Se Dice Que

  Como diría el poeta, “nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”: cercano ya su cierre de administración, Eruviel es, para unos –digamos sus adversarios o detractores–, un muy mal gobernador que podría terminar en la cárcel (como Duarte, Borge, Padrés y demás bribones). Otros […]

 

Como diría el poeta, “nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”: cercano ya su cierre de administración, Eruviel es, para unos –digamos sus adversarios o detractores–, un muy mal gobernador que podría terminar en la cárcel (como Duarte, Borge, Padrés y demás bribones). Otros –afines o aduladores– tienen una visión muy opuesta; para ellos, Eruviel hizo las cosas lo mejor que pudo, mantuvo el poder para su partido y, como el balance es positivo, ven probable que sea incorporado al gabinete presidencial, en recompensa a sus buenos servicios políticos. ¿Cuál de las dos opiniones es la correcta?

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En el juicio de las urnas, el de la gente común, se reprobó al gobierno que termina. Así debería entenderse también por qué el PRI tuvo menos votos que Morena: fue el castigo a la falta de resultados para mejorar la calidad de vida de los 17 millones de habitantes del Estado de México. Los niveles de desempeño del eruvielismo lo colocan en una posición de media tabla en el concierto de las entidades de la república. No es cola de león ni cabeza de ratón, sólo un gris intermedio. No debería servir de consuelo, pero los resultados del eruvielismo no fueron muy distintos a los del peñismo, montielismo o camachismo.

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No todo el peñismo es Peña. Él puede ir hacia un lado y sus cercanos hacia el otro. Así podría explicarse esa relación de amor-odio que tienen, de acuerdo con lo que publican los medios de comunicación. De lo que no hay duda es de la enorme consideración que Peña tiene por Eruviel, a quien hizo líder de la Cámara de Diputados, alcalde y gobernador, aunque su gente cercana nunca lo quiso como candidato y se esforzó por echarlo precipitadamente de la gubernatura. Hoy, Eruviel está nuevamente en medio de esa ambivalencia, y todo indica que se impondrá otra vez la decisión de Peña: Eruviel será arropado en el gobierno federal.

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Al Fiscal General de Justicia se le acumulan los casos de alto impacto y no atina a resolver ninguno. Parece que su apuesta es por el olvido: que la normalización de la violencia digiera uno a uno los horrores. No se sabe de avances sobre el caso del vengador anónimo de La Marquesa, ni sobre la masacre en el asalto a las oficinas del PRI en Neza, o sobre la ejecución de cinco policías en Ecatepec, o de los absurdos y las inconsistencias sobre la muerte del violador y asesino de Valeria. Ahora se agrega el secuestro y asesinato en Zinacantepec de Josué Carlos, que ha conmovido y agitado a la comunidad universitaria. Este fiscal no puede; así lo dicen los resultados.

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El secretario de Salud, César Gómez, políticamente está muy sano. La cargada mediática en su contra responde a intereses políticos y económicos más que a la verdad. Los que se han visto afectados por él quisieran partirle la crisma pero, al menos de aquí a septiembre, se quedarán con las ganas. Eruviel no lo ha dejado caer; por el contrario, ha pedido dejar las intrigas en su contra. Empero, el secretario ha cultivado muchos adversarios –y hasta enemigos– en su joven carrera política, particularmente en Naucalpan.