Las probabilidades de que alguno de los actuales hombres en el gobierno repita en el cargo son prácticamente de cero. Todos, absolutamente todos, reprobaron por los mediocres resultados que dieron en sus encomiendas. Bueno, hasta el nuevo fiscal general de justicia del Estado de México, que tendría que durar hasta el año 2023, se irá. Por requisito, todos tendrán que presentar la renuncia, y a todos van a aceptársela.
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En el caso del antiguo procurador –hoy fiscal– Alejandro Gómez Sánchez, se irá no porque esté obligado a hacerlo, sino porque no hay condiciones para que se quede. Nadie lo quiere. Su desempeño ha sido pésimo, tal vez uno de los peores en la historia del Estado de México (y vaya que ha habido malos). Pero su caída está más asociada a la salida de Humberto Castillejos Cervantes –su protector político– de la Consejería Jurídica del Ejecutivo federal que a cualquier otra cosa.
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Si los tribunales ratifican la victoria de Alfredo del Mazo (como todo hace suponer que sucederá), entonces no parece un desplante de ocio, ni propio de ansiosos, que se hable de la composición del próximo gabinete. En el mundillo político el tema es quién quedará en la posición número dos: la Secretaría General de Gobierno. Muchos son los que apuestan a que será una vez más Ernesto Nemer; otros ven con posibilidades a Raúl Domínguez Rex, a Ricardo Aguilar, a Ana Lilia Herrera o a Cruz Roa.
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Donde están como perros y gatos en un costal es en el PAN. El papelón que hicieron en las pasadas elecciones no sólo los envió a un penoso cuarto lugar en las preferencias de los ciudadanos, sino que aceleró la crisis que los tiene al borde del cisma. Este fin de semana Víctor Hugo Sondón organizó una comida con los de su bando y llamó a sus adversarios internos –podría considerarse entre ellos al alcalde de Huixquilucan, Enrique Vargas, y al colaboracionista del priismo Ulises Ramírez– “buitres carroñeros” y “traidores”. Del lado de Sondón están el alcalde de Naucalpan, Édgar Olvera, y la de Atizapán, Ana Balderas. Parece que las cosas se pondrán todavía peor de cara a 2018: se están peleando el poder.
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El que de plano mejor optó por desaparecer es el malogrado candidato independiente, Isidro Pastor. Nadie sabe con precisión dónde anda o a qué está dedicado. Hasta donde se supo, desde el gobierno federal se estaba enderezando una persecución legal en su contra –no porque hubiera sustancia legal, sino por su rebeldía política y oposición abierta y declarada a Del Mazo–. Será cosa de tiempo tener nuevas noticias del polémico político calvo.
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Quienes le conocen bien se manifiestan sorprendidos con la evolución patrimonial de Eduardo Valiente, el ineficaz policía a cargo de la Comisión Estatal de Seguridad. El próximo mes cumplirá dos años en el cargo, con un salario mensual de apenas 99 mil 732 pesos; pero su riqueza es ostensible, casi épica. Si alguien lo duda, bastaría verificar dónde y cómo vive. Su estilo de vida, dicen las malas lenguas