Ixtapan a la que no fuera convocado el general. Las historias sobre sus borracheras juntos formaron parte no solo del anecdotario, sino de la propia narrativa en ejercicio del poder. El general era tan cercano e influyente como Videgaray y tan íntimo como Juan Armando Hinojosa o Luis Miranda.

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El cartel de Sinaloa, en especial los Beltrán Leyva, encontraron en territorio mexiquense un cómodo refugio, remanso de paz, justo cuando el general Cienfuegos se desempeñaba como comandante de la Primera Región Militar con jurisdicción en el Estado de México, Morelos, Distrito Federal e Hidalgo. Eran los tiempos del montielismo del que formaba orgánicamente parte Enrique Peña, fue justamente cuando ambos se conocieron. Los Beltrán aquí lavaron millones de dólares, sus principales operadores eran amos y señores con activa vida social conviviendo con políticos y empresarios. Gerardo Álvarez “El Indio”, era dueño de Huixquilucan, Édgar Valdez “La Barbie”, tenía su refugio en Lerma y los hermanos Pineda Villa, “El Borrado” y “El MP”, tenían su residencia en San Carlos, en Metepec, con la que después se quedaría la familia Casarrubias, involucrados en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Todo está conectado.

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Como gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila se redujo por voluntad propia e interés público a pusilánime subordinado de del entonces todopoderoso, Luis Videgaray, a quien sentía que le debía la gubernatura. Videgaray fue quien le puso a uno de sus operadores, José Manzur, como secretario General de Gobierno. Manzur se había acercado previamente a Videgaray a través de su socio y amigo, Juan Armando Hinojosa. Cuando la masacre de Tlatlaya, fue justamente Manzur quien actúo en primera instancia para encubrir la atrocidades del ejercito en esa matanza y deslindar al secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, a quien apenas tres meses antes Eruviel había entregado la Presea Estado de México, José María Luis Mora, en una zalamera ceremonia. Por eso no sorprende que el hoy senador Eruviel haya salido acomedido a defender públicamente al general acusado de narco llamándole cínicamente “hombre probo”.

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Como van las cosas, Enrique Peña terminará inexorablemente en prisión, quizá el próximo año y, probablemente, antes que Calderón. Ya cayeron su secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos; su secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles; su ex jefe de seguridad, León Trauwitz (prófugo); su ex director de PEMEX y financiero, Emilio Lozoya; su abogado, Juan Collado; su financista, Alonso Ancira; su policía de confianza, Tomas Zerón (prófugo). Sujetos a investigación por la unidad de Inteligencia Financiera están, su mejor amigo, Luis Miranda; su consejero jurídico, Humberto Castillejos; su es jefe de inteligencia, Alberto Bazbaz; los empresarios Juan Armando Hinojosa, Roberto y Ricardo San Román, José Miguel Bejos, Antonio Haua, señalados como supuestos testaferros; y, hasta su hermano, Arturo Peña Nieto. Todo se derrumbó.

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Lunes de Conversatorio AD con la diputada federal Ana Lilia Herrera, con la que hay mucho de que hablar. En punto de las 6 de la tarde, en vivo, con líneas abiertas. Hagan sus preguntas y comentarios de una buena vez. Allí nos vemos.