Enrique Peña y su esposa, Angélica Rivera, son los invitados principales a la boda de Eruviel Ávila y María Irene Dipp, el próximo sábado 24 de junio en la ex Hacienda Santa Mónica, en Tlalnepantla. La relación entre el presidente de la república y el gobernador del Estado de México se encuentra, tal vez, en su punto más alto. Se tiene previsto que en la mesa que ocupará el presidente también se sentarán el candidato del PRI a la gubernatura, Alfredo del Mazo, y su esposa, Fernanda Castillo. Se rentó un salón para 700 personas.
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En la lista de invitados aparecen Manlio Fabio Beltrones, Enrique Ochoa, Luis Videgaray, el general Salvador Cienfuegos, Miguel Ángel Osorio Chong, Aurelio Nuño, Francisco Guzmán, César Camacho, Emilio Gamboa, el cardenal Norberto Rivera, un puñado de gobernadores, algunos de sus colaboradores en el gabinete, el diputado Cruz Roa, el magistrado Sergio Medina y hasta el candidato del PRD a la gubernatura, Juan Zepeda, entre otros.
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Los perros callejeros representan uno de los síntomas del subdesarrollo. Dicen los expertos que, a mayor pobreza y desgobierno, mayor población canina suelta en las calles. Y si a esas vamos, pues entonces ya estuvo que Toluca está igual o peor que Haití, pues se estima que divagan por todo el municipio al menos 80 mil pulgosos canes, lo que constituye no sólo un problema de salud, sino también de seguridad pública. El rescate de esos canes, destinados todos al sufrimiento y la muerte, sería muy buena causa para los eco-friendly abrazadores de árboles de Tollocan. ¿No creen?
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A propósito de la capital, los bonos políticos del alcalde Fernando Zamora han subido como la espuma, luego de que el territorio que gobierna haya sido de los pocos municipios urbanos extensos donde el candidato del PRI, Alfredo del Mazo, ganó holgadamente la elección. Después de tan sonoro triunfo, las probabilidades de que Zamora se reelija más que muchas son muchísimas. El primer alcalde de origen indígena podría convertirse también en el primer alcalde reelecto.
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Cuando los floricultores más importantes de Villa Guerrero ven a su alcalde Tito Maya, no dudan en gritarle, mitad en broma y mitad en serio, “Agárrenlo que es ratero”, lo que provoca las risotadas de todos, hasta del propio edil. Y cómo no, si el presidente municipal de origen perredista –que gobierna por segunda ocasión, después de hacer un intermedio como diputado local– se ha vuelto millonario desde que entró a la administración pública. Todo el mundo sabe cómo Tito ha comprado propiedades por aquí y por allá, sin ningún recato, a pesar de que su salario de 50 mil pesos mensuales apenas si le alcanzaría para mantener mínimamente su tren de vida. Ese caso, como otros tantos, es uno de los muchos que el Órgano Superior de Fiscalización se niega a ver, investigar y, en su caso, sancionar. Hasta parece que lo están solapando.